domingo, 30 de agosto de 2009

La hipocresía no tiene límites V

El uso de las palabras, sobre todo en estos últimos tiempos, ha mostrado una devaluación de los significados. En los medios de comunicación la utilización del lenguaje presenta diversos matices que van desde la ignorancia de nuestro idioma, de palabras tan sencillas como utilizar como sinónimos oír y escuchar, perdiendo la especificidad de la utilización de la vista, hasta el uso perverso de conceptos como “el campo”, “la gente”, “la iglesia”, que hacen referencia a conceptos abstractos vaciados de toda representatividad. Hoy aparece, con toda insistencia la palabra “diálogo” como si comenzara una nueva etapa de lo que en realidad es una condición cotidiana de la relación entre las personas. Y esto incluye a gran parte de los dirigentes políticos. Son muy pocos aquellos que están en actividad y no dialogan entre ellos. En todos los niveles de la actividad política se dialoga.
Ahora bien, hemos estado escuchando a dirigentes que dicen una cosa en privado y otra ante los medios. La televisación de las sesiones de la cámara de senadores, que podrían extenderse a toda reunión de dirigentes políticos, aportaría muy poco puesto que habría muy pocas personas que se dedicaran a escuchar todo lo que se dice. Más aún cuando los discursos no siempre se ciñen a los temas tratados.
Entonces nos enfrentamos a una supuesta realidad que intenta convencernos que hay dos bandos: los democráticos que dialogan y logran ciertos consensos y los que no aceptan el diálogo e imponen su voluntad (o la menos lo intentan) sin aceptar las opiniones de los otros. Cuando uno recuerda ciertas expresiones de dirigentes, por ejemplo del llamado “campo”, siente la impostura que encuentra entre lo que dicen que quieren y lo que muestran sobre ello. Es muy probable que no tengan el largo ejercicio de la hipocresía que sí tienen los viejos dirigentes políticos, hábiles en el arte de hacer malabarismos con las palabras, y por ello no siempre controlan sus dichos y dejan traslucir sin pudor lo que piensan y desean realmente.
Lo que presento en una muestra de este tipo de expresiones que extraigo de los medios. Una idea de lo que los “dirigentes campestres” entienden por diálogo aparece en la afirmación «esperamos que el Gobierno apruebe el listado de exigencias que llevaremos a la reunión con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández», si eso esperan es que se acepte una imposición (exigencias) sin que haya debate alguno. Y esa pretensión emerge de la convicción de que «Nos decían que les ganemos en las urnas y les ganamos. ¿Que nos queda por ganar? El problema es que nadie de la oposición se hizo cargo. La pelota está picando y hay que agarrarla antes de que la agarren los Kirchner». Ante esto varios dirigentes políticos que se alinearon con la Mesa de Enlace salieron al cruce afirmando que los que “ganaron” son ellos, los dirigentes políticos, no los de las cámaras empresarias.
Aparece también una distancia en lo que se dice ante un entrevistador y lo que se dice desde la tribuna, por ejemplo: «Hay que sacarlos», «que se vayan», «ladrones», «tienen que ir presos», «el viernes hay que ir con el cuchillo bajo el poncho». «No hay margen para que esto sea más cosmética y más maquillaje. Ni ellos tienen margen político ni nosotros tenemos la disposición a una tolerancia indefinida». Afirmar que la actitud de un dirigente no se acepta: «No hay margen para que vengan a querer reconciliarse con una visita como hizo Scioli. Recién hoy le va a explicar a la Presidenta. ¿Donde estaba durante todo este tiempo?», Y este tipo de expresiones creen que están avaladas por la interpretación que ellos hacen de lo que denominan «el mensaje de las urnas».
El Sr. Ricardo Buryaille se refirió a Scioli con estas palabras: «Yo nunca confundí un travesti con una mujer. Por eso les pido que no confundamos el travestismo político con lo que realmente es. Yo lo quisiera tener como compañero de truco porque no sé si miente ahora o mentía antes. No se le mueve un músculo» y se me ocurre pensar que se hubiera dicho si esto fuera afirmado sobre alguno de ellos. Mario Llambías hizo gala de un lenguaje muy poco dialogante: «El jefe de Gabinete, la Presidenta y todos los funcionarios tienen que saber que el campo va el viernes a encontrar soluciones. No queremos más demoras». Como corolario de estas reflexiones propongo que se busque en los “medios concentrados” algún comentario sobre este tipo de expresiones. Hay una notable disparidad para juzgar dichos según quien los diga. Así el diálogo es muy difícil.

martes, 25 de agosto de 2009

Comencemos a dialogar – En qué condiciones

El 28 de Junio se ha convertido en una fecha que me hace recordar bastante al 11 de Setiembre. La nuestra ha comenzado a mostrar una carga simbólica similar a la del norte, al punto que ya se la cita como 28J (tal como el 11/9). Para un observador extra-terrestre el asunto sería difícil de comprender. Para avanzar hagamos un juego de ciencia ficción: supongamos que no existieran los medios de comunicación y preguntémonos cómo hubiera sido el lunes 29 y qué hubiéramos estado pensando. La diferencia es el plus de carga simbólica que le han aportado esos medios: ¡La derrota!
Esto no significa que no ha pasado nada, sólo pretendo colocar nuestra capacidad de comprensión un paso más atrás de la agenda mediática para poder pensar con mayor libertad. Una de las cosas que se me presenta, entonces, es poner en un juego de pantalla partida (tal como usan y abusan ciertos canales) de un lado qué estoy pensando respecto de lo que pasó y en el otro qué va apareciendo en lo que me dicen qué pasó. Lo primero que yo observo es que ha sido un rudo revés para el gobierno, pero inmediatamente me digo si esos dos puntos de diferencia hubieran estado a favor de Kirchner no hubiera habido derrota. Pero, en realidad qué hubiera cambiado. Me contesto poco y nada. ¿Entonces? ¿Puede ser que dos puntos de diferencia conviertan a nuestro país en un campo de batalla, de dimes y diretes en los que no está exento el gobierno? ¿Tanta es la superficialidad y chatura de la política actual?
Sin embargo, la tan mentada “derrota” aparece como una bandera que enarbolan los sectores más concentrados y privilegiados de la economía nacional. Para quien siga con atención la información pública podrá hacer una larga lista de los reclamos de las patronales, al mismo tiempo que éstos niegan la posibilidad o la necesidad de recomponer la retribución de los que trabajan.
Comparto la afirmación que hace Edgardo Mocca cuando dice que la verdadera victoria se la llevaron los medios que lograron instalar una forma de pensar: «Una corriente de opinión ampliamente predominante en los medios de comunicación y muy influyente entre los analistas políticos tiende a interpretar los conflictos políticos nacionales de estos últimos años en términos de estilos y procedimientos institucionales. La constelación de analistas que tienden a pensar la política en un vacío de intereses, valores y actores colectivos no se limita, como podría suponerse, al territorio del neoliberalismo. Por el contrario, la crítica a los determinismos economicistas por parte de segmentos del pensamiento progresista ha devenido negación de los vínculos de la política con el ambiente en el que se desarrolla, es decir con la economía, las prácticas sociales y la cultura».
Este trastrocamiento de valores, de representatividad, de modos de hacer referencia a los diferentes actores conlleva una carga de valores y dis-valores que con el solo modo de nombrarlos ya se está juzgando. Hugo Moyano no es nombrado, por lo general, como el Secretario General de la CGT, es decir el representante institucional de los trabajadores, siempre su nombre va acompañado de un adjetivo que acusa. Por el contrario al Sr. Hugo Biolcati se lo nombra en su condición institucional de Presidente de la Sociedad Rural, pero nunca se hace referencia a que es un gran terrateniente y que pertenece a una institución con una muy triste historia.
De modo que el tan mentado diálogo se debe dar con gente que no tiene historia, lo cual limpia su “prontuario” político (además de algún otro que nunca salió a la luz). Hay mucha ingenuidad en el público que conforma ese concepto abstracto: la opinión pública. En el caso de los ruralistas aparecen como los representantes del “campo”, otro concepto abstracto (¿de qué parte del campo?)
Esto lo lleva a Mocca a decir: «Podría llamarse a este fenómeno en desarrollo la “doctrina del malentendido”. Los sectores sociales chocan, la política se “crispa” y florece el disenso porque no hay una comunicación cabal e inteligente de los puntos de vista en disputa. Todo a causa de la demagogia, el espíritu confrontativo y la obsesión ideológica del grupo gobernante. En esa clave fue obstinadamente interpretado el conflicto agrario que estremeció al país el año pasado y que fue un condicionante decisivo del nuevo escenario político consagrado por la reciente elección legislativa».
Estos son los actores reales del diálogo que no aparecen con una actitud de disponibilidad para oír y escuchar, hacen saber por los medios cuáles son las condiciones que debe tener el diálogo. Debería decirse entonces que lo que se quiere en un “diálogo condicionado”. Esta es la realidad, no van a conversar, van a exigir. Si la derrota se mide por la cantidad de votos ¿cuántos sacaron los dirigentes ruralistas?

sábado, 22 de agosto de 2009

La hipocresía no tiene límites IV

Hay un tipo de informaciones que me cuesta citar por no tener certeza respecto de las intenciones de quien o quienes las hacen circular. Por ello, una voz como la del cura Eduardo de la Serna, avalada por el testimonio de toda una vida de servicio adquiere una autoridad irreprochable. No puede suponérsele segundas o terceras intenciones y sus palabras tienen el aval del compromiso diario con los que más sufren. Además, su formación intelectual, su claridad de análisis, su falta de pudor cuando tiene que hablar de la iglesia a la que pertenece y la que ha dedicado su vida, y por ello le duele, hace que su opinión hoy adquiera un valor irrecusable. Después de lo que he ido citando dice:
«Por todo esto, no creo que todo este cúmulo presentado antes sea “casual” ni creo que algunas voces episcopales lo sean. Personalmente, no creo que a muchos de ellos les importen los pobres; es más, muchos parecen festejar cada muerto de fiebre “A” o cada caso de dengue, o cada aumento de un dígito en la pobreza. Personalmente creo que mientras no tengan nombre los pobres, no tengan nombre los empobrecedores, y mientras se siga sacrificando la sangre de las víctimas en el altar de la propiedad privada y el dios dinero, seguramente la situación se agravará, aunque los victimarios nos miren con cara de compungidos en los espacios pagados. Pero mientras eso ocurra, el Evangelio de Jesús, la búsqueda de ser “Iglesia de los pobres” no nos dejará tranquilos hasta que los pobres tengan casa, pan y trabajo. Hasta que los pobres sean vistos como hermanas y hermanos, o mejor aun, hasta que ya no haya pobres porque tampoco habrá ricos y habrá mesa compartida y vida celebrada para todos». No hay especulación política en sus palabras, como sí las hay, según él, en la de varios de los obispos.
El cura de la Serna pertenece al Grupo Nacional de Curas en la Opción por los pobres, tal vez sean esos neo-marxistas a los que hace referencia el obispo de La Plata, Héctor Aguer, mucho más preocupado por los preservativos que por la pobreza. En el último encuentro que tuvo este Grupo dijeron en un comunicado: «Vemos que hay fuerzas muy poderosas que quieren frenar todo camino que ayude y aliente espacios de vida y de justicia: fuerzas que se desentienden totalmente de la realidad de los pobres, aunque los utilicen para sus propios fines; fuerzas que sólo buscan enriquecerse, aunque empobrezcan más y más la tierra, las aguas y los hermanos; fuerzas que no temen manipular la opinión pública y si fuera necesario acompañar todo proceso destituyente mirando sólo sus propios intereses y no el bien común; fuerzas sólo preocupadas por el incremento ilimitado de su patrimonio sin una genuina preocupación por una justa distribución de la renta, la tierra y la vida digna. Pero vemos también espacios de vida y esperanza que nacen particularmente de los pobres, de su fe, de su resistencia y su amor a la vida. Entre unas y otras queremos destacar particularmente».
Lo que más duele y escandaliza, de esto que he llamado una hipocresía sin límites, es que la iglesia y uno de sus obispos que más sale a hablar a través de los medios, el obispo Alcides José Pedro Casaretto, no haya desmentido lo siguiente, tal vez porque a él no le parezca una contradicción: «Su principal colaborador laico es el ingeniero Eduardo Serantes, director del primer fondo de siembra del país, Cazenave & Asociados, coordinador del Fondo Agrícola de Inversión Directo (F.A.I.D.), asesor de empresas agroindustriales y de servicios, responsable del programa de trigo candeal de Molinos Río de la Plata y de Trigalia y del programa de girasol oleico para Dow AgroSciences. Esos fondos no discriminan entre inversores con y sin sotana y, naturalmente, se molestan por las retenciones a su comercio exterior. Nada purifica mejor de esos sinsabores que ayudar a los pobres». Este ingeniero, que pertenece al club de los sojeros que matan con sus pesticidas, que da charlas en la Escuela de Negocios de Idea, ¿es una voz autorizada para hablar de la pobreza, cuando sus socios se niegan a distribuir las ganancias excesivas que obtienen? Corolario: «Me escandalizo por la pobreza, pero no de la riqueza ostentosa».

martes, 18 de agosto de 2009

La hipocresía no tiene límites III

Que en la Argentina hay pobreza y que ésta puede haber crecido en este último año es perfectamente aceptable. Y que esto se debe a graves deficiencias del gobierno que podemos clasificar como falta de claridad respecto de la elección de los mecanismos a través de los cuales la ayuda llegue a donde debe, incapacidad operativa de los organismos, corrupción en las instancias intermedias, manejo espurio de los “punteros”, etc. Un dirigente de provincia sostuvo que de cada diez pesos que el gobierno central manda llega a destino sólo dos. Hay ocho que se quedan en el camino. Hasta aquí diagnóstico.
Es importante poder analizar de dónde provienen estos males, cuánto hace que están enquistados en la administración pública de todos los niveles, para poder repartir culpas con cierta equidad. Esto es imprescindible hacerlo y lo antes posible. Lo que me preocupa, siguiendo el pensamiento del cura Eduardo de la Serna, es que el momento parece propicio para hablar de la pobreza como si fuera un tema coyuntural, porque como tal a cubierto las primeras páginas de los medios concentrados. Y digo esto por lo que quedó dicho en las notas anteriores, que el tema aparece en boca de quienes no lo habían visto hasta ahora, si lo habían visto ¿por qué lo dicen recién ahora? Y esas voces, todas, tienen historia que no se debe olvidar. Para colocar una figura paradigmática el Sr. Biolcati, presidente de una entidad de tristísima historia, anotada en todos los golpes militares que se han producido desde 1930 para acá, se atreve a decir, como nos recuerda el cura: «en los discursos en la Sociedad Rural diciendo “por ahora” no cortamos puentes, defendiendo a Martínez de Hoz, y creando evidente clima destituyente» Esto es preocupante. La advertencia de “por ahora” más la crítica al gobierno y a la oposición de que no se han dado cuenta de que el 28 de Junio «ganamos nosotros», ¿ellos? ¿quién los votó?
Ante esto de la Serna dice que no lo escandaliza la pobreza: «me escandaliza que mientras aumentan los pobres, los ricos sean diputados, o jefes de gobierno, o manejen medios y la opinión pública. No me escandaliza ver al pobre a la cara y llamarlo por su nombre, me escandaliza ver a sectores de la Iglesia de Jesús, el Mesías de los pobres, e Iglesia de los pobres, cercana de los responsables de la pobreza». Por ello recuerda: «Es curioso: los obispos argentinos nunca pusieron al arzobispo de La Plata, Héctor Aguer en ninguna comisión episcopal, y justo en estos momentos difíciles, lo eligen presidente de la comisión episcopal de Educación, como queriendo “marcarle la cancha” al Gobierno en un campo tan específico y sensible a antiguas conferencias episcopales. No hace falta recordar que durante las dictaduras el Ministro de Educación era consensuado con el Episcopado, y lo mismo se hizo en los gobiernos democráticos sucesivos. Elegir para ese cargo episcopal a un obispo con evidente vocación de cruzado, es obviamente para “cruzar” al gobierno en este tema. Su referencia en sus dos declaraciones de hace un mes y la semana pasada aludiendo al “neo-marxismo” no hizo sino recordarnos otros duros momentos episcopales y dictatoriales».
Y cuando hay mucha gente que pensó que era una exageración hablar de clima destituyente (recordar las palabras de Biolcati) nos hace reflexionar: «hace tiempo yo decía que no parecía que hubiera posibilidad de golpe militar en Argentina fundamentalmente por dos motivos: la embajada de los Estados Unidos no parecía alentarlos, y la Iglesia hizo una clara defensa de la democracia. Por tanto si dos de los grandes apoyos de los golpistas no los alentaban, la cosa se les haría difícil a quienes los propugnaran. El presidente de la UCR en el Senado dijo que hay quienes no quieren que el gobierno llegue al 2011, pero nadie le pidió nombres. La embajada no parece ajena al golpe militar en Honduras, y –allí– la Iglesia jerárquica, en voz del cardenal Rodríguez Maradiaga, tomó clara postura por el régimen de facto. Algo semejante se ve en la postura del Cardenal de Bolivia, Julio Terrazas. Algunas declaraciones episcopales parecen sumamente preocupantes en este marco». No me parece que estas palabras sean para tomarlas a la ligera.

viernes, 14 de agosto de 2009

La hipocresía no tiene límites II

Dada la importancia de la manipulación del tema de la pobreza y la necesidad de correr el telón para descubrir a los que se esconden detrás de esta polémica, quiero seguir citando al cura Eduardo de la Serna, que no encuentra la repercusión que merecería en tantos medios de comunicación. Leamos sus palabras: «Como no podía ser de otra manera, en plena fidelidad a su historia, la Sociedad Rural insistió en el tema de la propiedad privada. Es absolutamente coherente. Nunca se preocuparon de los “privados de propiedad”. Pero en lo personal, y con el sustento que me dan el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia, no la escuela de Frankfurt, creo que mientras la propiedad privada sea vista como un “absoluto”, o un “dios”, la pobreza seguirá creciendo. Y doliendo. Aunque nunca olvido aquello que repetía Carlos Mugica: “primero se apropiaron de todas las tierras y después hicieron el Código Civil”. Todo lo expoliado ayer y hoy a América latina parece que no “era” propiedad privada, y la “deuda externa” parece que empieza cuando ellos deciden, y no cuando Bolivia fue saqueada, Paraguay masacrado, Colombia devastada... Y los indígenas “simplemente” aplastados, robados, y víctimas de un genocidio que algunos llaman “el mayor genocidio de la historia”. Difícilmente algunos hubieran podido fundar la Sociedad Rural o entidades afines si antes no saqueaban a mapuches, tehuelches y tantas otras etnias “dueños de la tierra”, para después ser “terratenientes”, “gente de campo”. Pero aunque desmemoriadamente olvidáramos esto, la insistencia en la propiedad privada, y el olvido del fin social de la propiedad sin ninguna duda es “la madre de todas las causas” de la pobreza».
Como la riqueza no es una entidad abstracta, no es una categoría metafísica, es necesario hablar de los que la poseen: «En realidad, creo que un elemento que nos permite entender el momento que vivimos es el tema de “los nombres”. Precisamente los pobres son los que nunca tienen nombre: son “los negros”, “los paraguayos/bolivianos”, los cabecitas”, o simplemente “los pobres”, pero nunca tienen rostro, nunca tienen nombre. Los ricos, en cambio, tienen nombre propio. Tan propio como su propiedad. Se llaman Maurizio, Francisco, Ernestina, Amalita. Y mientras los pobres sigan siendo “anónimos”, o sean simplemente “números”, no se tocará el corazón del problema. Basta pensar la movilización que ocurrió cuando el pobre una vez tuvo nombre y se llamó “Barbarita”. Que los pobres dejen de ser número y tengan rostro y nombre se vuelve intolerable. Y duele. Porque la pobreza y los pobres no escandalizan. ¡Duelen! Por eso que se hable de “estadísticas”, “número de pobres”, no es un tema importante. Es serio, pero no habrá movilización hacia las causas. Pero el problema que provoca reconocer el nombre y el rostro es que duele, huele, se palpa. Una cosa es hablar de “un/los pobre/s” y otra abrazar su cuero curtido y reseco, sentir su olor a humo en invierno, su cara fácilmente imaginable distinta si hubiera nacido en otro lugar con otra alimentación, y otro cuidado».
Como la pobreza tiene una parte de sus causas en la corrupción sostiene: «Pero lamentablemente creo que hay que decir que no sólo los pobres no tienen nombre. También los culpables nunca lo tienen. Ver discursos y documentos eclesiásticos cargados de buenas palabras o ideas interesantes, pero donde nunca hay un nombre, nunca un rostro, hace difícil darle crédito. Escuchar hablar del escándalo de la pobreza, sin que se nos diga por qué hay pobres y por responsabilidad de quiénes hay pobres, puede terminar siendo un discurso retórico y vacío. Hay pobres porque hay ricos. Especialmente en Argentina. Y si los ricos tienen nombre, no está mal recordarlo. Con alguna exageración, pero parte de verdad, San Jerónimo decía que “todo rico es ladrón o hijo de ladrón”. Y es doctor de la Iglesia. Y si alguien es ladrón, es “empobrecedor”».
Dije antes que debe hablarse de iglesias en plural, y en estas citas descubrimos que hay otra iglesia, la de los pobres y sus defensores.

martes, 11 de agosto de 2009

La hipocresía no tiene límites I

El tema de la pobreza ha adquirido una notoriedad sorprendente. Pareciera que hay gente que no sabía que en nuestro país, como en el resto de nuestra América, la pobreza sigue siendo una herida profunda que es necesario atender con toda premura. Como una voz que repercutió en todos los medios, y fue recogida por muchos analistas y comentadores (de sospechoso pasado), ha sido la voz de lo que se llama “la Iglesia” (concepto similar a “el campo”) puesto que debiera hablarse de iglesias en plural, voy a recurrir a una comparación de voces de esas instituciones.
La agencia informativa del Episcopado, AICA, dice: «El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, advirtió hoy que “vivimos con situaciones de pobreza escandalosa, de falta de trabajo, o estas enfermedades que masivamente, con gripe y dengue, pegan más duro por la falta de justicia". Así lo afirmó al presidir la misa central en honor de San Cayetano. “Vivimos una situación muy difícil. El mundo de hoy es muy cruel. Primero excluye borrando los rostros de la gente para luego no sentir nada cuando los desprecia y desecha como sobrante. En nuestra Ciudad, lo vemos todos los días, hay gente que tiene sitio y cabida, y hay gente que sobra, que son dejados de lado, tirados como verdaderos volquetes existenciales. ¡Cuánta gente, cada día más, duerme en la calle, en plena Plaza de Mayo, en pleno corazón de la Ciudad", describió».
El sacerdote Eduardo de la Serna, Coordinador del movimiento de sacerdotes en opción por los pobres Carlos Mugica, comenta: «La pobreza nos duele, remarcó con su habitual glamour el presidente de la Sociedad Rural, la pobreza es el tema principal en el diálogo, destacó monseñor Alcides Casaretto, la pobreza es el tema que ocupa lugar principal en los medios de comunicación social en nuestros días. Demasiada insistencia en tan poco tiempo para ser casual. ¿Qué ocurrió? ¿De golpe descubrieron a los pobres aquellos que ayer los ignoraban? ¿Será que “ayer” no había pobres y los hay desde poco después de las elecciones? ¿Será que algo ocurrió puntualmente para que el tema se desencadenara? Demasiadas casualidades, que nunca son inocentes en política. Que en Argentina haya pobres es realmente un escándalo. Que haya uno solo, lo es. Pero miremos un poco más. Personalmente ya me llamó la atención que un diario destacara, semanas atrás, que los chicos pobres comían cuises, algo que es remedo de lo que decían los diarios en el 2002 (“caballos, ratas y sapos”, decían entonces). Insistencia en el diálogo, escándalo de la pobreza, gravedad de la situación de los pobres, temas remanidos... ¿será que “alguien” nos quiere decir que estamos como en el 2001-2002?; ¿será que ese/esos “alguien” quiere/n alentar el imaginario para que no nos “escandalice” sino que deseemos que un gobierno constitucional “no termine”?».
Este cristiano comprometido con el dolor de los pobres, y así lo testimonia su vida, profundiza más el tema y se pregunta: «Ahora bien, ¿por qué hay pobres? Esa es la pregunta fundamental. Por eso me parece totalmente empobrecedora la palabra “excluidos”, lo he dicho en otras ocasiones: porque “excluidos” no implica “excluidores”, porque nunca hay “responsables”. Porque los pobres en Argentina no son pobres por vivir en un país pobre (¿hay en el mundo muchos países más ricos que la Argentina?). Entonces, preguntarse “por qué hay pobres” es el paso fundamental para enfrentar el escándalo. Sin una seria respuesta a esa pregunta, todo es teatro. O burla. ¿Cuáles son las causas de la pobreza? ¿No tiene nada que ver en la razón de que haya tantos muy pobres, el hecho de que haya pocos tan ricos? Y para que nadie me acuse de “neo-marxista” recuerdo que la frase “los ricos son cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” pertenece a Juan Pablo II. ¡Ah!, y la frase “imperialismo internacional del dinero” fue dicha por Pio XI».
Continúa con otra pregunta: «¿Qué es el escándalo?» Y su respuesta es de una dureza que llama la atención en un cura, no por lo que dice, sino por su atrevimiento a decirlo: «En nombre del “escándalo” muchas veces en la Iglesia se “esconden” curas pederastas, para que no haya “escándalo”, o se cuestiona al periodista que muestra aquello que escandaliza, como un torturador “relocalizado” en Chile. En realidad, fijando el ojo, el escándalo no lo provocan los que muestran lo que escandaliza, sino quienes lo obran: los pedófilos, los torturadores, los miembros de la institución eclesiástica que se muestran con “relaciones carnales” con el poder económico o político». Responde a tanta hipocresía con su testimonio: «Ahora bien, si miramos así, en lo personal, la pobreza no me escandaliza. La pobreza me compromete, me impulsa a hacer lo más que sé y puedo para enfrentar la injusticia que la provoca. En lo personal, lo que me impide caminar, lo que me parece que es una trampa en el camino es la riqueza. La ostentación, pornográfica con frecuencia, es lo que escandaliza. Los injustos, los victimarios me escandalizan. Y quienes son cómplices, aduladores, o difusores. Lo que es un escándalo es la riqueza, ¡no la pobreza!».
Ante tales palabras no puedo agregar nada, sólo reproducirlas para que otros las lean.

lunes, 10 de agosto de 2009

Comencemos a dialogar – Con los que mienten y lloran…?

Partiendo del análisis que ha publicado Claudio Scaletta, respecto de la situación de esa entelequia que se ha denominado mediáticamente el campo, sin dejar de reconocer que por detrás de ese mascarón de proa sí hay productores que no la están pasando bien, se puede ver cuál es la situación real de los dueños privilegiados de la pampa húmeda. En ellos hay un solo propósito defender a rajatabla las ganancias extraordinarias que reporta la soja, sin reparar en todas las consecuencias que ya se han hecho públicas, y que fueron ocultadas por esa alianza mafiosa entre los grandes productores y los grandes medios (Clarín y La Nación, más el grupo inversor). Por ello no es nada sencillo poder comprender cómo es que se ha alineado el ciudadano que votó este 28 de Junio. Leamos:
«Visto desde la economía, las razones de la relación entre las corporaciones agropecuarias de la Pampa Húmeda y la porción mayoritaria de la población que votó a los candidatos que pugnan por representarla son por demás extrañas. La vulgata que la sustenta afirma esencialmente dos ideas fuerza. La primera es que al campo le va francamente mal. Sostiene que, salvo, quizás, a algún gran productor sojero, el resto “ya no aguanta más”, algo que en la casi totalidad de los sectores, como por ejemplo la producción láctea, es desmentido por las cifras. No quiere decir que después de una importante sequía y con crisis internacional la situación sea idílica, como no lo es para ningún sector económico, pero a pesar del discurso lloroso cuando se habla de plata, el “campo” es, si no el más, uno de los sectores más prósperos de la economía. La segunda idea es que la riqueza de arrendatarios y terratenientes es la riqueza del país, o sea; la de todos: que por algún pase de magia desconocido para la economía real, los productos de la tierra se derraman a toda la sociedad… Que buena parte de la población, no necesariamente la menos ilustrada, crea honestamente estas dos cosas, sobre todo después de la experiencia político-económica del último cuarto del siglo XX, es un verdadero prodigio publicitario. Una corroboración de que el poder mediático, el único jamás interpelado, supera lo imaginado».
Este tema se ha convertido en una incógnita que ha atraído la atención de varios investigadores y analistas de distintas universidades que no alcanzan a dar con las razones específicas de tal convergencia. Si una de las acusaciones más repetidas contra la actual presidenta es la de “soberbia”, ¿qué se debería decir de las actitudes y palabras de los cuatro dirigentes visibles de la Mesa de Enlace? «Es “llamativo”, por decirlo de alguna manera, que ningún medio haya utilizado la misma vara para referirse a las afirmaciones escuchadas en la asamblea del pasado lunes en la Rural. Los discursos de los popes de la Mesa de Enlace, plagados de advertencias y expresiones socarronas, mostraron una soberbia inusitada», dice nuestro analista.
Lo que se dijo, el tono con que se lo hizo y las actitudes frente a un conjunto de «pobres “productores” acosados por la voracidad del fisco, “un sector al que el Gobierno destruyó”», según sus propias palabras, muestran la falta de pudor que cae en tergiversaciones descaradas de lo que es la realidad de esos “pobres” terratenientes. Lo han llevado al Sr. Biolcati a sostener que: «En las urnas también les ganamos», y esta afirmación no ha merecido ninguna aclaración de las fuerzas opositoras que han quedado como los mandaderos de los estancieros de siempre. ¿Tanta es la dependencia de los políticos respecto de los medios y de los patrones de estancias? ¿Tan poca dignidad tienen que no han salido a contestarle y ponerlos en su lugar? Sobre todo cuando hacen gala sin la menor vergüenza de ser los dueños del país. Ha quedado demostrado que la Mesa de Enlace está convencida de que la sociedad los votó a ellos y que los candidatos fueron meros prestanombres de sus intereses.
En estas condiciones no es muy sencillo creerles que quieren dialogar, cuando adelantan a quien quiera oírlos que ya tienen las lista de demandas y que no están dispuestos a esperar más. Podríamos parafrasear una vieja consigna: «En la Argentina de hoy los únicos privilegiados son los patrones de estancias».

miércoles, 5 de agosto de 2009

Comencemos a dialogar – Con los que pretenden qué…

Quiero seguir insistiendo sobre ciertos temas y formas de presentarlos que esconden más de lo que muestran. Y voy a seguir apoyándome en Edgardo Mocca porque creo que coloca las cosas en su lugar. Hay dos vocablos que en la política actual tienden a parecer desteñidos. Tenemos un arco de posiciones políticas que ha cerrado su ángulo de apertura, y cada vez se cierra más. Han desaparecido los políticos de izquierda (los pocos que asoman la cabeza hablan desde el siglo XIX), hoy puede haber políticos que se colocan en el centro-izquierda (no se sabe cuánto de centro tienen y cuánto de izquierda). Y también desaparecieron los políticos de la derecha (lo dicho antes también vale para estos). Yo prefiero hablar de políticos que muestran una clara actitud y pensamiento por defender a los pobres y excluidos y políticos que lo hacen en defensa de los intereses concentrados. Claro está que estos últimos hablan de democracia y republicanismo para esconder sus verdaderas posiciones.
Por tal razón Mocca dice: «La derecha suele no hablar claro en la Argentina. Los procesos de reforma neoliberal de los años ’90 parecen no tener herederos políticos ni teóricos. Todos “quieren la redistribución”, aceptan la intervención del Estado “cuando es necesario”. Simplemente la oposición encarnizada al Gobierno se concentra en la “caja kirchnerista”, en el “saqueo” estatal de los recursos, en el manejo “poco republicano” de la cosa pública. Por eso es saludable cuando quienes expresan abiertamente los intereses de la “patria sojera” hablan claro». Este es el caso del Sr. Héctor A. Huergo, director de Clarín Rural y productor agropecuario, quien el 4-7-09 escribió: «El resultado electoral es un triunfo contundente de la Argentina Verde y Competitiva. Ganó la soja. Ganó el modelo del eje Rosario-Córdoba, el nuevo centro de gravedad de la economía argentina. La sociedad entiende que no se pueden atender las necesidades de los sectores postergados, representados por el eje Matanza-Riachuelo, expoliando al interior genuinamente productivo». Es notable el modo de referirse a los productores de la pampa húmeda (el eje Rosario-Córdoba) y a los sectores más desprotegidos (el eje Matanza-Riachuelo). Es un análisis de clases pensado geográficamente. ¿Y el resto del país no existe?
Queda claro a quien defiende Clarín, ya que por boca de uno de sus directores dice con toda claridad quien ganó el 28 de Junio: «Ganó la soja». Bueno acabamos de saber que la soja no es un cultivo es un actor político que se presentó a elecciones y que ganó. Por ello tiene derecho a sentarse en la mesa del diálogo a exigir que ella es libre, que no acepta restricciones de ninguna naturaleza a su libertad personal (¿?), que exige su derecho a su libertad de expresión (¿?), etc. Aparece un poder que desconocíamos: el poder de la soja.
Mocca comenta: «Es de imaginar que semejante retórica incomodará a los bienpensantes que no creen que haya conflictos de fondo en la sociedad argentina y que todo se limita a la incorrección política del actual Gobierno. Hay que reconocer, sin embargo, que durante y después del conflicto agrario los sincericidios estuvieron a la orden del día. Como cuando el senador Urquía (que obtuvo su banca, hay que decirlo, de la mano de De Vido y de Jaime) dijo en la histórica sesión que debatió las retenciones móviles que “no es hora de distribuir la torta sino de asegurar que ésta crezca”. O como cuando Alfredo De Angeli sostenía inocentemente que federalismo significaba que a cada provincia le fueran restituidos los fondos que aportaba a la nación. Si, alentada por los éxitos, la lengua de la derecha se sigue soltando, sabremos finalmente en qué consiste su “proyecto alternativo”. Sabremos del regreso de la jerga que hablaban los tecnócratas de los organismos internacionales que calificaban como “inviables” a las provincias más pobres del país. Sabremos que la cuenca Matanza-Riachuelo pasará a ocupar excluyentemente el rubro “seguridad” de las políticas públicas. Terminaremos de comprender en qué consiste el generalizado rechazo del “clientelismo” que atraviesa el discurso del liberalismo de derecha (y no solamente de derecha)».
Estos son algunos de los verdaderos temas que se deberían “dialogar”: - qué tipo de desarrollo queremos, -qué modelo de Nación anhelamos, - qué decimos sobre el glifosato que exige el cultivo de la soja, - qué pensamos sobre la necesidad de una distribución de la riqueza más equitativa, - a quienes se les debería exigir que aporten para esa mejor distribución, etc. Sin embargo se pretende hablar de bajar las retenciones, de subir el valor del dólar, de eliminar la intromisión del Estado en el mercado. Entonces, ¿no era cierto que el 28 de Junio se votaba por un modelo de país? El Sr. Huergo no nos está diciendo que triunfó otro modelo que el que ese está intentando implementar con muchos tropiezos.

domingo, 2 de agosto de 2009

Comencemos a dialogar – Sin olvidos de lo realizado…

Después de un período de mucho reconocimiento (2003-2007) el gobierno comenzó a caer en la consideración pública, por errores propios y por el cínico cuestionamiento de la oposición (acá aparece un primer olvido respecto de quiénes son los que critican, como si no tuvieran pasado). El balance de lo realizado, que debe computar lo positivo y los errores o culpas, debe hacerse con la mayor honestidad de parte de los que a esta altura, si empeoran las cosas, tenemos más que perder que ganar. Las críticas, en momentos como estos, deben hacerse con un ojo puesto en los que nos aplauden cuando las hacemos. Se cuenta que el diputado socialista francés, Jean Jaures, pronunciando un discurso en el parlamento de Francia se vi interrumpido por los aplausos de la bancada opositora. Se detuvo y se dijo en voz altas: «¡Qué estupideces estarás diciendo viejo decrépito que la derecha te festeja!».
Podemos ver como la pobreza ocupa de pronto los titulares de los medios concentrados. Uno, ingenuamente, podría pensar en que se han “convertido” a la caridad. Pero de inmediato nos viene a la mente quiénes son y qué defienden como para abandonar la ingenuidad. Esto no debe hacernos perder de vista que los más desprotegidos no han sido los más beneficiados de todo este proceso, que quedan deudas muy importantes. Sin embargo, a pesar de ello hay cosas que se deben rescatar. Si el gobierno hubiera quedado en manos de cualquiera de los candidatos, con posibilidades de acceder en los comicios de estos últimos años, no se hubieran conseguido. Por ejemplo: los aumentos a los jubilados, la inclusión de una masa importante al cobro de jubilación, o el monto que fue adquiriendo el salario mínimo. Éste último ha llegado a una paridad histórica a la que se fue acercando a partir de 2004.
No ha sido por casualidad que el debilitamiento del salario mínimo haya coincidido en los años previos con el aumento de la desigualdad. El logro de haber reinstalado una comisión tripartita para definir el piso salarial desde aquel año buscó garantizar que los beneficios del crecimiento también alcanzaran a los trabajadores fuera de convenio. Así, al objetivo original del instrumento se sumó el de cumplir un papel ordenador del ingreso: evitar que, en la fase de crecimiento, si bien no resolvió la desigualdad por lo menos evitó que la brecha siguiera profundizándose. Se puede leer que: Según un trabajo del especialista Andrés Marinakis, Especialista en Políticas del Mercado de Trabajo e Instituciones Laborales, Economista, Universidad de Buenos Aires, sobre las experiencias en el Cono Sur: «El salario mínimo logró en Chile uno de los crecimientos más exitosos entre 1990 y 2004, con una mejora real del 93 por ciento. En los últimos seis años, el crecimiento real del salario mínimo en la Argentina ha superado el 100 por ciento, incluso partiendo de las estimaciones privadas de precios, más empeñadas en descalificar las estadísticas oficiales».
Así también habrá que reconocer que aun en este año de vacas flacas se siguió ajustando hacia arriba, que no hubiera ocurrido en el caso de ninguna de las hipótesis antes sugeridas. Debo agregar a este juego de política ficción poder pensar en la hipótesis de una elección presidencial de fin de año, con el triunfo de cualquiera de los candidatos de reemplazo, según las posibilidades actuales Frente a esto debe colocarse el discurso pertinaz de la oposición que no reconoce mérito alguno a estos últimos años de gobierno. Si, a partir de una actitud más madura, se oyeran críticas que aportaran propuestas que se fueran agregando a este tipo de logros se podría pensar en un avance que se pudiera esperar del diálogo. El panorama no muestra signos esperanzadores. Más aún si nos detenemos en analizar las barbaridades dichas por los cuatro jinetes de la Apocalipsis. Han sido de tal magnitud que hasta los propios políticos aliados debieron salir a decir que no las compartían. Esos son parte de los dialogantes. No es muy estimulante ni esperanzador el resultado.