miércoles, 29 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno VIII

El resultado de este debate político-económico posicionó al neoliberalismo como gran triunfador, el Estado de Bienestar fue el gran perdedor y junto con él grandes sectores de la población del mundo, como ya quedó dicho. Dice Rapoport respecto de lo que los norteamericanos denominaron “los treinta gloriosos, refiriéndose al período que se cerraba: «Esa situación llegó a su fin con el inicio de la crisis de los años setenta, aunque en el fondo ya acechaban, desde un tiempo antes, problemas tales como presiones inflacionarias y desinversión, acompañados por una creciente crítica a la intervención del Estado y a los sistemas de protección social implementados en la posguerra». Subrayo la idea de la “creciente crítica” porque ella se pudo observar en nuestro país durante los ochenta y los noventa en el machacón mensaje de los medios de comunicación como: «Hacer chico el Estado para agrandar la Nación». Toda la crítica a la inutilidad del Estado y a las grandes ventajas del sistema de “libre empresa” fue una prédica permanente que caló muy hondo en las ideas de gran cantidad de gente. Esto no significa que el Estado funcionara bien, pretende decir que el camino era modificar, perfeccionar, eficientizar el Estado, no eliminarlo. Hoy ya hemos hecho la dolorosa experiencia de las consecuencias de todo ello.
Volvamos a leer al profesor citado porque radica en este punto un nudo de lo que va a suceder después, de cuya comprensión dependerá como sigamos hacia el futuro: «Así como antes de 1929 se generaba un consenso de ideas heterodoxas, que tuvo la oportunidad de implementarse para combatir la depresión económica en el escenario de la administración Roosvelt, lo mismo ocurrió en un sentido inverso en las décadas de posguerra. El auge trajo consigo mayores demandas salariales, procesos inflacionarios y caídas de rentabilidad en las empresas. En universidades, entidades académicas y empresariales fue creciendo una fuerte corriente de economistas ortodoxos y de intelectuales de derecha, que aprovecharon la crisis de los años setenta para volver a influir decisivamente sobre el poder político dando fundamento a esa “revolución conservadora”, madre del neoliberalismo». Estas “nuevas-viejas” ideas se denominaron en los ochenta el “monetarismo”. Se puede definir esta corriente como una teoría macroeconómica que se ocupa de analizar la oferta monetaria. Se identifica con una determinada interpretación de la forma en que la oferta de dinero afecta a otras variables como los precios, la producción y el empleo. Es decir, parte de manejo de la oferta monetaria como centro del proceso productivo. Esta teoría fue formulada por Milton Friedman, premio Nobel de economía en 1976. Se basa en el más crudo liberalismo y fue una reacción al keynesianismo. Su preocupación máxima es la inflación la cual, dice Friedman, es un problema estrictamente monetario. Esta preocupación por la inflación muestra claramente la defensa del capital financiero, que es el mayor perjudicado en esos procesos.
Como un aporte a la aclaración del tema Rapoport cita a un alto funcionario del Tesoro británico que fundamentaba su política monetarista para salir de la crisis durante el gobierno de Margaret Tatcher, decía que ellos: «No creyeron en ningún momento que esta teoría era correcta para bajar la inflación. Pero veían que su aplicación era muy buena para incrementar el desempleo y una vía extremadamente deseable para reducir la fuerza de las clases trabajadoras. La consecuencia era la recreación de un ejército industrial de reserva que permitiría a los capitalistas tener más beneficios que los obtenidos hasta entonces». Los abogados dicen en estos casos «a confesión de parte relevo de pruebas», si la confesión es tan clara las pruebas son innecesarias.
Ante toda esta muestra de sinceridad el profesor dice: «Quizás sería razonable preguntarse si en este caso – a diferencia de 1929 – fue una crisis que necesitaba de una fuerza política y de una ideología para garantizar al poder económico dominante – puesto en cuestión – la perdurabilidad de los cambios efectuados. Iba a constituir así un punto de inflexión en las políticas económicas cuyos alcances llegan a la crisis desatada en 2007». Una revisión de los resultados posteriores nos muestra que se apreció un aumento notable del desempleo en la mayoría de los países, en contraposición a la situación de casi pleno empleo de las tres décadas anteriores a la crisis de los setenta.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno VII

La crisis del petróleo sirvió como justificativo para explicar la depresión económica de los setenta y los ochenta, y culpar a los países integrantes de la OPEP de la misma. Sin embargo, es necesario ampliar el análisis para una mejor comprensión de esta etapa decisiva en el curso del capitalismo del siglo XX. Podemos leer algunas formas de encontrarle una explicación que se planteaba con estas palabras: «Frente a la crisis iniciada en 1973, producto de la disminución de las tasas de ganancias de las grandes empresas, se empezaron a cuestionar las ideas keynesianas de intervencionismo estatal y se inició un cuestionamiento teórico y práctico del funcionamiento del “estado de bienestar”. El Estado, según los críticos, gastaba demasiado y era eso lo que generaba la crisis, por lo tanto había que reducirlo. El keynesianismo aseguraba que frente a la crisis había que seguir aumentando el poder adquisitivo de la gente para aumentar el consumo y la producción, y por lo tanto, mantener el pleno empleo, aunque eso generara una inflación controlada y disminuyera las tasas de ganancias de los industriales».
Se puede ver un contraste de ideas, que representan intereses opuestos, respecto de la situación real de la década mencionada. La importancia de un claro discernimiento al respecto radica en que este debate se mantuvo a lo largo de las décadas siguientes y todavía no se ha encontrado una solución política. Solución que requiere la derrota de una de estas dos posiciones. Detrás de las palabras citadas se debe detectar los intereses en pugna. La crisis pone de manifiesto que la rentabilidad del capital va decreciendo, ante lo cual se proponen dos salidas: 1.- la continuidad del modelo de intervención estatal apuntando a la mejor distribución de la riqueza producida suponiendo, como lo había demostrado el periodo 1945-1970, que de ese modo se garantizaba el consumo por el buen nivel de la retribución al trabajo; 2.- la del reclamo de los capitalistas de volver a un Estado mínimo que eliminara la participación estatal frente al mercado, facilitando la concentración de la riqueza en pocas manos, lo que acarrearía el sacrificio de la distribución en desmedro de la retribución al trabajador.
Los críticos del Estado de Bienestar, neoliberales o neoconservadores, decían que el aumento de las ganancias era el único motor de la economía. Por lo tanto se debían reducir los costos volviendo al liberalismo tradicional con la reducción del Estado, disminución de los salarios y eliminación de los puestos de trabajo “innecesarios”. Esta reducción de los costos productivos: menor monto salarial por el despido de trabajadores, con mayor productividad a través del aumento de las horas de trabajo, permitiría el recupero de los niveles de rentabilidad de otras épocas. De este modo se incentivaría la inversión como camino de salida de la crisis. Las décadas de los ochenta y noventa mostraron el predominio de la segunda postura que culminó en el ya famoso Consenso de Washington .
Voy a recurrir al aporte de una autoridad académica, el profesor Mario Rapoport, investigador del Conicet, que describe esta situación con los siguientes conceptos: «Las ideas keynesianas dieron, por su parte, sustentabilidad al sistema de Bretton Woods con la conformación de los Estados de Bienestar, cuyas prestaciones en materia de seguridad social, salud, educación, etc., cubrían con sus beneficios a la mayoría de la población limitando los conflictos sociales en las regiones avanzadas del capitalismo. Esto iba acompañado por un proceso de intervención de los Estados en las economías y de nacionalización de los servicios públicos y de algunos sectores productivos. Se verificó, asimismo, un incremento de movimientos sociales y culturales y del poder de los sectores sindicales, que empujaron a un alza en los salarios reales y a una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores, especialmente en los países desarrollados, pero se fueron incubando, al mismo tiempo, ideologías contestarias al sistema».
En este párrafo quedan sintetizadas las razones por las cuales se produjo la reacción de los sectores del capital. Los beneficios conseguidos por los trabajadores durante esas décadas costaban un dinero que el Estado conseguía a través de impuestos a la renta. Por lo tanto, eliminar esas ventajas y erradicar la presencia del Estado en el juego económico, retrotraía la relación capital-trabajo a principios del siglo XX.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno VI

Esta revisión que estoy proponiendo debe asumir que el proceso histórico del capitalismo moderno ha sufrido un salto en su desarrollo. Con toda seguridad podemos considerar a la crisis del petróleo de la década del setenta como una bisagra del capitalismo moderno. La “jefatura del mundo” pasó de manos (de Gran Bretaña a los EEUU), aparecieron en escena, totalmente remozados, los antiguos conservadores con aires “revolucionarios” (es el neo-conservadurismo de Reagan-Tatcher, o el neo-liberalismo, dado que salvo en algunos aspectos menores no tienen grandes diferencias). En rigor de verdad una revolución se produjo dentro del esquema de poder internacional, “revolucionaron” los modos de ese esquema y la distribución del poder y de la riqueza, por ello, lograron el “mando unificado” que fue depositado en manos nuevas. Las posibilidades que la tecnología comunicativa ofrecía les abrió el camino a una circulación de la información, “en tiempo real”, que alteró las reglas de los negocios internacionales y de allí del poder internacional. El neo-conservadurismo o (neo-liberalismo) se presentó como una novedad, y muchos “compraron” esa vieja “mercadería” que venía presentada en “atractivos envoltorios”. Estos cambios se produjeron junto con “una combinación de factores que marcó el final de un período de notable crecimiento: La declaración de inconvertibilidad del dólar en 1971 y las devaluaciones del dólar entre 1971 y 1973 pusieron fin al sistema monetario de Bretón Woods”. Al dejar de estar sostenido por la paridad en oro el valor del dólar pasó a ser una incógnita. Se unía al proceso de deterioro:
«Ante la caída de la producción, del consumo, y del crecimiento económico en general, y frente a la reaparición de altos porcentajes de desocupación, el aumento de la pobreza y la inestabilidad de las variables económicas, se prefirió hablar de recesiones menores y momentáneas. Las causas de esta grave crisis, que se prolongó hasta la década del noventa, fueron explicadas de diferentes formas: por la crisis del petróleo (aumento del precio de dicho producto), por los avances tecnológicos que provocaron desocupación y hasta por la creencia de que los salarios habían aumentado demasiado. Es decir, se trató de una crisis provocada por el funcionamiento del propio sistema capitalista: después de más de veinte años de crecimiento sostenido se produjo un estancamiento y los empresarios —para no perder tanto— transfirieron la disminución de sus ganancias a los otros sectores de la sociedad: los trabajadores, el Estado, etc. La crisis fue causada por la propia estructura del sistema, influida por causas coyunturales, como las mencionadas anteriormente».
Habíamos señalado la aparición del neoconservadurismo, que es la ideología política con la cual se presenta el viejo liberalismo hacia el fin de siglo XX. Éste, en su versión original del siglo XIX, se sostuvo mientras el sistema capitalista, que era su base económica, demostró su salud creciendo a buen ritmo. Pero en la década del veinte comenzó a avizorarse una crisis que estalló sobre el final de esa década (según ya vimos). Fue entonces cuando revisó su postura frente al papel del Estado y lo colocó al servicio de la “resolución de la crisis”. Esto bajo las ideas del keynesianismo. La etapa política que va desde la estructuración de esa nueva forma de colocar el Estado frente al mercado, la década del cuarenta, hasta la “Crisis del Petróleo”, se caracterizó por la “presencia activa” del Estado como “actor regulador” de las políticas sociales, con una participación permanente en el control de la actividad económica y, fundamentalmente, como agente controlador de la distribución de la riqueza. Esos treinta años expusieron un crecimiento importante de las clases medias en los países centrales, y otro tanto ocurrió en otros países, como el nuestro. Si bien los países centrales exportaron gran parte de su crisis a los países dependientes logrando paliar así parte de su crisis, aquellos países que lograron cierto despegue de esa dependencia consiguieron un desarrollo importante. Llegamos a la década del setenta.
Detengámonos brevemente en ese momento de mediados de los setenta, que preparó las condiciones para realizar la operación del salto de precio del barril de petróleo. Los países exportadores de petróleo pactaron la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en agosto de 1960, que fue creada como respuesta a la baja del precio oficial del petróleo acordado unilateralmente por las grandes compañías distribuidoras. El barril se pagaba en 1970 u$s 2,53 a fines de los años 80 había subido a u$s 41. De esta manera se terminó con el petróleo barato que había lubricado el crecimiento de posguerra. Por otra parte, los países miembros de la OPEP aumentaron considerablemente sus ganancias, a las que se denominó “petrodólares”. Esa enorme masa de dinero salió de los estados árabes para incorporarse al sistema financiero occidental, que comenzó a ofrecer préstamos a cualquier país que los solicitase. De esta forma, la mayoría de las naciones en “vías de desarrollo” se endeudaron creyendo que pronto se recuperarían de la “momentánea” crisis. En los años 80, este endeudamiento estalló cuando México declaró la imposibilidad de pagar sus créditos.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno V

Comienzo pidiendo perdón por el abuso de información histórica, pero creo que es muy importante tener un panorama claro y amplio de los escenarios políticos-económicos-financieros que han posibilitado en este último acto del que somos espectadores y víctimas. Mucho de lo que aconteció fue ocultado y contado sesgadamente, con el claro objetivo de que no se sepa la verdad. Nos queda por ver la etapa posterior al final de la Segunda Guerra.
El comandante en Jefe de la Victoria fue el general Dwight David Eisenhower (1890 -1969) quien por su gran prestigio personal accedió a la presidencia de Estados Unidos de América durante dos mandatos 1953-61. Su actividad se centró en el plano internacional en el enfrentamiento con la Unión Soviética, periodo que se denomina Guerra Fría: el enfrentamiento ideológico que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS y la debacle del comunismo que se dio entre 1989 (Caída del Muro de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS). Su gobierno se concentró en el equipamiento militar para un supuesto posible ataque de ese enemigo soviético. Eisenhower decidió compensar la reducción del presupuesto militar con un sistema de defensa que descansaría cada vez más sobre las armas nucleares. Esto posibilitó el desarrollo de la gran industria armamentista, justificado por el peligro señalado. Al terminar su segundo mandato, en el acto en que le entregaba el mando al presidente electo John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) pronunció un discurso en el que sostuvo lo siguiente:
«Hasta el último de nuestros conflictos mundiales, los Estados Unidos no tenían industria armamentística. Los fabricantes norteamericanos de arados podían, con tiempo y según necesidad, fabricar también espadas. Pero ahora ya no nos podemos arriesgar a una improvisación de emergencia de la defensa nacional; nos hemos visto obligados a crear una industria de armamentos permanente, de grandes proporciones. Añadido a esto, tres millones y medio de hombres y mujeres están directamente implicados en el sistema de defensa. Gastamos anualmente en seguridad militar más que los ingresos netos de todas las empresas de Estados Unidos.
»Esta conjunción de un inmenso sistema militar y una gran industria armamentística es algo nuevo para la experiencia norteamericana. Su influencia total (económica, política, incluso espiritual) es palpable en cada ciudad, cada parlamento estatal, cada departamento del gobierno federal. Reconocemos la necesidad imperativa de esta nueva evolución de las cosas. Pero debemos estar bien seguros de que comprendemos sus graves consecuencias. Nuestros esfuerzos, nuestros recursos y nuestros trabajos están implicados en ella; también la estructura misma de nuestra sociedad. En los consejos de gobierno, debemos estar alerta contra el desarrollo de influencias indebidas, sean buscadas o no, del complejo militar-industrial. Existe y existirán circunstancias que harán posible que surjan poderes en lugares indebidos, con efectos desastrosos. Nunca debemos permitir que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades ni nuestros procesos democráticos. No deberíamos dar nada por supuesto. Sólo una ciudadanía entendida y alerta puede obligar a que se produzca una correcta imbricación entre la inmensa maquinaria defensiva industrial y militar, y nuestros métodos y objetivos pacíficos, de modo que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntas».
Ruego al lector que lea y relea las palabras, con mi subrayado agregado, que pronunció el presidente saliente, porque están allí las claves de la comprensión del periodo siguiente de la historia mundial. Dentro de él se han dado transformaciones que no pueden ser comprendidas acabadamente sin este fundamental concepto económico-político: el “complejo militar-industrial”. Este “inmenso sistema”, como él lo define, más conocido como el Pentágono, es el centro del poder de los EEUU y su capacidad de decisión abarca un área de la vida del mundo cuya “influencia total (económica, política, incluso espiritual) es palpable en cada ciudad, cada parlamento estatal, cada departamento del gobierno federal”. No dijo, y no podía decirlo, que esa influencia se extendía por el globo hasta los más remotos pueblos: la globalización. Pero lo sustancial, leídas desde nuestro presente, estas palabras advierten sobre las causas de lo que realmente ocurrió.
No me sorprendería que algún lector se sienta desbordado por estas afirmaciones, que todo esto le parezca una película de ciencia ficción. A pesar de ello deseo que no se desanime y que continúe con la lectura de estas páginas, esto es sólo el punto de partida que nos permitirá iluminar los acontecimientos de las últimas cinco décadas de la historia del mundo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno IV

La alternativa de Roosvelt era de muy difícil solución. Entonces sucede algo providencial, leamos su relato según nos cuenta el historiador John Toland. Esto que sucedió fue ocultado por el Alto Mando que dijo a sus Jefes: “Caballeros, esto va a la tumba con nosotros”: «El 6 de diciembre de 1941 se le entrega a Franklin Delano Roosevelt un mensaje interceptado por la Marina de los EE.UU. Enviado desde Tokio a una de las embajadas japonesas en Washington, estaba cifrado en el código diplomático de alto nivel japonés (el código púrpura) y declaraba la intención de Japón de poner fin a las relaciones con los EE.UU. Una vez leída la transmisión de trece páginas, Roosevelt afirmó: “Esto significa guerra”. Pero entonces hizo algo un tanto extraño: absolutamente nada. Sí, eso es. Conocía la secreta declaración de guerra de los japoneses pero nunca se lo comunicó a quienes necesitaban saberlo: el almirante Husband E. Kimmel, comandante en jefe de la Flota de los EE.UU. en el Pacífico, en Pearl Harbor (Hawai) y el teniente general Walter Short. Todos los militares sabían que, en caso de que los japoneses atacaran, el objetivo sería Pearl Harbor.
Al amanecer de la mañana siguiente, un escuadrón japonés bombardeó Pearl Harbor en un ataque sorpresa que resultó ser eso, una gran sorpresa. Por lo menos para Kimmel, Short y los otros 4575 soldados americanos que allí murieron. La sorpresa no lo fue tanto probablemente para los generales George G. Marshall y Leonar T. Gerou y los almirantes Harold R. Stark y Richmond Kelly Turner, altos rangos militares en Washington, y los únicos autorizados para revelar ese tipo de información confidencial a mandos desplazados. Kimmel y Short, sin embargo, no recibieron el mensaje descifrado de la declaración de guerra hasta por la mañana, cuando el ataque ya había comenzado en el Pacífico».
Esta historia, largamente ocultada, encuentra su explicación en las palabras del contraalmirante Robert A. Theobald, quien se encontraba al mando de los destructores en Pearl Harbor: “Éste era el problema del Presidente y su solución se basó en el simple hecho de que para protagonizar una pelea, hacen falta dos, pero uno de esos dos tiene que empezarla”. El presidente encontró el camino abierto para resolver la encrucijada.
Si me he detenido en esta etapa de la historia es porque podemos encontrar allí el comienzo de la dominación planetaria de los EEUU hasta hoy, que está comenzando a ponerse en cuestionamiento. «Ese puñado de hombres, venerados y honorados por millones de personas -escribe Toland- se convencieron a sí mismos de que era necesario faltar al honor por el bien de la nación y provocaron la guerra que Japón había tratado de evitar».
«Cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Roosevelt intentó cambiar la agenda económica con el resultado de que gran parte de esos capitales se canalizaron a través de la industria bélica en lugar de destinarse a la producción de bienes de consumo. Desde 1940 la 2ª guerra mundial ya producía una gran demanda de los productos estadounidenses. En un principio, Estados Unidos sólo iba a intervenir en la guerra como proveedor de productos de guerra a los países aliados (especialmente Gran Bretaña y Francia). Esto hizo que el desempleo se redujera porque se revitalizó la industria. Dado que Estados Unidos no había sido atacado no podía intervenir de manera activa en la guerra, pero con el ataque Japonés a la base de Pearl Harbor entra de lleno en todos los frentes».
La participación de los EEUU en la Segunda Guerra le otorgaron: una victoria militar, ser el único país participante en cuyo territorio no se combatió, quedar con su aparato industrial en plena producción, haberse convertido en el gran acreedor, y ser al mismo tiempo el salvador de la democracia occidental. Podría decir yo, no sin un poco de cinismo, que el resultado fue brillante y de muy bajo costo, teniendo en cuenta la situación que se le presentaba de allí en más.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno III

La crisis había llevado a replantear el rol del Estado en la economía de una nación. Como dije antes, las teorías dominantes no estaban en condiciones de dar cuenta sobre qué pasó ni de ofrecer una salida de la depresión. En marzo de 1933 asumió como presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, quien se fijó como principal objetivo reconstruir la economía de su país. «Para esto desarrolló un plan conocido como "New Deal", que consistía en la regulación de la economía favoreciendo las inversiones, el crédito y el consumo, lo que permitiría reducir el desempleo. El gasto público debía orientarse a la seguridad social y a la educación».
El modelo estaba inspirado en las ideas del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) quien, después de un profundo análisis de las dificultades del capitalismo, expuso sus nuevos principios en el libro "La teoría general del empleo, el interés y el dinero". Las ideas de este autor han reflorecido después de los problemas que trajo aparejados el problema actual. Allí se apoyaba en los principios del liberalismo clásico, pero proponía para situaciones, como las que se daban en la década del treinta, la intervención del Estado en aquellos casos en que se viera alterado el mercado en su funcionamiento. «Creía que una redistribución de los ingresos y el aumento de la tasa de empleo, reactivaría la economía. Nació así la teoría keynesiana. Dado este énfasis en la demanda, era natural para Keynes proponer el uso de políticas fiscales y monetarias activas para contrarrestar las perturbaciones de la demanda privada, por ello es particularmente recordado por su propuesta de apelar a una política de intervencionismo del Estado, a través del cual se propondrían medidas fiscales y monetarias con el objetivo de mitigar los efectos adversos de los períodos de recesión. Los economistas lo consideran uno de los principales fundadores de la macroeconomía moderna». Keynes había padecido en sus propias finanzas el Crack del 29 que casi lo lleva a la bancarrota, pero pudo recuperarse en poco tiempo. Sus ideas y las medidas por él propuestas han recobrado vigencia en estos últimos años.
Volvamos a Roosevelt. Las medidas adoptadas por su gobierno fueron: ayudar a los bancos, subvencionar a los agricultores, aumento de los salarios y reducción de las horas de trabajo, creación de nuevos puestos de trabajo en la administración pública y en obras públicas, lo que daría un fuerte impulso a la construcción y a sus industrias derivadas. También se establecieron planes de asistencia sanitaria y se organizó un nuevo sistema de jubilaciones y pensiones. Los resultados del New Deal no fueron todo lo que se proponía, pero al menos se logró la estabilización con poco crecimiento. No se logró el pleno empleo y la permanencia de un número alto de desocupados, hicieron de la década del 30. Un período de tensiones y enfrentamientos sociales.
El final de la década del treinta mostraba todavía una situación preocupante para los EEUU. Como dije las políticas no habían producido los efectos buscados. Todo ello preocupaba seriamente a Roosvelt. Miraba el panorama internacional y comprendía que se aproximaba una Segunda Guerra (o una continuación de la interrumpida primera, según algunos analistas) y toda guerra es también una gran oportunidad. Su posible participación estaba vedada por dos razones: sus promesas de neutralidad durante su campaña electoral y el dominio de los aislacionistas en el Congreso que propició la Ley de Neutralidad de 1935. Aunque Roosevelt la aceptó, ya en 1937 propuso que las naciones amantes de la paz debían establecer una especie de "cuarentena" a las potencias agresoras. Aparentemente sólo pensaba en la ruptura de relaciones diplomáticas, pero la reacción en el país fue tan grande y rápida que el presidente debió desdecirse y volver a una política de estricta neutralidad.
Nos encontramos frente a un nudo de la historia de la segunda mitad del siglo XX de vital importancia. Allí se puede descifrar las alternativas que tenía el Presidente para salir del conflicto económico y social que tanto le preocupaba: ¿Cumplir con la política de neutralidad o participar en la Segunda Guerra?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno II

El cuadro de la nota anterior nos anticipa las condiciones de la caída de la Bolsa de Nueva York. ¿Por qué sucedió tamaño desastre?: A medida que la prosperidad aumentaba, los empresarios buscaron nuevos negocios para invertir sus ganancias. Prestaban dinero a Alemania y a otros países e instalaban sus industrias en el extranjero. «También invertían en maquinarias que permitían aumentar la producción. Desde que advirtieron que tendrían dificultades para vender tanta mercadería, comenzaron a invertir en bienes de lujo, como joyas o yates, y en negocios especulativos. La compra de acciones en la bolsa se fue transformando en uno los más rentables. Muchas veces, para comprar acciones, los empresarios pedían créditos a los bancos. Debido a que la ganancia de las acciones podía llegar a un 50% anual y el interés que debían pagar por los créditos bancarios era del 12%, los beneficios que obtenían eran enormes. A fines de la década, la prosperidad, que antes estaba basada en el desarrollo industrial, pasó a depender de la especulación». Quiero subrayar esta afirmación para entrar luego en el análisis de esta última crisis.
Prestemos atención a esta referencia: «En 1928, algunos síntomas hacían prever que la economía estaba en peligro. Los ingresos de la población no habían subido tanto como para que el consumo siguiera creciendo. Los almacenes estaban llenos de mercaderías que no podían ser vendidas y muchas fábricas comenzaron a despedir a sus trabajadores. Sin embargo, en la bolsa seguía la fiesta especulativa. Los precios a que se vendían las acciones no reflejaban la situación económica real de las empresas. Aunque el crecimiento de muchas de ellas se había detenido, sus acciones seguían subiendo porque había una gran demanda de los especuladores. Nadie pudo o quiso darse cuenta de la gravedad de la situación. Cuando en octubre de 1929 la Bolsa de Nueva York quebró, la crisis fue inevitable y se extendió al sistema bancario, a la industria, el comercio y al agro estadounidenses. Sus consecuencias se sintieron también en todo el mundo y perduraron hasta la Segunda Guerra Mundial».
El derrumbe adquirió perfiles inéditos. Los analistas estuvieron muy lejos de advertir los tiempos que se avecinaban. «El jueves 24 de octubre de 1929, se produjo el crash de la bolsa de Wall Street. Más de 13.000.000 de títulos que cotizaban en baja no encontraron compradores y ocasionaron la ruina de miles de inversores, muchos de los cuales, habían comprado las acciones con créditos que ya no podrían pagar». Esto llevó a que la gente entrara en pánico, como es comprensible, y quienes poseían dinero en cuentas bancarias corrieron a retirarlo. Los bancos no estaban en condiciones de hacer frente a la magnitud de reintegros demandados. Por otra parte, como en los Estados Unidos se había tratado de hacer frente al descenso de la demanda con una expansión del crédito a los ciudadanos comunes, se vieron desbordados por deudas incobrables. Ante esto, se cancelaron las líneas de nuevos créditos, no se refinanciaron las deudas existentes. El final obligado: aproximadamente 600 bancos americanos quebraron en poco tiempo.
A partir de ese momento se inició un período de contracción económica mundial, conocido como la "gran depresión". El descenso del consumo hizo que los stocks acumulados crecieran, las inversiones se paralizaran y muchas empresas tuviesen que cerrar sus puertas. «La caída de la actividad industrial supuso una desocupación generalizada, de tal manera que se calcula que hacia 1932, existían en los Estados Unidos cerca de 13.000.000 de desocupados. La depresión trajo también penuria en el campo, pues muchos agricultores se arruinaron como consecuencia de la caída de los precios y de los mercados agrícolas. Como solución desesperada para poder pagar sus deudas, gran cantidad de trabajadores agrícolas vendieron sus tierras a precios irrisorios y se fueron a trabajar al oeste. La pobreza no alcanzó solo a campesinos y obreros, sino que se extendió a empleados, profesionales y capitalistas arruinados».
El sistema capitalista ya había logrado una interconexión de negocios que abarcaba a gran parte del planeta, que se manifestaba principalmente en la dependencia que de los Estados Unidos tenía la economía europea, lo cual hizo que la gran depresión, se extendiera por todo el mundo. La caída de los precios en América afectó a las industrias de otras partes del mundo que tenían precios superiores a los estadounidenses y que al no poder competir, vieron drásticamente reducidas sus exportaciones. Al mismo tiempo, la disminución de la demanda norteamericana, (y por ende, de sus importaciones), frenó las exportaciones de muchos países, con lo que disminuyó el comercio mundial. Todas las verdades del liberalismo económico se desmoronaron e hizo que comenzaran muy serias dudas sobre la sobrevivencia del sistema.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno I

Inicio acá una serie de notas sobre el problema financiero que es hoy el eje de la crisis que venimos padeciendo desde su último estallido. Tomo prestado el título del libro de William K. Black que comentaré más adelante. La referencia obligada entre los analistas más serios es la comparación con su antecesora la de 1929 en la bolsa de Wall Street. Voy a hacer una breve historia de esta catástrofe del sistema capitalista porque ofrece muchas aristas para comprender lo que estamos observando a partir del 2007.
Terminada la Primera Guerra mundial (que no fue tan mundial como la de 1939-45), los gobiernos de los diferentes países del mundo, tenían esperanzas en recuperar la prosperidad económica que habían disfrutado hasta 1914. Todo parecía indicar que eso era posible ya que esas expectativas se estaban cumpliendo. Pero en 1920 comienza una crisis que hizo caer precios y expectativas. Tanto los países que habían participado de la guerra, como los que habían permanecido neutrales, ensayaron propuestas para volver a tener una economía sólida basada en una moneda estable. Sin embargo no fue fácil conseguirlo. Europa no respondía a las expectativas y las monedas comenzaron a sentir las repercusiones del caos de Alemania. Las empresas, entonces, debieron recurrir a los préstamos extranjeros para poder sobrevivir, circunstancia que colocó a esos países, en los años siguientes, en una gran dependencia de los créditos externos.
Pocos años después, a partir de 1924, la crisis mostró síntomas de recuperación y comenzó una nueva etapa de prosperidad que reanudaba el crecimiento económico. Pero no todo funcionaba bien, algunos precios de materias primas y alimentos básicos volvieron nuevamente a bajar, y el desempleo se mantuvo alto. Estos desequilibrios llevarían a una nueva crisis, pero esta vez, más profunda.
Por su parte los Estados Unidos y su modelo de vida mostraban todo su esplendor, ya que habían sido los beneficiarios en modo superlativo del conflicto bélico, convirtiéndolo en el principal proveedor de materias primas y productos alimenticios e industriales. También era el principal acreedor del mundo, y su influencia en Europa era fundamental. La guerra le había permitido también un importante crecimiento industrial que se calcula en un 15%, siendo los sectores más favorecidos aquellos relacionados con la industria bélica. La agricultura también se había beneficiado y las necesidades europeas de comerciar, convirtieron a la flota americana en la segunda marina mercante del mundo. La prosperidad y el crecimiento que se inició en los primeros años de la década de 1920, fueron mucho más profundos y estables en este país. Como consecuencia se consolidaron sectores industriales nuevos como la industria eléctrica, la química y la petroquímica, la aeronáutica, la automotriz, el cine y la radiofonía.
Todo este desarrollo industrial sin precedentes, se expresó en la renovación del sistema energético, sobre todo a partir del incremento del consumo de petróleo y electricidad. La industria alcanzó niveles de eficiencia al incorporar técnicas nuevas de producción: el Taylorismo y el Fordismo, como modos de organizar el trabajo al introducir la producción en serie. También se desarrollaron nuevas actividades relacionadas indirectamente con las nuevas industrias, como la construcción de carreteras, de aeropuertos, de viviendas de fin de semana, etc. Todo este proceso de alta competencia industrial, que había llegado a niveles muy altos, aumentó la concentración empresarial, dando lugar a la formación de trusts. Se comienza una nueva etapa que daría lugar a las altas concentraciones de capital que dan base al mundo de las multinacionales.
Por todo ello la prosperidad indefinida y el optimismo se extendían por todas partes. Dice un analista de la época: «Eran los años dorados del consumismo y de la exaltación nacionalista. Se creía alcanzada la meta de ser una sociedad opulenta. El clima de confianza se tradujo en la compra de acciones de las empresas industriales por parte de un gran número de la población, siendo la Bolsa de Nueva York el centro de la economía mundial, a dónde llegaban capitales de todos los puntos del planeta. A pesar de esto, como la economía mundial estaba en desequilibrio con respecto a los Estados Unidos, no se pudo generar una demanda suficiente que pudiese sustentar la expansión industrial. Esto dio lugar a que ya en 1925, se comenzase a acumular stock de diversos productos, dando lugar a la caída de los precios, al desempleo y a la pérdida de la capacidad adquisitiva de la población. Hacia fines de la década, la compra de acciones de manera desenfrenada creció en un 90%. La especulación financiera hacía ganar dinero rápidamente, siendo el valor de las acciones ficticios, ya que estaban por encima de su valor real. La gente sacaba créditos en los bancos y ponía ese mismo dinero en la bolsa, a un interés más alto de lo que pagaba».

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada XI

En los EEUU hay un tipo de organización, que se escuda bajo la forma de una “fundación” (sin propósito de lucro aunque sí políticos), que permite un espectro de acciones muy amplio. Hace muchas décadas que funcionan allí. Debe recordarse que muchas universidades Están amparadas y sostenidas por esta forma institucional. «Donor’s Capital Fund es una “organización de apoyo” de Donors Trust, una organización hermana sin fines lucrativos. Ambas están comprometidas con la meta de “resolver las necesidades de bienestar social con fondos privados”, en lugar de recurrir a soluciones gubernamentales: puesto que quieren un Estado pequeño intentan demostrar que puede hacerse sin su intervención (principio libertario). Teniendo en cuenta que hay 43 millones de norteamericanos que viven por debajo del umbral de pobreza, resulta fascinante que este tipo de personas destinen 17 millones de dólares no a aliviar el hambre sino a empaquetar DVDs. Que coman plástico, tal vez sea eso». El objetivo es muy evidente: no importa cuál sea la situación social lo que es necesario es que no posibilite el conflicto para lo cual el lavado de cerebro es un mecanismo muy eficiente.
En 2008, el Clarion Fund se convirtió en el mayor beneficiario de Donors Capital Fund por un amplio margen, recibiendo 17.778.600 dólares. Esa suma constituía el 96% de todos los fondos recibidos por el Clarion en 2008 y nueve veces sus ingresos de 2007. La desproporción entre el patrimonio con que cuenta la organización y el monto de las donaciones no despierta recelo puesto que el control que se tiene sobre ellas es muy sólido. El mecanismo de protección sobre el nombre de los donantes protege la capacidad de operar desde las sombras a los hombres de las más grandes fortunas. Ese es el caso del ya mencionado Charles Koch, uno de los donantes de Donors Capital y Donors Trust. Dos beneficiarios que recibieron repetidas y apreciables subvenciones y figuran entre las favoritas de las fundaciones de Koch. La impunidad en que se han amparado los donantes “anónimos está garantizada por el secreto que guardan a este respecto esas organizaciones. «Lo que es seguro que el o los donantes tenían todas las razones del mundo para creer que nunca serían descubiertos. La organización aconseja a sus donantes en su espacio en red: “Al contrario de lo que sucede con las fundaciones privadas, las donaciones de su cuenta seguirán siendo tan anónimas como usted desee"».
«Otras son: la George Mason University Foundation y el Institute for Humane Studies. Otro vínculo es el de Claire Kittle que trabaja como directora ejecutiva de Talent Market y era la anterior responsable del programa de liderazgo y desarrollo de talentos [Program Officer for Leadership and Talent Development] de la Charles G. Koch Charitable Foundation [Fundación Caritativa Charles G. Koch]. Un proyecto de Donor’s Trust es Talent Market.org, una oficina de cazatalentos para buscar personal a las organizaciones sin ánimo de lucro que sea gente "correcta", se entiende este concepto como “gente de derecha”. Tenemos también a Whitney Ball, presidente tanto de Donors Capital Fund como de Donors Trust. Ball fue uno de los invitados estrella en el festejo secreto de Aspen , sólo para invitados, que organizó Charles Koch en junio de este año, tal como informó ThinkProgress.org. En la lista de invitados de la celebración de Koch figuraba también Stephen Moore, miembro de la junta editorial del Wall Street Journal. Moore es director del Donors Capital Fund. Y poniendo el broche final de tan estrechos lazos está Lauren Vander Heyden, que trabaja como coordinadora de servicios a los clientes [Client Services Coordinator] en Donors Trust. La señora Vander Heyden trabajó anteriormente como coordinadora de subvenciones y analista política de la Charles G. Koch Charitable Foundation».
Probablemente, para el lector que no ha tenido lecturas sobre este tipo de ONGs, le resulte un poco pesado todo este tipo de información. En mi descargo debo decir que es necesario conocer su funcionamiento porque su modo de operar desde las sombras las convierte en invisibles para el tan famoso “hombre de a pie”. Se parapetan en instituciones con nombres, trayectoria, actividades blancas y limpias, protegidas por el silencio de los grandes medios de comunicación, beneficiarios de la publicidad que pagan las empresas comerciales de propiedad de las más grandes fortunas. En nuestro país campea una inocencia muy grande sobre el particular que puede llevar a no comprender todo lo que intento mostrar. Si el tipo de denuncia que ha aparecido en estas notas sobre el accionar de las campañas políticas sorprende, creo que la “denuncia” del veterano en estas lides Mariano Grondona sobre “las juventudes hitlerianas” en la Plaza de Mayo debería alcanzar para comprender que no estamos tan lejos. Además, y esta es mi convicción, el nivel cultural y político del pueblo argentino (a diferencia de la ingenuidad del norteamericano) hace más difícil este tipo de maniobras, aunque no sean imposibles.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada X

Voy a continuar mostrando el análisis de Pam Martens, comenzado en la nota anterior. Es muy interesante el título que le ha colocado a su nota: “EEUU: los ilícitos fondos secretos de los millonarios de extrema derecha para mantener vivo el miedo”. Reúne dos aspectos de la política de ese país: el miedo y la campaña de los mil-millonarios entrelazando una línea política que se plantea, con toda claridad, la dominación de la conciencia de la población del norte. Fenómeno que no se debe perder de vista por las réplicas que se pueden observar en nuestro país y en el resto de América Latina.
El autor desea subrayar el contenido de la película que se ha distribuido en los DVDs a través de los periódicos más importantes advirtiendo al lector sobre lo siguiente:
«En un aspecto, sobre todo, recuerda una película de propaganda de estilo nazi: guarda silencio sobre los cientos de miles de civiles musulmanes, incluyendo mujeres y niños, muertos por bombas y acciones militares norteamericanas. Un posible vínculo con intereses del gobierno es el de Erik Werth, quien trabajó con el Secretario del Tesoro Robert Rubin en la Casa Blanca de Clinton, donde se dedicó a análisis de alto secreto de la seguridad. También fue productor de bloques del programa Dateline de la cadena de televisión NBC [programa periodístico de mucha audiencia]. Se nombra a Werth como codirector y coproductor del posterior documental del Clarion Fund, “The Third Jihad” ["La tercera Yijad"]».
El terror islámico ha sido uno de los caballitos de batalla del gobierno de Busch, que dio comienzo a la guerra en Irak y Afganistán. Debe recordarse que para esa extrema derecha norteamericana su presidente Obama es un musulmán que se ha apropiado de la Casa Blanca. Por ello la última campaña electoral presentó rasgos violentos que se han denunciado como parte de una publicidad malintencionada [puede ser de la escuela Lilita Carrió]:
«La reacción a este tipo de proselitismo propagandístico en los medios de comunicación empresariales fue inmediata y áspera en los últimos días de una carrera presidencial en la que ya se estaba desprestigiando a “un candidato” por sus “lazos musulmanes”. Un redactor de Democratic Underground que utiliza el sobrenombre de Mr MickeysMom agarró el teclado para dar salida a su espontánea reacción: “Vale – ¿Quién más revolvió entre los anuncios del domingo y se puso hoy a ver este DVD? (...) Aquí están para avisarnos de la declaración de guerra a la cultura occidental y la destrucción del Cristianismo y el Judaísmo, justo a tiempo para las elecciones. De modo que esto es lo último, chicos. Este DVD arrasador es un paso más: el paso mayor, más audaz que yo haya podido ver para orquestar el miedo, el odio y para cambiar vuestro voto (...) Me cuenta que la Casa Blanca cambiará y se convertirá en la Casa Musulmana…que Norteamérica debe despertar y que se está estrangulando con “nuestra corrección política”».
Debe destacarse que no tos los medios se subordinaron a ese tipo de imposición publicitaria, aunque como vimos, muchos de los más importantes aceptaron entrar en ese juego. «Unos 60 diarios aproximadamente se negaron a aceptar el DVD para su distribución, entre los que se contaban el Detroit Free Press, el Plain Dealer de Cleveland, el St. Louis Post-Dispatch y The News & Record de Greensboro, Carolina del Norte. En ese momento, John Robinson, director de The News & Record, afirmó que el diario declinó distribuir el DVD porque “creaba división y jugaba con los temores de la gente… Como he comentado en otras ocasiones respecto a ciertas decisiones relativas a las noticias, sólo porque puedas publicar algo no significa que debas hacerlo”».
«CounterPunch puede informar hoy cuánto costó esta campaña de provocación racial e instigación al odio y de dónde salió el dinero, al menos nominalmente. Los 28 millones de DVDs, con un coste total de 15.676.181 dólares, los produjo Artist Direct Media, que fabrica CDs y DVDs en cantidades masivas. La compra entre los grandes medios del espacio para insertarlos en los dominicales costó la bonita suma de 719.436 dólares y la llevó a cabo NSA Media, una unidad del gigante publicitario global, Interpublic Group. Esa cifra parece decididamente liviana, de modo que debe haber otras fuentes de financiación que no han salido todavía a la luz. (NSA Media es una poderosa compradora de espacios publicitarios, que representa a varios de los mayores compradores de publicaciones y marcas de consumo del país, lo que podría ayudar a explicar por qué los periódicos más importantes hicieron tan pocas preguntas acerca de este proyecto tan impropio). La factura completa la pagó Donors Capital Fund, la súper-hermética organización "libertaria" sin propósito de lucro». Es un tipo de ONG que encubre propósitos políticos ocultos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada IX

Las recientes elecciones norteamericanas, por sus resultados, nos pintan un panorama que nos ofrece mucho para pensar. No debemos olvidar que la tan citada “globalización” nos remite a pensar en un mundo interconectado que entreteje las políticas nacionales con las internacionales. Si nos ha sido útil hasta acá el juego de los espejos que hemos venido realizando, no lo abandonemos para poder avanzar un poco más por ese camino.
Un personaje muy interesante, que cuenta con una muy larga trayectoria y experiencia, Pam Martens, trabajó en Wall Street, ex agente de bolsa, durante 21 años; ahora ya retirado escribe regularmente sobre cuestiones de interés público desde su casa de New Hampshire, EEUU. Ha visto y han pasado por sus manos cantidad de negocios de todo tipo. Esto lo autoriza a hablar mostrando cómo funciona la democracia de su país, atravesada por el ansia de lucro sin escrúpulos. Leamos atentamente lo que nos cuenta:
«Un fondo "libertario" reservado, sin ánimo de lucro, vinculado a Charles Koch, financió los esfuerzos destinados a crear miedo, con el propósito de inclinar la elección presidencial en favor del senador John McCain en 2008. De dónde procedía el dinero que se utilizó, al día de hoy, sigue siendo un misterio acaloradamente debatido. Siete semanas antes de las elecciones presidenciales de 2008, aproximadamente 100 diarios y revistas de los Estados Unidos, entre los que se contaban el New York Times, Wall Street Journal, Miami Herald, Philadelphia Inquirer, y St. Petersburg Times, distribuyeron millones de DVDs del documental “Obsession: Radical Islam’s War Against the West”. ["Obsesión: La guerra radical del Islam contra Occidente"]. Los DVDs se ensobraron en las ediciones dominicales. En conjunto, incluyendo una campaña aparte de envíos directos por correo, 28 millones de DVDs inundaron los hogares de los votantes de estados clave».
Veamos algunas aclaraciones que hace el traductor de esta nota: «Hemos traducido libertarian como "libertario", poniendo no obstante el término entre comillas, pues en Europa y entre la izquierda la palabra es sinónimo de "anarquista", en tanto que en la derecha de los EEUU se refiere a la forma de “individualismo propietario” de extrema derecha que se opone a cualquier intervención del Estado en cuestiones económicas». Charles Koch, de quien ya hemos hablado en notas anteriores, es un milo-millonario que puede ser encuadrado dentro de esa denominación: un libertario (en nuestro castellano: un fascista). Es importante retener esto porque representa un fenómeno político actual presentado como el Tea Party, movimiento político que ha adquirido relevancia en estas últimas elecciones (9-11-10). ¿Qué es este movimiento?
«El Boston Tea Party o Partido del Té es un movimiento político de los Estados Unidos de ideología libertaria. Se fundó en 2006 por un grupo de ex-miembros del Partido Libertario que criticaba al partido por su “abandono de las responsabilidades políticas”, sosteniendo que "Los estadounidenses se merecen y necesitan de forma desesperada un partido en favor de la libertad que abogue enérgicamente por soluciones libertarias a los problemas de la actualidad"». Libertario, ya lo vimos, es la expresión de la extrema derecha, que en las elecciones anteriores (2008) tuvo como exponente a Sara Palin, candidata a la vice-presidencia, Gobernadora de Alaska entre 2006 y 2009. Ha capitalizado el descontento que han provocado las incumplidas promesas del actual presidente Barack Obama. Sigamos con las técnicas publicitarias de este sector de la política de los EEUU, respecto de los DVDs.
«El envoltorio del DVD era hábil, consiguiendo el visto bueno de los puntos de venta de los medios de primera línea, como parte de su red de distribución. La cubierta llevaba una banda roja que “gritaba”: “Más de 20 millones de espectadores la han visto en todo el mundo en las noticias de la CNN y la FOX”. Se realzó el título de la película con la “O” de “Obsession” luciendo la media luna y estrella islámica y la “N” representada por una tremenda arma automática puesta en vertical. El contenido de la película también era hábil. La primera mitad consistía en interminables escenas de terroristas suicidas y carnicerías humanas; la segunda intercala fragmentos de Hitler, las Juventudes Hitlerianas o analogías de Hitler entremezcladas con multitudes musulmanas y niños que blanden el puño en el aire clamando por la muerte de los occidentales. Una vez al principio y de nuevo al final, la película nos recuerda que no todos los musulmanes quieren matarnos; a la mitad de la película, cuantifica el número de los que sí querrían (sin ningún sostén que apoye ese pálpito): la friolera de 100 a 150 millones, es decir, del 10 al 15% de 1.000 millones de musulmanes».
La técnica de sembrar el miedo debe servirnos para reflexionar sobre nuestras experiencias

domingo, 14 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada VIII

Si hiciéramos un ejercicio de investigación periodístico nos encontraríamos con situaciones muy parecidas entre nosotros. Preguntémonos qué nos prometía Cavallo, López Murphy y demás garúes de la City. Y este ejercico como una laerta de las mismas cosas que se dicen hoy, aunque disfrazando el lenguaje. Compárese con estas consecuencias respecto a qué clase de trabajos aparecieron en lugar de los que tenían los expulsados. Dice el ex-Secretario del Tesoro de Reagan y ex-columnista del Wall Street Journal: «No se trata de los empleos de alta tecnología, de alta remuneración, prometidos por la “Nueva Economía”, y no son puestos de trabajo que puedan asociarse con corporaciones globales. Además, esos empleos de prestación de servicios en el interior también son escasos. Pero los hechos no tienen nada que ver. ¿Se preguntaron alguna vez Slaughter, Cohen, la Cámara, y el Wall Street Journal cómo fue posible que hubiera simultáneamente millones de empleos nuevos de clase media, bien remunerados, y virtualmente la peor desigualdad en los ingresos en el mundo desarrollado, ya que todas las mejoras en los ingresos fueron para los mega-ricos?».
Uno de los tantos requerimientos de un proceso de investigación es formular las preguntas correctas y re-preguntar cuando las respuestas no alcanzan a satisfacernos. Cualquier persona que escuche, vea o lea las entrevistas que se realizan en los grandes medios se encontrará que las respuestas más banales o hasta disparatadas, pero lucen como verdades incontrovertibles. Hay en este aspecto de la comunicación informativa una acumulación de causas: una primera es la baja formación de los interrogadores y la costumbre de acudir a preguntas que requieren respuestas obvias; otra de mayor gravedad es la complicidad con el entrevistado por la que los temas están previamente convenidos; una tercera es que se citan para esas entrevistas a aquellos que hablarán de los que ya está supuesto. Hemos estado viendo que nuestro denunciante se queja de cosas parecidas.
Sigamos leyendo: «A mediados de octubre el secretario del Tesoro y títere de Goldman Sachs Tim Geithner, pronunció un discurso en California en el patio trasero, o antiguo patio trasero, de los desposeídos de la clase media alta de Silicon Valley entrevistados por 60 Minutes, en el que dijo que la solución es “educar más ingenieros”». Semejante afirmación para alguien que carece del conocimiento respecto a la situación de esa zona de los EEUU puede ser interpretada como un apoyo a la formación universitaria para ofrecer profesionales capacitados para responder a una demanda.
Denuncia: «Ya tenemos más ingenieros que puestos de trabajo para ellos. En un reciente sondeo, una firma de mercado e investigación, Twentysomething, estableció que un 85% de los graduados universitarios planean volver a la casa de sus padres. Incluso si los miembros de la “generación del bumerán” [por su tendencia a volver a casa de sus padres] que encontraran empleos, éstos no son remunerados suficientemente como para tener una vida independiente». Nos informa nuevamente cómo se comportan los grandes medios:
«Los medios financieros son inútiles. Los periodistas repiten la mentira de que la tasa de desempleo es de un 9,6%. Es una tasa de desempleo especialmente elaborada, que no cuenta a la mayoría de los desocupados. La propia tasa más inclusiva del gobierno es de un 17%. El estadístico John Williams, quien cuenta el desempleo de la manera que supuestamente se debería contar, establece que la tasa de desempleo debe de ser de un 22%. La prensa financiera convierte malas noticias en buenas noticias. Recientemente, pregonó un aumento mensual de 64.000 nuevos empleos en el sector privado, empleos que deben estar compensando la pérdida de puestos de trabajo en el gobierno, pero no lo hacen. Se requieren 150.000 nuevos empleos por mes para mantenerse a la par con el crecimiento de la mano de obra. En otras palabras, 100.000 nuevos empleos por mes representarían un déficit de 50.000 empleos».
Estás son las consecuencias de la globalización financiera y económica de la que comenzamos a ver.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada VII

Continuemos con los dichos de Paul Craig Roberts. Su intención de hacer conocer al público la verdad del problema de la desocupación en los EEUU no tuvo éxito: «Había que mantener a cualquier precio la fachada de mentiras. No se puede cuestionar que la globalización sea buena para nosotros» afirma. Pero “nosotros” son ellos y ¿los “otros nosotros” que somos “nosotros” los de la periferia? No se le puede pedir que también piense en ese “nosotros”, pero es suficiente con que nos cuente como les está yendo a ellos para que tomemos nota y aprendamos. Sobre todo cuando algunos tontos osan repetir las “verdades” de los garúes de aquí. Y digo tontos porque los otros, los peligrosos, lo siguen pensando pero lo ocultan hasta que soplen mejores vientos. Lo que denuncia es que han salido algunos a defender esa teoría con afirmaciones infantiles con las que se pretende disfrazar lo que ocurre. Así el secretario de defensa de Bill Clinton (1992-2000) William S. Cohen dijo a los lectores del Wall Street Journal que «el hecho es que “por cada puesto de trabajo relocalizado en Bangalore, se crean dos puestos en Buffalo y otras ciudades de EE.UU.”, apuesto que a Buffalo “y a otras ciudades en EE.UU.” les gustaría saber dónde quedaron esos puestos de trabajo. Tal vez Slaughter, Cohen, y la Cámara de Comercio se lo puedan decir».
Y agrega una pintura de la situación actual de la población de ese país: «En mayo pasado estuve en St. Louis y me impresionó ver calle tras calle una sucesión de casas desiertas y selladas con tablones, fábricas y edificios de oficinas abandonados, incluso vitrinas vacías de negocios en el centro. Detroit trata de reducir su tamaño en 100 kilómetros cuadrados. El 25 de octubre, 60 Minutes tuvo un programa sobre el desempleo en Silicon Valley, donde profesionales que antes ganaban altos sueldos han estado sin trabajo durante dos años y ni siquiera pueden encontrar trabajo a tiempo parcial a 9 dólares por hora en los grandes almacenes». ¿No deberíamos preguntarnos por qué este tipo de información no circula por los grandes medios de comunicación?. Lo que sí se nos dice es que lo peor de la crisis ya pasó y que ha comenzado la recuperación.
Continúa diciendo: «La afirmación de que la relocalización de puestos de trabajo en el extranjero por las corporaciones estadounidenses aumenta el empleo interior en EE.UU. es uno de los mayores engaños de todos los tiempos. Como demostré entonces en mi columna de distribución nacional y de nuevo en mi libro How The Economy Was Lost (2010)». El manejo de los números estadísticos por parte de los profesionales de la economía y la política queda reflejado en esta afirmación: «Slaughter llegó a su conclusión errónea cuando contó el crecimiento de puestos de trabajo multinacionales en EE.UU. sin ajustar los datos para reflejar la adquisición de firmas existentes por multinacionales y que las firmas existentes se convertían en multinacionales al establecer operaciones en el extranjero por primera vez. No hubo nuevo empleo multinacional en EE.UU. El empleo existente simplemente pasó a la categoría multinacional por un cambio en el estatus de firmas a multinacionales».
Es claro que el juego de números puede lograr la demostración de lo que se propongan. «Si Slaughter (o Cohen) hubieran consultado los datos de nóminas no agrícolas de la Oficina de Estadística Laboral [BLS], no habría podido ubicar los 5,5 millones de puestos de trabajo que supuestamente se crearon. En mis artículos he informado durante aproximadamente una década sobre los detalles de la creación de nuevos puestos de trabajo en EE.UU., como revelan los datos de la BLS, tal como lo ha hecho el economista de Washington, Charles McMillion. Durante la última década, la creación neta de nuevos puestos de trabajo en EE.UU. no ha tenido nada que ver con las corporaciones multinacionales. Los empleos consisten en camareras y barmans, servicios sanitarios y sociales (sobre todo en atención sanitaria ambulatoria), vendedores de comercio y mientras duró la burbuja en la construcción». ¿Me atrevo a decir «cualquier semejanza con nuestros años noventa es mera casualidad»?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada VI

El proceso de la globalización, como ya han sostenido muchos analistas, ha comenzado con la expansión europea del siglo XVI que intentaba extender sus tentáculos comerciales hacia el este, vedado por el Islam, y se encontraron con un continente desconocido para ellos. A partir de ese comienzo el imperio español conquistó una serie de territorios diseminados por el planeta que llevó a Carlos V (1500-1558) a afirmar «En mi imperio nunca se pone el sol». Después de esto se va a desarrollar una lucha entre imperios que va a culminar con la victoria de la batalla de Trafalgar (1805) que le dará al Reino Unido el dominio de los mares. El fin de la Segunda Guerra mundial (1945) instala a los EEUU como sucesor de esos dominios. Esta breve historia tiene como propósito ampliar el marco conceptual dentro del cual colocar el tema de la globalización. A partir de la década de los ochenta la prédica neoliberal convirtió a esta expansión del dominio político, cultural, económico y comercial del planeta por parte de los EEUU como un proceso natural de las consecuencias de la mundialización de las comunicaciones.
La propuesta del Consenso de Washington a fines de esa década proclamaba en su manifiesto el fin de los Estados nacionales, la inutilidad de las fronteras políticas y la liberación de los mercados comerciales, económicos y financieros. La utopía liberal prometía un desarrollo acelerado y el derrame de riquezas para todos. Dos décadas después la crisis 2007-8 disparada por las “hipotecas basura” (como se las conoció) alertó a muchos de las falacias de aquellas propuestas. Si bien esas consecuencias se hicieron sentir en unos cuantos países de la periferia del mundo concentrado, ese mundo no se salvó de los ramalazos del desastre. Veamos como nos lo explica un ex-editor del Wall Street Journal y ex-secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan (1981-89), el Dr. Paul Craig Roberts, un conservador republicano. A pesar de sus convicciones no puede ocultar la situación de su país:
«Ahora, cuando unos pocos demócratas y los restos de AFL-CIO [Central de trabajadores de los EEUU] se dan cuenta del impacto destructivo de la relocalización en el extranjero de puestos de trabajo sobre la economía de EE.UU. y sobre millones de vidas estadounidenses, los propugnadores de la globalización han resucitado la conclusión de hace algunos años del economista de Dartmouth Matthew Slaughter, de que la exportación de puestos de trabajo por las corporaciones de EE.UU. aumenta el empleo y los salarios en EEUU».
Es muy interesante que sea él quien denuncie esto: la traslación de muchísimas grandes empresas hacia zonas de menor costo laboral e impositivo (relocalización en lenguaje técnico) ha tenido consecuencias muy graves sobre la pérdida de una cantidad muy importante de puestos de trabajo dentro de ese país. El resultado fue todo lo contrario de lo que se prometía. Craig Roberts afirma: «En aquel entonces [los ochenta] desenmascaré los errores de Slaughter, pero economistas dependientes de la generosidad corporativa [pagados por las grandes empresas] pensaron que era más rentable tragarse la píldora de Slaughter que decir la verdad. Recientemente la Cámara de Comercio de EE.UU. sacó a relucir el falso argumento de Slaughter como arma contra los representantes demócratas Sandy Levin y Tim Ryan, y el Wall Street Journal hizo que el secretario de defensa de Bill Clinton William S. Cohen, regurgitara la afirmación de Slaughter en su página de opinión editorial el 12 de octubre»
Debo anotar acá que nuestro país no tiene el monopolio de los escribas a sueldo conocidos como “prestigiosos periodistas” o de los “economistas parlanchines” de los medios de comunicación que no vacilan en mentir por una buena estipendio. Esto también sucede allá (no sé si se han copiado de nosotros o es al revés) y las consecuencias parecen ser similares. Como prueba de ese tipo de maniobras de ocultamiento nuestro denunciante dice: «Envié una carta al Wall Street Journal, pero a los editores no les interesó lo que opinaba un ex-editor asociado, columnista del periódico y secretario adjunto del Tesoro», antecedentes importantes que no le sirvieron para que publicaran sus opiniones. Deberíamos decirle: los antecedentes sólo valen cuando se opina de acuerdo a los responsables de los grandes periódicos, las opiniones que intentan destapar todo tipo de maniobras de ocultamiento quedan bloqueadas y se debe recurrir a los canales alternativos.
Resultado la desocupación y la pobreza en los EEUU ha llegado para quedarse.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada V

El problema que nos hemos propuesto debe ser abordado ahora dese el punto de vista político en el que puede detectarse como operan los tentáculos de los poderosos. Para ello convoco a este espacio a Josep Fontana - Director del Instituto de Historia de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, profesor de Historia económica y contemporánea en las universidades de Barcelona, Valencia y Universidad Autónoma de Barcelona. Aprovecho para señalar que cito a personalidades de prestigio y trayectoria para tener información y análisis incuestionables. Este profesor parte del análisis de la situación de los EEUU y del proceso político institucional que se presenta como un preocupante giro hacia la derecha más recalcitrante.
«Las elecciones norteamericanas “de mitad del mandato” que se celebrarán el próximo 2 de noviembre pueden representar un momento decisivo en la historia de la democracia en Estados Unidos. No se trata en realidad de que esté ocurriendo algo nuevo en la sociedad norteamericana, sino de que estamos asistiendo a la culminación de un proceso que comenzó hace más 30 años con Richard Nixon y Ronald Reagan, quienes pusieron en marcha una contrarrevolución con dos programas paralelos» Nos encontramos ante un plan de acción, al que ya hemos hecho referencia, donde quedó ubicado el comienzo de la recuperación del gobierno por parte de los republicanos.
«El primero, de carácter netamente político, estaba encaminado a dar un giro a la derecha al Tribunal Supremo [equivale a nuestra Suprema Corte], cuyos nueve jueces habían tenido en el pasado un papel fundamental en la transformación progresiva de la sociedad norteamericana con decisiones como la de Brown v. Board of Education, de 1954, que ilegalizó la segregación racial en la educación pública, o la de Roe v. Wade, de 1973, que definió los derechos al aborto. Este proceso de transformación del tribunal en un sentido retrógrado, que empezó Nixon y culminó George W. Bush, ha dado pie a una serie de decisiones reaccionarias, que culminaron el 21 de enero de 2010 con Citizens United v. Federal Election Commission, una medida que liberaliza las donaciones electorales de las empresas y los sindicatos y pone fin a los esfuerzos que hasta hoy se habían hecho para controlar la financiación de las elecciones» Para aclarar lo que nos está diciendo: el periodo que va desde el fin de la Segunda Guerra hasta mediado de los setenta se ha dado en llamar en ese país “los treinta años dorados”, por la vigencia del Estado Benefactor con políticas protectoras hacia las clases medias y bajas.
«El segundo programa estaba inspirado por un texto escrito en agosto de 1971 por Lewis Powell, poco después de que Nixon le propusiera convertirse en miembro del Tribunal Supremo (algo a lo que Powell se resistía, porque abandonar la práctica privada de la ley le iba a hacer perder mucho dinero). El texto, titulado “Memorándum confidencial. Ataque al sistema americano de libre empresa”, lo envió a la United States Chamber of Commerce, que se encargó de hacerlo circular entre sus asociados. En él se advertía a los dirigentes de los negocios que las amenazas al mundo de la “libre empresa” tenían como autores intelectuales a “los estudiantes universitarios, los profesores, el mundo de los medios de comunicación, los intelectuales y las revistas literarias, los artistas y los científicos”. Proponía planes de ataque para limpiar las universidades y vigilar los libros de texto, en especial los de Economía, Ciencia Política y Sociología, y pedía que las organizaciones empresariales actuasen con firmeza: “No ha de haber ninguna vacilación en atacar a los Nader, los Marcuse y otros que buscan abiertamente la destrucción del sistema. No ha de haber duda en abogar en todos los espacios políticos por el apoyo al sistema de libre empresa. Ni ha de haber escrúpulo alguno en penalizar públicamente a quienes se oponen a él”». Comenzaba en los setenta un intento de vaciar las instituciones académicas y los medios de información de la posibilidad de ejercer ningún tipo de crítica a la derechización que comenzaba. Es decir al ataque del partido republicano para ocupar los resortes más determinantes en los organismo de decisión.
Dice Fontana. «Los empresarios respondieron en los años siguientes actuando a través de fundaciones financiadas con dinero que se podía deducir de los impuestos. A través de los think tanks que mantenían, y utilizando los medios de comunicación que controlaban, patrocinaron campañas ideológicas como la del “fin de la historia” de Fukuyama o la del “choque de civilizaciones” de Huntington, y colaboraron con la derecha cristiana en los esfuerzos obscurantistas para reemplazar en la enseñanza la teoría de la evolución por la del creacionismo o del intelligent design». Nos encontramos ahora claramente con la maniobra para acallar a toda voz discordante que propusiera la menor crítica sobre lo que estaba sucediendo. Para ello se encontró de inmediato con fuentes de financiamiento para esas campañas.
Pero ahora las cosas han cambiado en 2010, los métodos y las técnicas de control han sido mucho más refinados: «El dinero de los empresarios se aboca ahora a un nuevo tipo de entidades que se han creado de acuerdo con unas reglas que no les obligan a dar cuenta al público de dónde procede el dinero que reciben. Por esta vía, una gran cantidad de dinero secreto, con estimaciones que van desde los 200 hasta los 500 millones de dólares, se está utilizando para financiar campañas contra los “liberales” y para apoyar a los aspirantes republicanos más conservadores. El programa político que defienden estas organizaciones coincide en proponer recortes de impuestos para los más ricos, disminuir los servicios sociales, suprimir el salario mínimo, rechazar las actuaciones para prevenir el cambio climático…» No perder de vista cómo se maneja esto en nuestro país.

domingo, 31 de octubre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada IV

Veamos ahora qué contienen esos informes de dos consultoras internacionales de altísimo prestigio. Los datos que a continuación vamos a leer están obtenidos de los informes globales de 2009 de Merryll-Lynch y Capgemini. Estos estudios comienzan estableciendo unas definiciones para categorizar diferentes tipos de personas ricas: «A unos los designa por HNWI por la siglas de High Net Worth Individuals (es decir, individuos de valor neto elevado), a otros los llama UHNWI (la “U” va por ultra). Los primeros son los que tienen activos superiores al millón de dólares entre los que no contabilizan la primera residencia, los bienes consumibles, los bienes coleccionables y los bienes de consumo duradero [entiéndase todo aquello para el uso privado: automóviles, yates, residencias veraniegas, etc.]. Es decir, se trata de evaluar en estos informes lo que estos ricos tienen como efectivo y activos fácil y rápidamente convertibles en líquido. Para los segundos, los UHNWI o Ultra-HNWI, vale la misma definición, pero subiendo el nivel a 30 millones de dólares [el dinero disponible para inversiones y especulaciones]. Según las definiciones expuestas, queda claro que se trata de personas con una riqueza efectiva superior, como quedaría reflejado si se añadiesen los bienes no contabilizados a las cantidades respectivas de uno y 30 millones de dólares». A estas consultoras les preocupa muy poco todo aquellos que no esté prontamente disponible para hacer negocios, sus categorizaciones parten de allí puesto que las comisiones que cobrarán por sus servicios dependen de esos montos exclusivamente. Lo que miden es la capacidad potencial para ofrecerles operaciones bursátiles o financieras. En el lenguaje de los medios estos son “los inversores”.
El paso siguiente de los informes es saber qué cantidad de estos inversores existen para ser convocados para negocios factibles. A partir de las mencionadas categorías de ricos Merryll-Lynch y Capgemini, informan que: «En el mundo había 8,8 millones de HNWI en el año 2005, aumentaron a 9,5 en el año siguiente y aún lo hicieron hasta 10,1 millones en el año 2007. En el 2008, con el estallido de la crisis económica, el número de HNWI volvió aproximadamente a los mismos niveles de 2005, con 8,6 millones en todo el mundo. Pero ya en 2009 la cifra alcanzada era de 10 millones, casi el mismo nivel del año 2007, anterior a la crisis. La riqueza conjunta de todos los HNWI del mundo fue, en estos mismos años, de 33,4 billones (sí, trillion en inglés de EEUU) de dólares en el 2005, 37,2 en el 2006, 40,7 en el 2007, para bajar hasta los 32,8 en el 2008. Y para volver a subir en plena crisis del año 2009 a 39 billones. Para tomar en su justa proporción las cantidades de las que estamos hablando bueno será considerar que equivalen aproximadamente a 3 veces el PIB de Estados Unidos. Y entre 30 y 40 veces, según el año, al PIB del Reino de España. Francamente espectacular».
Propongo que las cifras presentadas sean releídas lentamente para poder digerir intelectualmente de qué se trata lo que estamos analizando. El conjunto de estos señores ricos y poderosos manejan un capital disponible que triplica el PBI de los EEUU, más las otras comparaciones. ¿Cabe la pregunta quiénes mandan en el mundo? Sigamos con las cifras comparativas: «El selecto grupo de los Ultra-HNWI estaba formado en el año 2009 por solamente 93.100 personas en todo el planeta. Aproximadamente una de cada 75.000 personas que en el mundo existe es un Ultra-HNWI. Y, dato interesante, la riqueza que concentraban era del 35,5% de la acaparada por todos los HNWI, mientras que solamente representaban el 0,9% de los mismos. Es decir, estos 93.100 campeones mundiales de la riqueza poseían unos activos de más de 13.845.000.000.000 de dólares. Lo que representa una cantidad similar al PIB de toda la Unión Europea». Son números que asustan.
El profesor Raventós se preocupa por las consecuencias de la crisis financiera y sus repercusiones sobre estos poderosos: «Pero de momento, podemos esperar de forma razonable que, después de algún primer tropezón, les irá fantásticamente. Dos puntos de apoyo de esta afirmación son los siguientes. En primer lugar, la propia previsión que hacen Capgemini y Merryll-Lynch es que en el año 2013 los HNWI lograrán acumular unas fortunas del orden de ¡48,5 billones de dólares! Multiplicarán, de cumplirse la previsión de Capgemini y Merryll-Lynch, la fortuna que disponían globalmente en el 2008 por casi el 60% más en cinco años. De momento, el 2009 les ha ido más que bien. El segundo punto de apoyo de nuestra afirmación lo aporta el anteriormente citado informe de 2010 dedicado exclusivamente a los ricos de la “región Asia-Pacífico”. Los datos más interesantes de este informe desvelan que ya en el 2009 los niveles de la riqueza acumulada por los HNWI de la región, volvían también a los niveles de 2007, anterior a la crisis. Es decir, los HNWI crecieron en el 2009 exactamente un 25,8% y su riqueza conjunta un 30,9% respecto al año anterior. Japón concentraba en el 2009 el 54,6% de todos los HNWI de la región y el 40’3% de la riqueza de los mismos».
Pido perdón por la profusión de cifras pero es necesario tener una visión concreta de cómo se maneja el poder mundial.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada III

Siguiendo la misma línea de reflexión acudo ahora a Daniel Raventós, Doctor en Ciencias Económicas, profesor titular del Departamento de Teoría Sociológica, Filosofía del Derecho y Metodología de las Ciencias Sociales de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Su larga trayectoria en análisis de los temas que venimos tratando avala sus afirmaciones. Comencemos con sus ironías acerca de cómo se investiga: «Los estudios sobre la pobreza y los pobres son muy abundantes. Los estudios sobre la riqueza y los ricos no son tan profusos. Departamentos de sociología, de filosofía política o de economía de cualquier facultad del mundo, revistas académicas de ciencias sociales, multitud de gobiernos, institutos estadísticos, muchos ayuntamientos, periódicos, organismos internacionales… producen cantidades formidables de informes, estudios, tesis doctorales, estadísticas y artículos sobre los más increíbles aspectos de la pobreza. Algunos incluso son buenos y útiles. La conocida publicista y activista de ATTAC Susan George describe la situación con no poca sorna: ¿los pobres? ¡qué coman investigaciones!».
El debate dentro de las Ciencias de la Comunicación han acuñado un concepto muy vigente en estos tiempos: la invisibilización de la información. Se contrapone y, al mismo tiempo, complementa la técnica de la “catarata informativa” con que nos atosigan cotidianamente. Entra ambas se logra el efecto “desinformación”, técnica mediante la cual se nos hace creer que estamos informados de todo y objetivamente, método de los Servicios de Inteligencia. Si este “tema”, el de la riqueza y los estudios sobre ella, se nos presenta como pregunta lo convertimos en “problema”, es decir lo visibilizamos. Lo más grave de lo que nos estamos enterando no es que los medios lo ocultan sino que las academias y las universidades no lo tocan. Entonces nos preguntamos ¿por qué? Y la respuesta nos introduce en una problemática poco mostrada: la relación entre los centros académicos y el poder internacional.
Continúa nuestro profesor: «Los ricos están más a cubierto de inoportunas investigaciones que expongan de forma bien documentada las cada vez mayores desigualdades actualmente existentes en el mundo posibilitadas y fomentadas por el diseño político y económico de nuestras sociedades. Desigualdades que se están incrementando como consecuencia de la tremenda ofensiva lanzada a lo largo de los últimos meses contra las condiciones sociales de las clases trabajadoras; una guerra de clases implacable. Ya se disfracen de imposibilidad de hacer otras políticas diferentes, ya de realismo económico (sic), o incluso de política de izquierdas (en el colmo del delirio), lo cierto es que las políticas económicas diseñadas en estas últimas semanas son para beneficio de los ricos y, como lógica contraparte, para expolio y desgracia de los pobres y las clases trabajadoras».
Y, como pudiera pensarse que los datos son muy dificultosos de conseguir, nos informa: «Así que, ante los pocos datos sobre los ricos, los documentos como los que publican anualmente Merryll-Lynch y Capgemini sobre la riqueza y sus detentadores tienen un indiscutible interés para conocer cómo van evolucionando las cosas en ese punto. Merryll-Lynch es una empresa muy conocida que hace dos años fue adquirida por el Bank of America por 44.000 millones de dólares; Capgemini, no tan afamada como la anterior, es una empresa con más de 90.000 empleados en el mundo y con unos ingresos globales manifiestos de 8.400 millones de euros en el 2009 que se dedica, según declara ella misma, a la provisión de servicios de consultoría, tecnología y outsourcing. Merryll-Lynch y Capgemini trabajan para los ricos. No puede extrañar que quieran conocer bien el objeto principal de sus negocios. Y para ello realizan unos informes anuales sobre el estado de los ricos y de sus riquezas que aportan datos de indisputable interés. El último informe disponible es el recientemente publicado del año 2010 que aporta datos del 2009 y años anteriores. También se ha editado un informe dedicado exclusivamente a los ricos de la “región Asia-Pacífico”».
Estamos, entonces, ante la comprobación de que se ha producido una “invisibilización” acordada por los grandes medios y por el interés investigativo de los Centros de Estudio del mundo capitalista: “de esto no se habla”. ¿Puede pensarse que esto se debe a la financiación del banco Mundial que reciben no pocas universidades? ¿Podrá pensarse también en la relación entre las Fundaciones que otorgan becas y que, en los países centrales, sostienen a los Centros e Estudio de primera línea? Luego que este tipo de investigaciones no lleguen a las agencia informativas y que ellas, por su cuenta, no las inicien se puede comprender.

domingo, 24 de octubre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada II

Habíamos quedado en que los ricos no quieren pagar impuestos aunque ello tenga graves consecuencias sociales, puesto que desfinancian el Estado. Parece un signo de estos tiempos en que el abanico de la distribución de la riqueza en gran parte del mundo se abre en proporciones alarmantes. Hace una década El Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) acuñó esta expresión «Vamos hacia un mundo en el que cada vez menos tienen más y los más tienen cada vez menos». La pregunta se dirige ahora hacia cuáles son los mecanismos de tan perversa progresión. Sam Pizzigati nos dice:
«El antiguo jefe político de la Casa Blanca en tiempos de Bush, Karl Rove, está actualmente derramando millones de dólares en anuncios que atacan a los candidatos partidarios de los impuestos a los ricos para las elecciones del próximo noviembre. "American Crossroads", la organización de Rove para dirigir esta operación, obtiene la mayor parte de sus fondos de los millonarios (el 91% según los datos más recientes de la Comisión Electoral Federal). Otro ejemplo: en California, los millonarios Charles y David Koch – ambos en los diez primeros lugares de la lista Forbes – se han aunado para ayudar a financiar una iniciativa legislativa dirigida a eliminar la legislación que apunta a la obtención de “energía limpia” que los legisladores estatales convirtieron en ley hace cuatro años. Según detallaba una impactante reseña de la revista New Yorker del mes pasado, los hermanos milmillonarios también han aportado generosamente al movimiento "popular" del Tea Party». Este nuevo agrupamiento político es un desprendimiento del Partido Republicano que se coloca en al extrema derecha del partido.
Sin embargo esta conducta de los tenedores de esas grandes fortunas no encuentra reprobación de parte de la población de los estratos más bajos. Las sumas que se invierten en pagar los Lobby (grupo de personas que intentan influir en las decisiones del poder ejecutivo o legislativo en favor de determinados intereses) no aparecen informadas en los grandes medios de comunicación. Por el contrario: «los entusiastas de las grandes fortunas no se dedican a informar este tipo de politiqueo millonario comprando votos en ambas cámaras. Hablan, en cambio, de la generosidad de los filántropos millonarios. La semana pasada, estos voceros de la concentración de la riqueza exaltaban al millonario de Facebook, Mark Zuckerberg, cuya riqueza neta se triplicó el año pasado hasta alcanzar los 6.600 millones de dólares, después de que anunciara sus planes para establecer un fondo de 100 millones de dólares para la reforma escolar. Pero las iniciativas de los ricachones respecto a las políticas públicas, ya sea la reforma escolar o de cualquier otro campo, siempre van ligadas a ideologías de derecha. En educación, la filantropía millonaria empuja a las escuelas hacia enfoques basados en incentivos o en "reformas" probadas, que los investigadores en educación han demostrado que son tremendamente ineficaces». Podríamos decir utilizan la vieja técnica de Robin Hood, quien robaba grandes cantidades y repartía un poco a los pobres, ganando fama de héroe justiciero.
Mientras donan ciertas sumas a algunos colegios éstos están carentes de recursos por falta de aporte de los Estados. «Señala Bob Peterson, maestro de Wisconsin, editor de uno de los principales periódicos progresistas sobre educación: las reformas que sí resultan eficaces –como permitir a los niños pobres un rápido acceso a los libros– están olvidadas o faltas de financiación. Debido a dificultades presupuestarias, la escuela elemental de Peterson, en Milwaukee, ha tenido que rebajar el presupuesto de su biblioteca, el último golpe a una escuela que ya había perdido a sus profesores de música y de gimnasia –y a todos sus maestros asistentes– en anteriores recortes presupuestarios. El año próximo, observa Peterson, las casi 100 escuelas elementales, probablemente tendrán solo cinco bibliotecarios a tiempo completo».
La conclusión nos va quedando clara: es mejor gastar dinero en impedir que el Congreso imponga carga fiscales a las grandes fortunas que pagar más en impuestos, porque esto dejaría sentado un antecedente que podría acarrear nuevos impuestos. No hay que permitir que estas “malas ideas” avancen. «¿Cual es el coste financiero de un bibliotecario a tiempo completo en las escuelas públicas de Estados Unidos? Peterson ha calculado esta cifra en tan sólo algo más de 7.100 millones de dólares. A título de comparación, un impuesto de un 1% sobre la riqueza personal de más de 1.000 millones de dólares en Estados Unidos, generaría 9.700 millones». Son esos ricos de allá, de acá, de muchas partes, los que en sus discursos de lamentan por la pobreza existente. Acá deberíamos recordar todo lo que trajo aparejado la lucha contra la famosa 125. Nuestro Biolcati acusó al Estado de “ente depredador”.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Riqueza concentrada y pobreza generalizada I

Yo había propuesto mirarnos en el espejo europeo como ejercicio de comprendernos un poco más. Ahora propongo dirigir la mirada hacia los EEUU siguiendo el mismo juego. Para ello voy a tomar como referencia al editor del boletín semanal Too Much, Sam Pizzigati, quien en su edición del 10-10-10 (¡qué fecha extraña!) comenta un estudio realizado por el Institute for Policy Studies con sede en Washington D.C sobre las desigualdades en el gran país del norte. Su reflexión apunta a caminos posibles para resolver la pobreza en ese país. Para ello parte de la información que provee la revista Forbes que realiza una especie de ranking sobre las personas más ricas entre los norteamericanos. En función de esa información propone:
«Un pequeño impuesto sobre las fortunas personales estadounidenses de más de 1.000 millones de dólares podría generar ingresos más que suficientes para erradicar los déficits presupuestarios conjuntos de los estados que componen la nación norteamericana, contando tan sólo con 400 de de lista de Forbes». Compara fortunas personales con presupuestos de los Estados (provincias nuestras) que están pasando dificultades de financiación para cumplir con sus obligaciones de gobierno. Esto ya no pone sobre aviso de la dimensión de esas fortunas personales las que aportando sólo un “pequeño impuesto” resolvería sus dificultades.
Una de esas grandes fortunas pertenece a «David Rockefeller sénior, el único nieto todavía vivo del primer milmillonario norteamericano, ha conseguido todavía otra distinción: a los 95 años es actualmente el milmillonario más anciano de la nueva lista anual de los 400 norteamericanos más ricos. En la lista de este año, David Rockefeller está acompañado de cantidad de milmillonarios. Cada uno de los 400 grandes bolsillos de esta lista tiene una fortuna individual de al menos 1.000 millones de dólares». Par tener una referencia de cómo evolucionaron esas fortunas nos informa: «En 1982, el primer año en que apareció la lista anual Forbes 400, solamente 13 norteamericanos podían alardear de un estatus de milmillonario». La cantidad de milmillonarios, (préstese atención en la nueva categoría que dejó atrás la denominación de millonarios porque ya no expresa lo que puede considerarse una gran fortuna), fue incorporando trece más cada año, para llegar a los 400 actuales.
Pero no se detiene allí en su análisis: «Por aquel entonces, hace casi tres décadas, los 400 más ricos de Forbes detentaban una fortuna conjunta de 91.800 millones de dólares, el equivalente de unos 208.000 millones en dólares actuales. Los 400 primeros actuales, según publicó Forbes la semana pasada, poseen más de 3 billones de dólares en riqueza». Es notable el salto que se ha producido en el incremento de esas fortunas. La sola mención de este dato nos empuja a preguntar ¿cómo hicieron? Si no se consigue respuesta aceptemos la que se hace el autor: «¿Qué impacto podría tener en nuestra atribulada nación que esta pasmosa acumulación masiva de riqueza fuera modestamente compartida o sujeta a tributación? Una respuesta rápida: un "impuesto sobre la riqueza" del 15% sobre los activos personales de más de 1.000 millones de dólares generaría este año 145.500 millones, más que suficiente para cubrir los 140.000 millones de déficits a los que se enfrentan los 50 estados de América del Norte en el actual año fiscal».
Acá nos asalta una pregunta inesperada: ¿la totalidad de los estados de ese país tienen déficit y esa cifra llega a la suma de 140.000 millones de dólares? ¿Tan mal está el otrora gran país del norte? Paralelamente a ello ¿cómo es que los estados tengan tan grandes dificultades mientras sus más grandes ricos siguen creciendo en sus fortunas personales? Si se les aplicara el impuesto que propone el autor: «Después de pagar este impuesto, la riqueza neta personal de los 400 milmillonarios de la actual lista Forbes, sería todavía de 2.400 millones de dólares en promedio, más de 37.000 veces los 65.400 de riqueza neta personal que el economista neoyorquino Edward Wolff calculó a principios de este año para la típica familia norteamericana». Tome nota el lector de la amplitud del abanico de ingresos que eso representa. De esto no hablan los medios, en cambio sí lo hacen de la pobreza de Latinoamérica.
«Pero los milmillonarios de Forbes no están precisamente corriendo a compartir su riqueza. Los más activos políticamente están corriendo en la dirección opuesta. Están financiando candidatos y causas dedicadas a recortar impuestos sobre los norteamericanos más ricos, y eliminando las regulaciones sobre las corporaciones que hacen ricos a estos ricos». Se parecen a nuestros grandes sojeros de la pampa húmeda. Es muy interesante detenerse a reflexionar sobre el modo en que nos cuentan estas cosas y cómo el impresentable Biocati puede mostrarse preocupado por la pobreza siendo presidente de la Sociedad Rural, nada menos.

domingo, 17 de octubre de 2010

No es sencillo pero es necesario IV

Entonces, emerge el dato de que la crisis que hemos capeado con bastante eficacia ha sido una crisis importada que no se originó entre nosotros. Es lo que afirma Edgardo Mocca: «Cada vez está más claro que nuestra crisis fue un jalón del proceso crítico del capitalismo globalizado. Que no fue un desperfecto técnico ni una tormenta pasajera». Por lo tanto debemos estar muy atentos a la advertencia de Einstein, puesto que eso es lo que está pasando en Europa. Y la advertencia tiene validez dado que podemos leer, escuchar o ver a “importantes” señores pensantes que nos repiten constantemente el mismo libreto, aunque se lo disfrace con terminologías engañosas. «En estos tiempos, no es fácil, como era en la década del noventa, presentar como novedosa panacea el retiro del Estado, la plena libertad de los mercados y sostener que la pérdida masiva de empleos y la precarización del trabajo son pasajes dolorosos pero necesarios hacia el mundo feliz del neoliberalismo. La derecha, que de ella estamos hablando, se empeña en desplazar los términos de la discusión. No hay –dice– derechas e izquierdas. Hay gobiernos buenos y gobiernos malos. Gobiernos corruptos y gobiernos virtuosos. Buena y mala administración».
Nuestra atención se debe centrar en los conceptos fundamentales y cómo se los utilizan: «Sin embargo, se puede, sin mucho esfuerzo, apreciar que las cuestiones del Estado y el mercado, de la propiedad y sus límites están implícitas en cada una de las batallas políticas centrales del último período. Cuando se trataba la ley de pasaje de los fondos jubilatorios al Estado, escondidos detrás de la gritería sobre la “caja” y el “saqueo”, no era difícil encontrar los mismos argumentos que acompañaron el programa de los años noventa. Con la misma argumentación acerca del supuesto uso oscuro que haría el Gobierno de esos fondos, se hubiera podido sostener la negación al pago de impuestos, lo que de hecho sugirió el notable escritor Marcos Aguinis. De hecho, de la dificultad para defender a las fraudulentas AFJP se llegó al intento de movilizar a sus empleados en defensa de la fuente de trabajo. Biolcati lo diría sin eufemismos en uno de los encuentros anuales de la Sociedad Rural: el Estado es un depredador insaciable. Lo dijo con elogiable sinceridad, no se escudó en ningún gobierno circunstancial, dijo “el Estado”». Es que la falta de pulimento del dirigente ruralista no da para sutilezas.
Otro tanto puede decirse de la cantidad de debates que se dieron en torno a las retensiones móviles. «Allí se sostuvo que había que liberar el “campo” de las retenciones para que creciera exponencialmente la “torta” de la riqueza nacional. Después habría llegado el momento del reparto entre quienes no se hubieran llenado los bolsillos de plata y siguieran siendo pobres. Con la discusión de la ley de medios, el debate alcanzó mayor sofisticación. La cuestión de los límites a la apropiación monopólica de los medios fue prolijamente desplazada por la de la libertad de prensa. Se utilizó a la audiencia de rehén en la puja, sobre la base de sembrar el miedo a la desaparición de determinados programas o canales. No es una casualidad que esta ley –aprobada pero sistemáticamente estorbada en su aplicación por jueces solícitos a los intereses de las grandes empresas del sector– provoque las tensiones que provoca».
La necesidad de aguzar nuestros oídos y nuestras miradas en la búsqueda de una comprensión más profunda de los discursos que cruzan el escenario social y político se torna un imperativo de la hora. En esos discursos el uso mal intencionado de algunos conceptos tiene como objetivo crear grandes dudas y enturbiar el entendimiento. «La regulación de los medios es un punto de cruce entre la esfera del mercado y la del uso de la palabra, ambas vitales para la democracia. El monopolio de la palabra no es solamente una situación inicua en términos económicos, es además una amenaza para la vigencia de la democracia, cualquiera de cuyas definiciones, hasta las más liberales, sitúa en un primer plano la pluralidad de la información. Algunos entusiastas de la etimología recusan el uso de la palabra monopolio porque, sostienen, monopolio significa uno solo. Entonces, para que haya monopolio no debe haber ningún otro proveedor de la mercancía en cuestión. Con esa definición no habría monopolios en el mundo, ni se justificarían las leyes antitrust que rigen en muchos países. La etimología, decía Borges, sirve para saber lo que las palabras ya no significan».
Estamos en camino de adoptar grades decisiones que definirán la Argentina que queremos. Lo importante es abordar tales decisiones con criterios claros, largamente reflexionados, acudiendo a la mayor cantidad de fuentes posibles para escapar a los discursos únicos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

No es sencillo pero es necesario III

Estamos hoy ante una decisiva encrucijada que, creo, no es interpretada por una parte de la gente, en toda su gravedad. El recorrido que hemos venido haciendo debería llevarnos hacia el siguiente ejercicio: tratar de recordar sólo o en debate con amigos y familiares, qué se pensaba acera de futuros posibles en aquellos años en que la “salida se encontraba en Ezeiza”. La contraposición entre las imágenes de futuros posibles y el estado socio-político de hoy algo debiera decirnos. ¿Eso significa que está todo hecho? De ningún modo, hasta se podría decir que es más lo que falta que lo que se ha realizado. Pero ello no debe nublarnos el camino hacia adelante. Salida la Argentina del pozo en que habíamos caído los argentinos vamos descubriendo que éramos mucho más capaces de construir, con nuestras voluntades, futuros deseables. Habíamos archivado en el cofre de los recuerdos las prácticas del debate político en todas partes y con la participación de muchos. Hoy podemos también ver que nuestros más oscuros pronósticos acerca de una “juventud perdida” comienza a encontrar una desmentida en grupos juveniles que hacen oír sus voces.
El politólogo y profesor de la Universidad de Buenos Aires, Edgardo Mocca, se pregunta “¿Qué discute la política argentina?”, tratando de ver por dónde pasan hoy los ejes más importantes: «Gran parte de la puja política en la Argentina de estos días está atravesada por la discusión sobre las relaciones entre el Estado y el mercado o, desde otra perspectiva, entre los derechos sociales y la propiedad privada. Es un tema clásico de la teoría política, particularmente desde la revolución industrial hasta aquí. Si algo puede decirse a modo de esquemático balance de esta histórica discusión es que las soluciones simples y extremas han fracasado: ni el estatismo autoritario y burocrático ni la utopía tecnocrática del neoliberalismo han podido resolver la cuestión. Al contrario de la prédica del fin de la historia, en cualquiera de sus versiones, cada situación histórica pone esta relación bajo una nueva perspectiva». Yo agrego que este debate ha adquirido en la Argentina una temperatura importante como para dar lugar a conclusiones necesarias y novedosas.
Sigue diciendo: «¿Desde qué perspectiva afrontamos el debate en la Argentina? Nadie puede negar la influencia central de la catástrofe socioeconómica e institucional de fines de 2001 en la forma que adquiere la controversia. Para algunos, la crisis fue una crisis de mala administración, de déficit de aptitud técnica para manejar los tiempos de la salida de la convertibilidad. En la misma clave pero con otro fraseo, se dice también que el gasto público incontrolado provocó la crisis fiscal y que con gobiernos más austeros y menos corruptos hubiera podido evitarse. Lo que envuelve esta manera de mirar las cosas es su común denominador antipolítico y tecnocrático, la creencia de que la política no es racionalización de conflictos de intereses sino pura gestión. La verdad es que no le ha ido bien en estos tiempos a esta interpretación: el derrumbe argentino no fue el último y desde 2008 asistimos a un tramo particularmente inestable y crítico de la economía mundial, con epicentro en Estados Unidos y con episodios turbulentos en varios países de la Unión Europea, hasta ayer presentados como ejemplo exitoso de la globalización hegemonizada por el capital financiero. El debate teórico-político sobre la crisis está mostrando cada vez más sus raíces en el agotamiento de un modelo de desarrollo centrado en la especulación financiera, crecientemente desvinculada de la producción y ajena a todo patrón distributivo medianamente viable».
Por lo que fue quedando afirmado en notas anteriores, podemos partir de la tesis de que estamos frente a un proceso en curso en el cual las fisuras del sistema capitalista en su fase de la concentración financiera se ven muy profundas. Y que, pese a los denodados esfuerzos de la prensa internacional por disimular su gravedad, los datos son cada vez más elocuentes de lo subterráneo de sus remezones. Es de tal seriedad que muy pocos de los analistas serios se atreven a pronosticar algún futuro mejor. Los vaticinios se van postergando, aceptando que pasará todavía un tiempo largo antes de que asome en el horizonte algún signo de mejoría. Para mal de males, como quedó dicho anteriormente, se aplican para salir de la crisis las mismas ideas que nos metieron en ella. Einstein advertía: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo».

domingo, 10 de octubre de 2010

No es sencillo pero es necesario II

Entonces una explosión de intentos solidarios propusieron diversos modos de caminar juntos en la búsqueda de soluciones compartidas. «Se realizaron charlas, acciones y debates que fueron tejiendo una red social que gestó prácticas solidarias, oponiéndose a la exclusiva lógica de la ganancia, del ideario neoliberal». Pero, paralelamente a ese proceso, y como consecuencia de la prédica a importantes medios de comunicación, «la mayoría silenciosa recibía de los medios un relato segmentado de los acontecimientos y el germen de la xenofobia prendió en el intento de la criminalización de los conflictos como discurso hegemónico. Y así se fue desvaneciendo el eje “piquetes, cacerolas, la lucha es una sola”, que expresaba el maravilloso pero precario vínculo entre los sectores medios y los excluidos. Los periódicos ponderaron el peligro de la implosión social como eje de la agenda política. Y la tendencia de la “gente decente” hacia los piqueteros fue de un creciente rechazo».
Los conflictos dieron lugar a reacciones represivas, las consecuencias fueron lamentables, con pérdidas de vidas, el interinato de un gobierno de transición vio sus planes alterados lo que provocó la necesidad de un llamado apresurado a elecciones generales. El profesor Muracciole nos dice: «Así fue como en el otoño de 2003, los ecos de la insubordinación de masas del 19 y 20 de diciembre de 2001 hizo posible que un gobierno que asumió con tan sólo el 23% de los votos, incursionara en territorios impensados antes de la crisis de 2001. Y se pudo dar por tierra con la infamia del Punto Final y la Obediencia Debida. En lo económico se avanzó en un proyecto que priorizó la producción y la creación de empleo. Este cambio de paradigma rompió con la lógica de los ajustes sin fin, que privilegiaban la disminución del déficit fiscal sobre las necesidades de los jubilados y el poder adquisitivo de los trabajadores, entrando en la historia como el primer gobierno de la democracia que fue capaz de voltear la Ley de Medios de la dictadura y confrontó por la democratización de la producción y distribución del papel de diario como pilar básico para garantizar la libertad de expresión».
Creo que sólo una mirada retrospectiva puede dar marco de comprensión al cuadro socio-político actual. El análisis da lugar a diversas evaluaciones que, en tanto tales, son todas discutibles. Una parte de la gente privilegia lo que falta por sobre lo conseguido, otra pone su dedo sobre lo que consideras excesos y desbordes, los sectores que se sienten cuestionados en sus modos de proceder y en sus intereses de clase atacan ferozmente. Todo ello es muy valioso porque ha rescatado y colocado en el centro de la escena el debate político. Haberlo recuperado es el logro más importante que nos proporcionó lo que podríamos definir, sin pudor, el “modo argentino de superar la crisis”. Hoy ese “modo” está siendo estudiado en Europa por dirigentes políticos que no se conforman con las viejas recetas liberales y varios estudiosos e investigadores nuestros han sido consultados.
La democracia que se creyó recuperada en 1983 fue sólo una cáscara que se asentó en las formalidades electorales, que subrayó la importancia de la “igualdad jurídica” que remitió a tanta cita de la Constitución, pero no alteró el esquema de poder del capital concentrado internacional y de la lógica financiera especulativa. Las sucesivas crisis políticas, económicas y sociales fueron la expresión de la endeblez institucional de una democracia escuálida.
La recuperación de esa democracia hacia una mayor solidez institucional presenta como requisito una mayor distribución de la riqueza producida, una mayor transparencia del juego institucional que no perdone a ninguna de las que conforman el entramado de la Nación. Un mayor control de las diversas formas de evasión impositiva que atentan contra los dineros públicos, el sinceramiento de los beneficios obtenidos no siempre por caminos legales de los grandes capitales, un crecimiento en madurez del horizonte directivo de todo orden: sindical, empresario, político, militar, religioso, judicial, etc.