martes, 29 de enero de 2008

La concentración financiera IV

Termino acá la apasionante historia acerca de cómo se puede hacer dinero perdiendo dinero. Apasionante sí, pero trágica, ya que los que cargaremos con el “muerto” antes o después seremos nosotros, los de a pie. Como estamos continuamente bombardeados por las enseñanzas mediáticas de los garúes de la economía cabe preguntarse: ¿Y qué dicen los expertos?
«La respuesta de Stan O'Neal por cuenta de Merrill Lynch es, a primera vista, muy modesta y simple: se cometieron errores; errores de juicio. Artículos recientes, sin embargo, han provocado sospechas de que en Merrill no sólo tenían los rangos AAA porque pensaron que eran seguros contra pérdidas gracias a la sobre-colateralización, sino también estaban haciendo apuestas de cobertura contra la deuda de alto riesgo en sí que vendían a los clientes, en otras palabras, Enronómica: las cabezas que gano, son colas que tú pierdes». Resulta graciosa la invención de esta palabra: cruza de de Enron y economía. Es decir las triquiñuelas contables que logran demostrar que menos dos más menos dos da más cuatro.
Claro que el tiento se corta: «El peligro con los valores al estilo de Alicia en el País de las Maravillas urdidos por la mano invisible de una máquina apañada, es que todo lo que se necesita para iniciar un pánico es que algunos tipos de aspecto sobrio vestidos como eruditos se presenten en la plaza pública y griten "¡El emperador está desnudo!". Es exactamente lo que pasó el 15 de febrero de 2007. Joseph R. Mason, profesor asociado de finanzas en el College of Business Le Bow de la Universidad Drexel, y el investigador Joshua Rosner, presentaron un trabajo en el Instituto Hudson que dejaba al descubierto la noción disparatada de que se podía ponerle indefinidamente lápiz labial a un cerdo y llamarlo un valor AAA».
Nos cuenta Martens que cuando el documento de trabajo llegó a manos de Gretchen Morgenson del New York Times, y su artículo apareció tres días después: «la fábrica de fuegos artificiales comenzó a arder en el sur de Manhattan, terminando por encender espectáculos pirotécnicos globales durante todo 2007. Hubo un pánico en un banco en Londres por primera vez en 140 años, fondos de inversión libre en bancarrota en Wall Street, prestamistas de hipotecas insolventes en todo EE. UU., rescates de fondos del mercado monetario por importantes instituciones financieras y más de medio billón de dólares de inyección de liquidez por parte del Banco Central Europeo. También hubo una ayuda sin precedentes de la Reserva Federal de EE. UU. en inyecciones de efectivo, y negociaciones secretas».
El castillo de naipes se desmoronó. Pero lo que está ahora en juego es la credibilidad de los operadores de la Bolsa de Nueva Cork, y aledaños, y en las consultoras calificadoras de riesgo. Entonces, a quien creer. Todo el sistema bursátil del mundo se basa en la fe. Dice Martens: «Pero, de lejos, el daño más serio es la persistente desconfianza en las mayores firmas de Wall Street que, por desgracia, también poseen bancos. Nadie confía en la solvencia del otro, de modo que los préstamos entre bancos se han paralizado».
Cita el pronunciamiento que califica de profético que Mason y Rosner hicieron en su trabajo: «La creciente aceptación por los inversionistas de estructuras de CDO ha sido apoyada por la disposición de las agencias de calificación de calificar esos activos. A diferencia de otros activos calificados por esas agencias, esos activos están sometidos a considerables riesgos en el mercado, un riesgo que según las agencias de calificación no pueden calificar efectivamente... ».
En fin, mientras nos preocupamos por los “motochorros” los chorros de magnitud dan clases en las “mejores universidades”, cobran por tergiversar la verdad y son premiados por las academias. Este es el mundo que debemos enfrentar y del cual nos debemos defender.
(Se puede leer el trabajo completo "Divertimento sobre temas de la economía" en “Trabajos académicos” de esta página)

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