miércoles, 30 de septiembre de 2009

Los dueños de la palabra

Dos investigadores de medios de comunicación, Martín Becerra (Conicet) y Guillermo Mastrini (UBA y Universidad Nacional de Quilmes) han publicado un libro: Los dueños de la palabra: acceso, estructura y concentración de los medios en la América latina del siglo XXI para responder a preguntas que hoy aparecen en los comentarios cotidianos. Su especialización y versación en el tema le otorgan autoridad en lo que publican. Ellos dicen: «Una de las preguntas recurrentes en los debates públicos sobre la concentración de medios es: ¿qué tan concentrada está la comunicación que circula, industrialmente, en nuestra sociedad? ¿Es novedoso el grado de concentración de los medios? Desde hace años, nuestro trabajo de investigación procura responder estos interrogantes, con datos empíricos. Por ello, hemos publicado el libro. La convergencia tecnológica, de servicios y mercados, y la dinámica de actuación supraestatal de buena parte de los actores corporativos agregan una gran complejidad al funcionamiento de los medios de comunicación y revelan la limitación de las regulaciones que intentan artificialmente establecer diques legales a un proceso tecnológicamente irreversible que interpela, entonces, la capacidad y creatividad de orientación de las políticas», con lo cual nos coloca ante la dificultad que presenta el tema por su complejidad.
Debemos partir por asumir que: «Si la concentración de cualquier actividad en pocas manos reduce la diversidad, erosiona la innovación y empobrece la dinámica de ese sector, en los medios de comunicación se afecta, además, un derecho fundamental. Los medios son los que vertebran en buena medida las noticias y las concepciones que la población construye sobre su vida cotidiana. Sobre esta premisa, las constituciones modernas y los tratados de derechos humanos han alertado acerca de la necesidad de promover el pluralismo». El libro Los dueños de la palabra procura identificar la estructura del sector de la cultura y la información industrializadas y relevar qué posibilidad de acceder tiene la sociedad a una información plural cuando ese sector presenta estos procesos de concentración de los principales actores.
En el estudio presenta comparaciones de nuestro país con situaciones similares a las nuestras: «En la Argentina, tomando en cuenta la influencia de las cuatro primeras empresas en cada uno de los mercados, resulta que el promedio de concentración es muy elevado: representa el 84 por ciento por parte de los primeros cuatro operadores, en el caso de la facturación, y el 83 por ciento en el caso del dominio de mercado (siempre se trata de promedios). Los porcentajes demuestran la consolidación de una situación estructural: las industrias culturales y de telecomunicaciones argentinas se hallan fuertemente controladas por las primeras cuatro firmas. Esta situación se agrava al contemplar los grupos a los que esas firmas pertenecen: generalmente se trata de los mismos dueños que están ramificados en todas las hileras productivas en casi la totalidad de las industrias consideradas. Particularmente los casos de Clarín y Telefónica se destacan como grupos dominantes, si bien en algún caso existen grupos emergentes (como el de Vila-Manzano-De Narváez) que aspiran en el futuro a incrementar su participación en el mercado».
Agregan más adelante: «La tendencia entre los indicadores de concentración del año 2000 y los de 2004 confirma un aumento que profundiza la participación de menos actores en condiciones cada vez más dominantes: de un promedio del 78 por ciento para los primeros cuatro operadores por dominio de mercado en el año 2000 se pasa a un promedio de 83 por ciento en 2004. En el caso de la facturación, la tendencia exhibe un incremento todavía mayor: de una participación del 73 por ciento en promedio por parte de las cuatro primeras empresas en el año 2000 se pasó a un 84 por ciento en 2004. Ambas tendencias merecen analizarse como parte de un proceso en el que las condiciones políticas y económicas (la historia de las medidas de los distintos gobiernos, el mayor poderío de los actores principales generalmente auxiliados económicamente por el Estado y el debilitamiento, gracias a su estrategia de funcionamiento en escala, de las empresas y actores más pequeños) favorecen la concentración de la propiedad en los mercados estudiados. Lejos de ser el resultado de un proceso “natural”, la concentración en la Argentina ha tenido causas políticas y económicas concretas de las que dan testimonio las últimas tres décadas. Más allá de las interpretaciones y posicionamientos variopintos, los índices de concentración reclaman una atenta mirada por parte de la sociedad, ya que están condicionando su potencial deliberativo».
Es un interesante planteo, apropiado para incorporar a los debates públicos y privados, ya que toda esta información no circula por esos medios concentrados que son analizados por estos autores.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Las adolescentes como las ve la TV

La periodista y licenciada en Comunicación (UBA) Sonia Santoro diplomada en género y comunicación, hace un análisis sobre cómo se trata a la mujer en los medios de comunicación. Sostiene que hay un velado sexismo (o machismo) dada la cultura imperante en ellos que los empuja a ver todo con ojos de hombre. Es interesante leer las reflexiones de una mujer porque ella nos enseña a los hombres cuánto de prejuicio hay en los modos de enfrentar al otro sexo. Titula su nota como Noteros cancheros frente a adolescentes mujeres y anota: «Sorpresa y regodeo televisivo mostrando a chicas peleándose o tomando alcohol, en roles supuestamente reservados a los varones. Show de imágenes sobre mujeres jóvenes delincuentes y violentas. El Informe sobre la representación de las juventudes en programas informativos y periodísticos de Noviembre 2008/Marzo 2009, realizado por el Observatorio de Medios de Radio y Televisión sobre cinco programas televisivos, detecta mecanismos periodísticos que estigmatizan a los jóvenes en general pero especialmente a las adolescentes. El informe seleccionó cinco programas o segmentos televisivos, tanto de aire como de cable, entre fines de 2008 y principios de 2009. Ellos fueron: La Liga, Canal 11; Policías en acción; Los buscaroña de Canal 13; Informe especial Ciudad sin control de C5N; Informe Violencia adolescente Canal 26; Informe Impacto 9 Jóvenes en riesgo: Mucho alcohol y violencia de Canal 9».
Lo que la periodista resalta es la diferencia con la que se analiza y muestra imágenes de jóvenes de ambos sexos, y esto es lo que detecta el Informe. «Uno de los puntos analizados fue la desigualdad de género. Partiendo del marco de la teoría de género, analizaron que el consumo de alcohol, drogas y el comportamiento violento –temas recurrentes en estos programas-, se naturalizan cuando los protagonistas son varones. “Esto es debido a los estereotipos de género que definen al varón como agresivo, dominante y fuerte, en oposición a los asignados al género femenino; por lo tanto los comportamientos violentos no son esperados para ellas, interpretando estas conductas de manera bien distinta para unos y otras”, explica el informe».
Es notable cómo el ojo y el oído entrenado para este tipo de investigación pueden mostrarnos detalles que escapan a la mayoría de nosotros. «Así, en Policías en acción, por ejemplo, cuando el notero inquiere a chicas, lo hace en grupo y se trata de preguntas generales: no parece esperarse nada espectacular de aquello que ellas puedan responder, señala el informe. En Impacto 9, por otro lado, el periodista describe una pelea callejera: “Comienzan las piñas, nadie sabe bien por qué empezó y la policía que interviene para tratar de separar, pero no consigue, la verdad es que la policía no da abasto para tratar de separar esto y como ustedes verán, hasta las mujeres forman parte de esto. Uno podría pensar que es sólo una cuestión de hombres, pero no...”. Cuando se ve la imagen de una chica agachada, ocultando la cara contra la pared señala: “a la chica le rompieron la nariz”. Continúa: “Ahora son las chicas las que se pelean. De los pelos, piñas, cachetazos (...) Lo que en otra época era pelea de varones ahora es pelea de mujeres”».
Señala en su análisis que allí se reproduce y naturaliza un rol pasivo de la mujer en la sociedad principalmente desde la sorpresa o indignación que despierta que chicas y mujeres sean parte de fenómenos sociales históricamente considerados como patrimonio de los hombres. Los estereotipos de género, en este caso, la violencia física como característica distintiva de los varones y no esperable en las mujeres, impiden visibilizar que la violencia siempre es repudiable, independientemente de quienes la protagonicen. «Además se desprende de este hecho que es apreciado un tanto como “gracioso” y de menor calibre comparado con una “pelea de verdad” entre varones. En la misma línea, en el segmento de C5N el conductor, después de que una chica le pega una patada a un muchacho, señala: “me encantaría saber qué piensan, sobre todo los padres de la chica”».
Y agrega, como detalle sobresaliente en una expresión que intenta ser positiva –analiza el informe- distinguiendo cuáles son las bebidas de hombres y cuáles las de mujeres. En un comentario del conductor Matías Martin remata «El famoso trago de minita, que no es lo mismo que toma un verdadero hombre» actitud que continua sosteniendo la diferenciación por género. Por otro lado, «no se describe ni se enuncia las diferencias entre consumir y abusar del alcohol; podríamos decir entonces que según este criterio, todos las y los jóvenes se alcoholizan, lo cual trae consecuencias devastadoras. Pero si este supuesto abuso es protagonizado por mujeres jóvenes, la connotación es aún peor, perdiendo de vista que cualquier bebida alcohólica de la cual se abuse, trae la misma consecuencia en cualquier ser humano: una intoxicación».
El Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión está constituido por el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), el Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (INADI) y el Consejo Nacional de la Mujer (CNM); en este caso, contó con la participación del Foro de juventudes del INADI y del Consejo Federal de Juventud, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sin compromiso no hay salida

Es importante comprender cómo las prédicas mediáticas tienen un objetivo de superficie y otro de carácter subliminal, si se acepta este retorcimiento el concepto. Intento decir que una lectura lineal y superficial de todo lo que fluye por la red, en todas sus variantes, peca de una inocencia que ha sido infiltrada por esa misma red mediática. No ignoro que decir esto genera rechazo de algunos (no importa cuántos) que no creen, con aire de saber de qué se trata, en lo que se denomina “las teorías conspirativas” (remito a mi trabajo Las brujas no existen pero…. en mi página de geocities). Una reconocida Doctora en Filosofía, Paola de Delbosco, asegura que nuestra incapacidad para decir “no”, cuando es necesario, se debe a que estamos inmersos en la cultura de la abulia, y nos cuesta comprometernos con la realidad. En su reflexión parte de cómo el lenguaje coloquial se expresa: «“Todo bien”, “da igual”, “no te metas”, “no es problema tuyo”» y agrega lo siguiente: «Hace un año, cuando estaba de vacaciones en una playa, me llamó la atención observar la cantidad de gente que hablaba por celular. Se comunicaban con una persona virtual, que no estaba junto a ellos. Cada uno habitaba su propio mundito, no era consciente de lo que sucedía alrededor, de la posibilidad de encuentro con otros, del disfrutar de lo simple, de la naturaleza».
Ella habla de «una perfecta metáfora de la sociedad actual». Avanza con afirmaciones muy fuertes: «Las personas le temen a la gente de carne y hueso, se refugian en lo virtual porque ahí no se le ve la cara al otro y uno termina la conversación cuando desea». Lo que está insinuando es que hay una actitud muy compartida de no meterse en el riesgo de ponerse a opinar por los riesgos de entrar en un debate desgastante, ser diferente en una sociedad masificada tiene riesgos de sufrir la discriminación de los otros que prefieren evitar. Ser sinceros respecto de lo que podemos pensar tiene aristas que pueden lastimar. Es preferible vivir livianamente, dejarse arrastrar por la manada, sumergirse en relaciones virtuales descomprometidas, ser uno más dentro de la marea humana, es un modo de sobrellevar la vida en una sociedad tan intimidadora.
Es bastante corriente atribuir esto a la posmodernidad como si se tratar de un fenómeno climático, se sabe que sucede pero no está totalmente claro por qué. La contratara de esto, o tal vez su esencia se deba al lento desmoronamiento de la cultura occidental, pero esto excede por mucho las posibilidades de este espacio de notas. La historia nos muestra que los períodos de decadencia van acompañados por un espíritu escéptico de profundo descreimiento de los valores que han sustentado el proceso que va terminando. Por tal razón la esperanza de poder hacer algo por mejorar lo existente se ve suplantada por la abulia, el descreimiento, la pasividad y la angustia. No otra cosa nos está sucediendo.
Un filósofo francés decía «En el desierto posmoderno todo es indiferencia, las grandes finalidades se apagan pero a nadie le importa un bledo, ésta es la alegre novedad», Gilles Lipovetsky en La era del vacío años atrás. La doctora Delbosco nos dice: «Hoy no nos escuchamos, no nos comprometemos con las cosas más chiquitas, ir a ver una película que nos gusta, decir en voz alta una idea que es nuestra por más que el resto opine diferente, ir a un curso que nos permite aprender algo nuevo. De lo chiquito a lo más grande hay una imposibilidad de comprometerse con la realidad, con algo que te llene la vida, que te haga sentir que tus capacidades tienen un buen destino… Los adultos de hoy son totalmente funcionales. Durante los cinco días de trabajo, se concentran con seriedad en eso y los fines de semana, cuando llega la hora de descansar, muchas veces se divierten con cosas evasivas, llámese alcohol, deportes riesgosos. Comprometerse con algo o alguien no resulta una alternativa fácil de tomar para la gente de hoy en día».
Es estimulante que ella diga: «Basta ver a los jóvenes. Se entusiasman mucho cuando se proponen situaciones difíciles. Por ejemplo, cuando se alejan de la ciudad y resuelven situaciones de pobreza extrema, donde les parece que las cosas no están hechas todavía y hay espacios para hacerlas. En esos contextos, están dispuestos a aceptar la incomodidad. Lo mismo sucede con los adultos; muchas veces los vemos pasar de una vida “fofa” a una más comprometida cuando ven que hay ciertas personas que están logrando cosas en este mundo que para ellos parece de “porquería». Sin embargo: «Este mundo embota la capacidad de responder porque parece ya hecho, ya pensado; está continuamente generando nuevas necesidades. Vivimos un tiempo individualista en el que la gente se encierra en sí misma y el otro molesta».

domingo, 20 de septiembre de 2009

La concentración de la economía necesita la concentración de los medios.

Continuemos revisando las afirmaciones de Noam Chomsky, investigador agudo e incisivo que no oculta lo que descubre. En los debates locales sobre el tema de la concentración se utiliza, con no muy buenas intenciones, la negación de que haya monopolios. En el sentido más restrictivo del término esto es cierto, por ello aclara nuestro profesor: «Pero nunca ha habido poder monopolístico; o ha habido muy raramente poder monopolístico. Tomemos los grupos de poder altamente concentrados, como en la industria de la energía. No son en sentido estricto monopolios. Shell y Exxon son competidores. Éste es un sistema de administración del mercado intensivo en gestión, con un enorme poder estatal implicado en los intereses de una pequeña colección de tiranías privadas. Es muy extraño encontrar un verdadero monopolio. La AT&T fue un monopolio durante una época. Era un monopolio, así que por tanto podían cobrar tarifas altas. Pero eso es ciertamente inusual. Lo que se ve son oligopolios; son pequeños conjuntos de grupos de poder altamente concentrados en relación unos con otros. Si uno de ellos consiguiera control total sobre un cierto sistema, otros poderes probablemente no lo permitirían».
Pasa luego a analizar la situación de la comunicación pública: «Pero más generalmente, los medios de comunicación durante la mayor parte de este siglo, y cada vez más en años recientes, han estado bajo poder corporativo. Pero ése no se es siempre el caso. No tiene que ser el caso. No tenemos que ir muy lejos atrás a encontrar diferencias. Bastante recientemente, en los años cincuenta, había cerca de 800 periódicos laboristas que alcanzaban a entre 20 y 30 millones de personas a la semana, con un punto de vista muy diferente. Remóntese usted más atrás, y a principios de siglo los medios comunitarios, laboristas y otros estaban básicamente al nivel de los medios corporativos. La eliminación de todo esto es consecuencia de la alta concentración del poder concedida por el estado con el activismo judicial y otras presiones privadas, que pueden ser invertidos y superados».
Adopta un punto de vista esperanzador, no tiene porque ser necesariamente así, esto ha sido el resultado de un proceso político: «En líneas generales, la globalización contemporánea está llevando el mundo de nuevo a lo que era hace más o menos un siglo. A principios de siglo, bajo la dominación básicamente británica y el patrón oro, si usted mira la cantidad de comercio, de flujo financiero, etcétera, en relación con el tamaño de la economía, estamos bastante cerca de volver a eso ahora, después de una depresión entre las dos guerras mundiales. Ahora hay algunas diferencias. Por ejemplo, la velocidad de transacciones financieras se ha acelerado mucho en los últimos 25 años con la llamada revolución de las telecomunicaciones, que era una revolución en gran parte dentro del sector público. La mayor parte del sistema fue diseñado, desarrollado y mantenido a expensas públicas, y después entregado al beneficio privado. Con la revolución de las telecomunicaciones iniciada por el Estado, llevaron a una explosión enorme del flujo de capital especulativo, que ahora está bien por encima del trillón dólares por día, y es sobre todo no productivo. Si regresamos a alrededor de 1970, los flujos de capital estaban relacionados en un 90% con la verdadera economía, como el comercio y la inversión. Ahora, sólo un pequeño porcentaje está en relación con la verdadera economía. La mayor parte tienen que ver con las manipulaciones financieras, las especulaciones con la innovación, cosas que son realmente destructivas para la economía. Y eso es algo que antes no era cierto, no solamente no lo era hace 100 años, sino que no era cierto hace 40 años. Así pues hay cambios».
Pero estos resultados son ocultados por los grandes medios, por ejemplo: «Usted puede leer en el New York Times, en el artículo de portada en "Week in Review", que América es próspera y feliz. Y si usted mira a los americanos de los que están hablando, resulta que no son las casi dos terceras partes de la población cuyos ingresos están estancados o disminuyendo. La publicación se refiere a la gente que posee el capital, cerca del 1% de las familias posee cerca del 50% del capital, y casi lo mismo pasa con otras posesiones. La mayor parte del resto de cosas es propiedad del 10% de la población. Así que América es feliz y América es próspera, si América significa lo que el New York Times entiende por tal. Son los pequeños grupos de élite de quien y para quien están hablando».

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Esto no es nuevo, pero se oculta

Hace unos diez años, en una entrevista el profesor del MIT, Noam Chomsky, hizo una serie de afirmaciones que es bueno volver a leerlas. Preguntado sobre el fenómeno de las corporaciones dice esto: «Existen corporaciones desde hace tanto tiempo como desde el siglo dieciocho, e incluso antes. En Estados Unidos, las corporaciones eran entes públicos. Básicamente, eran asociaciones. El modelo para la corporación volviendo a los tiempos de la redacción de la Constitución era un asunto constitucional. Durante el siglo diecinueve, esto empezó a cambiar. Es importante recordar que el sistema constitucional no fue diseñado en primer lugar para defender los derechos de la gente. Más bien, los derechos de los ciudadanos tenían que ser equilibrados, como propuso Madison, con lo que él llamaba los "derechos de propiedad". Por supuesto, la propiedad no tiene derechos. Así, ésta es sólo una frase codificada para favorecer los derechos de la gente con propiedades. El sistema constitucional fue fundado sobre el principio de que los derechos de la gente con propiedades tienen que ser privilegiados; ellos tienen derechos porque son personas pero ellos también tienen derechos especiales porque poseen la propiedad» (subrayados míos).
Es muy interesante comenzar a pensar el problema desde esta perspectiva histórica, porque puede verse cómo empiezan ciertas ideas y cómo van cambiando a lo largo del tiempo según se vaya dirimiendo la puja de intereses. Acá lo que está señalando Chomsky es el poder de los grandes propietarios. Uno de los Padres Fundadores de los EEUU hablaba con mucha claridad porque en aquellos tiempos se podían decir cosas que hoy hay que recubrirlas con una vestimenta que las convierta en una figura aceptable. El cuarto Presidente de los Estados Unidos, James Madison (1751-1836), recién citado, uno de los más influyentes de esos políticos por su contribución a la redacción de la Constitución de los Estados Unidos, a tal punto que es apodado "El Padre de la Constitución", sostenía que el objetivo del gobierno debe ser «proteger a la minoría de opulentos frente a la mayoría de pobres» y así lo expuso en los debates constitucionales. Esa es la vía por la que el sistema fue establecido. En los EEUU sobre el final del siglo XIX «los tribunales cambiaron crucialmente el concepto de la corporación. Simplemente lo redefinieron con el objetivo de garantizar privilegios para los dueños de la propiedad. Las corporaciones recibieron a principios del siglo XX derechos de personas, de hecho personas inmortales, y personas de inmenso poder. Y estaban libres de la necesidad de restringirse ellos mismos las concesiones del Estado. Ese es un gran cambio. Esencialmente es establecer importantes tiranías privadas, las cuales no tienen responsabilidades porque están protegidas por la Constitución».
Entonces podemos ver como se configuró una institución empresarial que tuvo las manos libres para el proceso de concentración del capital que hoy llega a cifras siderales. Dice Chomsky que: «Es una forma de tiranía. Pero, ese es el objetivo último de la corporación - intentar alejar lo público de la toma de decisiones sobre aquello que pertenece a su misma esencia, limitar los campos de discusión públicos, controlar la opinión, asegurarse de que las decisiones fundamentales que determinan cómo va a funcionar el mundo - lo cual incluye la producción, el comercio, la distribución, el pensamiento, la política social, la política exterior, todo - no está en manos públicas, sino más bien en manos de un altamente concentrado poder privado. Y hay varias formas para hacer esto. Una es tener el sistema de comunicación en manos de una red de, pocas o muchas no importa mucho, tiranías privadas».
Para poder pensar cómo funciona nuestro sistema de comunicación veamos lo que dice sobre su país: «Tomemos los medios de comunicación en Estados Unidos. Son mayoritariamente medios corporativos. Incluso los llamados medios públicos no son muy diferentes. Son simplemente enormes corporaciones que venden audiencias a los anunciantes de otros negocios. Y se supone que constituyen el sistema de comunicaciones. No es complicado imaginar que es lo que va a resultar de todo esto. Y hay cosas nuevas ocurriendo todo el tiempo. Es esencialmente un enorme juego de poder entre corporaciones, que intenta ofrecer a los "inversores" -a las juntas directivas de General Electric, Merrill Lynch, etc.- derechos extraordinarios. Se está haciendo en secreto porque la gente implicada, que es casualmente toda la comunidad de negocios, sabe que la ciudadanía va a odiarlo. Y no hay duda acerca del hecho de que los medios, que han estado bien enterados de esto desde el principio, han tenido éxito en no mencionarlo»

domingo, 13 de septiembre de 2009

La hipocresía no tiene límites VII

Estamos ingresando en una zona de tormentas mediáticas. Durante más de un año los medios concentrados ningunearon toda información respecto del proyecto de Ley de Servicios audiovisuales. Ahora, dado el tratamiento que ha comenzado en el Congreso, debemos prepararnos a leer, oír y ver toda clase de argumentos en contra del proyecto. ¿Cómo se explica esto? Los medios concentrados tenían la esperanza de que no llegara al Congreso y silenciándolo se lo ocultaba a la opinión del público. Este proyecto, como no se había conocido hasta hoy, recorrió primero todo el país convocando a las organizaciones más variadas, representativas de instituciones interesadas en el tema, a encuentros amplios y libres para el análisis, críticas y correcciones a la futura ley. Todo ese proceso recogió muy importantes aportes que fueron incorporándose al texto original.
Como anoté hace dos meses atrás el Relator de las Naciones Unidas en materia de Promoción y Protección de la Libertad de Expresión, Frank La Rue, que visitó nuestro país para informarse sobre el proyecto de ley dijo de él: «Es lo más avanzado que he visto en el continente y en el mundo en cuanto a telecomunicaciones, que aquí le llaman difusión de servicios de comunicación audiovisual… Uno de los puntos centrales del proyecto que más me entusiasmó es dividir el espectro de medios audiovisuales en tres partes iguales, el 33 por ciento para los medios privados con fines de lucro, el 33 por ciento para el Estado en sus distintos estamentos y 33 por ciento para las organizaciones comunitarias… Yo mismo nunca me he atrevido a dar recomendaciones tan específicas porque eso lo debe ver cada país, esto es muy de avanzada». Nada de esto apareció en los medios concentrados. Por el contrario hoy desde la “oposición obsesiva” comienzan a aparecer argumentos vacíos de contenidos, pura palabrería, que pretenden ocultar que, en sus disposiciones básicas, este proyecto es idéntico a varios presentados por partidos hoy en la oposición que quieren desentenderse de lo que sostenían tiempo atrás.
Dijo el escritor británico Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) a comienzos del siglo XX: «No necesitamos una censura para la prensa. La prensa misma es la censura. Los periódicos comenzaron a existir para decir la verdad y hoy existen para impedir que la verdad se diga». Hoy esta afirmación puede ser extendida a la totalidad de los medios de comunicación, por lo que debemos tomar conciencia del papel que han jugado siempre en la distorsión de la información al servicio del poder de turno. Por lo tanto, nada de esto es nuevo y hoy estamos ante una posibilidad histórica, esperada por más de treinta años, de poder contar con una legislación que contenga el avance de la monopolización en la propiedad de los medios, de abrir el espectro a la participación de una información más variada y plural.
El investigador Pascual Serrano cuenta en su libro "Desinformación - Cómo los medios ocultan el mundo", Como se difundió una noticia, entre tantas otras, que muestra la desaprensión en el manejo de la información: "La muerte de Walterio Carbonell". «En 2005 se publicó en el diario español El País y en el argentino Clarín un artículo escrito por Juan Goytisolo, en el que se informaba de la triste muerte del historiador cubano Walterio Carbonell, "condenado al ostracismo y el olvido", artículo del que en seguida se hizo eco toda la prensa anticastrista». El "pequeño problema", dice el autor, es que el muerto estaba vivo lo bastante como para responder, además, que no tiene motivos para sentirse olvidado ni mucho menos: «Me siento vivo intelectualmente en mi país. No tengo por qué sentirme olvidado. De hecho los jóvenes me consultan, me citan, me quieren. Y aquí en la Biblioteca he encontrado un respeto hacia mi talento y un enorme cariño hacia mi persona».
Es sólo uno de los tantos ejemplos que se puede mostrar del manejo de la información. Bien, estamos ante la posibilidad de cambiar la historia, es necesario no equivocarse tras los manejos turbios y no dejar pasar esta oportunidad.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Un lenguaje más claro

Pocos días atrás nos encontramos con un fuego de palabras cruzadas cuyo mensaje parecía ser una preocupación por el problema de la pobreza. Lo sorprendente, en algunos casos, era quienes se hacían portavoces de esa preocupación. Personajes, cuya vida privada, empresarial y política está muy alejada de demostrar la veracidad de las palabras expresadas, proclamaban a los cuatro vientos esa preocupación. En notas anteriores, que se me ocurrió titularlas La hipocresía no tiene límites, hablé de este tema. También debo decir que algunas relaciones entre obispos y empresarios poderosos tampoco ayudan a entender con claridad qué intentan decir y qué ocultan cuan hablan.
Por tal razón quiero citar un modo de hablar que me parece mucho más claro y que coloca algunas cosas en su lugar. Esas palabras vienen del Mensaje del XXIX Congreso de Teología “El cristianismo ante la crisis económica”, realizado en Madrid del 3 al 6 de septiembre de 2009. Voy a citar sólo algunos párrafos que permiten comprender de qué estoy hablando, el subrayado es siempre mío. Diagnostica: «El shock sufrido en el llamado primer mundo, cuyos efectos se han proyectado inmediatamente de forma universal, como consecuencia de la crisis económica de 2008 y 2009, comparable únicamente con el histórico crack o “gran depresión” del primer tercio del siglo veinte, está haciendo que se tambalee el estado de bienestar alcanzado en las últimas décadas por un pequeño número de países privilegiados, sumiendo al resto del universo en un caos de efectos incalculables. Estos hechos suponen una prueba de fuego no solamente para los dirigentes mundiales, sino también para las conciencias de muchos cristianos, al cuestionar su nivel de solidaridad comprometida». Debo destacar el señalamiento de dividir el mundo en dos partes: los ricos y los pobres.
«Se trata de una realidad de injusticia económica excluyente de los más necesitados y vulnerables de la sociedad, que ya habitaba entre nosotros antes de 2008 y que ha explotado ahora, haciéndose patente la fragilidad de una sociedad en la que han sido trucados los valores cristianos por el enriquecimiento fácil y la ostentación sin límites, que dan origen a un estado de injusticia que ha ocasionado que los índices de desigualdad y de pobreza no solamente no se hayan reducido en los años de prosperidad y desarrollo social, sino que se han mantenido constantes a lo largo de todo este período». Nos dice que hay pobres porque hay ricos, no es una situación anómala del sistema que no se sabe a qué se debe. «Si bien consideramos que el responsable de la crisis es el sistema capitalista, que permite que unos pocos se enriquezcan a costa del empobrecimiento de las mayorías populares, denunciamos la apatía y la falta de compromiso social de las confesiones religiosas, que se preocupan más por cuestiones de poder y por seguir defendiendo situaciones de privilegio en el terreno económico y social que por denunciar las injusticias de un sistema que atenaza a los sectores más necesitados».
Esta descripción lleva a la siguiente conclusión: «la necesidad de construir un nuevo orden mundial -político, económico, jurídico- alternativo al neoliberalismo, basado en la cooperación, la solidaridad y capaz de llevar a cabo controles efectivos del actual sistema financiero para evitar los abusos que se producen sistemáticamente. Y, a nivel nacional, que es urgente un cambio de rumbo de la política económica que beneficia a los poderosos y la puesta en marcha de políticas fiscales y sociales favorables a los sectores más desfavorecidos» correlaciona la pobreza con el abuso de los que se oponen a todo control estatal. Y agrega como una voz que debe interpelar a cada uno de nosotros: «En el terreno personal, como ciudadanos y creyentes, tenemos que dejarnos interpelar por la crisis actual y asumir compromisos concretos en los diversos niveles en los que nos movemos, renunciando al consumo irracional e insolidario, viviendo con austeridad, solidarizándonos de manera efectiva con las víctimas de la crisis, trabajando por la justicia y luchando contra la discriminación en todas su formas y manifestaciones étnicas, racionales, sexistas, sociales y culturales».
Cuánto bien haría a este debate en el que estamos sumergidos, en el que las voces que se cruzan dicen, ocultan, mienten con parte de la verdad, que nuestros obispos se hicieran eco de estas palabras, que se convirtieran en la voz que denuncia la hipocresía, fuera de quien fuese, sin miramientos, y no apareciera confusamente apañando a parte de esos poderosos de «consumo irracional e insolidario» que ostentan impúdicamente su riqueza mientras vierten lágrimas por los pobres.

sábado, 5 de septiembre de 2009

¿Qué hacen los medios de información? ¿Informan?

Ante nuestros ojos se está librando una feroz batalla. Tiene por escenario el Congreso de la Nación y la disputa se da en torno a una ley que intenta darle un orden democrático a la información pública. Parapetados detrás de varias bancadas se encuentran los batallones de los defensores del status quo. ¿Por qué esta ley es tan importante? Encontramos una respuesta en esta afirmación de un intelectual italiano de sobrados antecedentes en la materia, Giovanni Arrighi, quien afirmó: «La sociedad de la información es una de las más ignorantes de la historia». Es que esta sociedad descubrió un modo mucho más sutil de mantener al gran público en esa ignorancia: simular que informa.
La periodista y escritora María Toledano sostiene al respecto: «Existe una relación histórica, conocida, que une información y poder. Es una relación estable, limpia y ordenada como un sacramento católico, como un buen matrimonio burgués. Las empresas propietarias de los grandes medios de comunicación (que a su vez detentan infinidad de otros negocios multinacionales) deciden, de acuerdo con sus intereses y los de sus anunciantes, qué se emite o publica, cómo y cuándo. Los férreos filtros (pocas veces se equivocan) vienen fijados por los directivos, verdaderas correas de transmisión -perros de presa- de su accionariado y responden ante los indefensos espectadores con pequeñas dosis de verosimilitud (una aparente mirada inocente sobre el mundo) que nada tiene que ver con la verdad de los hechos descritos, ni con el principio básico -repetido por ellos mismos hasta la extenuación- de la objetividad».
Dice poca más adelante: «La idea es sencilla. Cuanto menos sepamos (esa es la única función de los mass-media) y más sepan (de cualquier materia) aquellos que circulan por las autopistas y moquetas del poder, más difícil será la crítica, más dura la batalla e imposible (casi) la erradicación de sus métodos y procedimientos de explotación y apropiación. La ciudadanía, destrozada y sin apenas más aliento que el denominado “tiempo de ocio” promovido por la dinámica consumista, es incapaz de reaccionar y las píldoras o mensajes -lo que se denomina “información”- van calando de tal forma que resulta imposible establecer un diálogo sensato (por no decir crítico) con alguien cuyas fuentes sean, únicamente, los medios mayoritarios. El objetivo está logrado. Por un lado la sociedad, el conjunto de los ciudadanos libres e iguales, legitima con su aceptación cotidiana -su incapacidad colectiva para desear otro modo de mirar, exigir y entender es dramática- los medios de masas y la veracidad de las noticias o análisis (ya no existe diferencia) y por otro, desautoriza, de raíz, sin paliativos, como exigen los cancerberos de la difusión, todas aquellas informaciones (por contrastadas que estén) que no provengan de sus autorizados órganos de emisión».
Pues bien de esto se trata la batalla que se está librando. Por tal razón debemos preguntarnos si queremos la perduración de este estado de la información pública o queremos abrir es espectro de fuentes de información para tener acceso a una multiplicidad de modos de entender la realidad actual. El prestigioso Ignacio Ramonet, de Le Monde Diplomatique, nos da una muestra de cómo funciona esto: «Muy pocos medios de comunicación lo han comentado. La opinión pública no ha sido alertada. Y sin embargo, las preocupantes conclusiones del Informe final, publicado por la Comisión Europea el pasado 8 de julio, sobre los abusos en materia de competencia en el sector farmacéutico merecen ser conocidas por los ciudadanos y ampliamente difundidas. ¿Qué dice ese informe? En síntesis: que, en el comercio de los medicamentos, la competencia no está funcionando, y que los grandes grupos farmacéuticos recurren a toda suerte de juegos sucios para impedir la llegada al mercado de medicinas más eficaces y sobre todo para descalificar los medicamentos genéricos mucho más baratos. Consecuencia: el retraso del acceso del consumidor a los genéricos se traduce en importantes pérdidas financieras no sólo para los propios pacientes sino para la Seguridad Social a cargo del Estado (o sea de los contribuyentes). Esto, además, ofrece argumentos a los defensores de la privatización de los Sistemas Públicos de Salud, acusados de ser fosos de déficits en el presupuesto de los Estados».

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La hipocresía no tiene límites VI

Se puede comprender que en los medios concentrados se dan los debates (muy pobres por cierto) sobre los temas que deberían merecer un ámbito más adecuado, más serio, más inteligente, pero las cosas se vienen dando de ese modo desde los noventa. Esto no debe ser olvidado, pero tampoco debe ser negado. También se torna cada vez más claro que esos medios responden a las ideas madre de los grandes capitales internacionales y que se parapetan en la defensa de sus intereses. Entonces si la historia nos ha enseñado que los intereses contrapuestos han adoptado la confrontación, cada uno de estos bandos han sido denominados de un modo clásico: derecha (los intereses de los poderosos) e izquierda (los intereses de los más desprotegidos). Si bien estas denominaciones están hoy muy deshilachadas, al punto de que no dicen gran cosa respecto de las concepciones políticas, lo que sí puede decirse sin temor a error es que la izquierda (como regla general) se ha travestido, pero la derecha está afilando el colmillo y se prepara para volver con toda su saña a quedarse con el pedazo más grande que pueda de la riqueza producida. Aunque algunos de sus expositores viertan lágrimas por los pobres.
Pero esto no es patrimonio exclusivo de la Argentina. En diversos países de nuestra América sucede lo mismo y con libretos parecidos (o copiados). No vale la pena hacer una lista, que es muy evidente para quien se preocupe un poco por la política internacional. Digo todo esto por la lectura de unas líneas de un periodista que se refiere a qué está pasando en nuestro continente, sobre todo a cómo reacciona el poder dominante ante cualquier cambio que modifique el status quo. «Reacción, por cierto, enteramente visceral, absolutamente cargada de tirria ideológica, que indica que: o ni siquiera se ha leído a profundidad el texto de la nueva normativa jurídica (dudoso), o que el odio de clase en juego no permite ser objetivo (nos inclinamos por esto). Reacción, por otro lado, que además de movilizar en bloque a la más conservadora y retrógrada derecha local, hace reaccionar a lo más conservador y retrógrado de la derecha del mundo».
Veamos cómo se comportan localmente. El periodista Fernando Krakowiak analizó las declaraciones de las empresas argentinas y las de las cámaras que las representan, dentro de las cuales ocupan puestos directivos. Se podrá recordar que el “caso Grupo Techint” y su disputa con el gobierno venezolano inundó los medios con comentarios adversos a su presidente Chávez. Esto dio lugar a que se comenzara, una vez más, a hablar de la chavización que se viene en la política argentina. No faltaron referencias a Aerolíneas Argentinas y a las AFJP. La voz de las cámaras empresariales tuvieron todos los medios a su disposición para decir lo que les pareciera, aunque contuvieran expresiones carentes de fundamentos, mentiras aviesas o verdades distorsionadas. Nadie de “la oposición” ni del “periodismo serio” desmintió, aclaró, corrigió, nada. Sin embargo, los negocios que hacen con Venezuela no merecen ser noticia destacada en los mismos medios.
Leamos: «Los empresarios Luis Pagani, Cristiano Rattazzi, Roberto Urquía, Miguel Acevedo, Sebastián Bagó y Viktor Klima tienen algo en común. Todos ocupan un lugar destacado en cámaras patronales que cuestionan la relación con Venezuela, pero al mismo tiempo hacen negocios con Hugo Chávez. Otros no avalan las críticas, pero tampoco defienden públicamente el vínculo comercial. Sólo se limitan a aprovecharlo de manera casi vergonzante. Roberto Domenech, titular del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa), reivindicó el miércoles pasado en un acto del sector el crecimiento que tuvieron en los últimos años, pero “olvidó” mencionar que eso se debe en parte a que Venezuela se convirtió en el principal destino de exportación de pollos. De hecho, el intercambio comercial con este país caribeño es actualmente uno de los más dinámicos. A mediados de este mes, distintos sectores firmaron acuerdos de exportación por 1100 millones de dólares que se suman a un conjunto de emprendimientos ya en marcha, que incluyen venta de bienes y servicios, inversiones directas, capacitación de recursos humanos y transferencia de tecnología. Todo eso pareciera no ser tomado en cuenta por el establishment. El rechazo que les genera un modelo que se proclama socialista puede más que los negocios, sobre todo desde que Chávez anunció la estatización de las siderúrgicas que Techint tenía en ese país. Lo que sigue es una muestra de lo que pone en riesgo el discurso empresario dominante que critica o desdeña los vínculos con el régimen venezolano».
Dejo para quien se interese por los detalles leer su artículo, muy bien documentado y claro, en
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-130473-2009-08-23.html