viernes, 29 de enero de 2010

Miremos hacia adentro XII – La dimensión nacional

De esta dimensión ya hemos hablado bastante a lo largo de estos años, sírvanos esta oportunidad para darle un tratamiento sistemático dentro de la propuesta de esta serie de notas (miremos hacia adentro). Lo dicho hasta acá pretendió dar cuenta de las dificultades que aportamos cada uno de nosotros, las más de las veces con total inocencia e inconciencia, que obran como frenos ante posibles soluciones. Para mirar esta otra dimensión con cierta perspectiva personal vuelvo a ofrecer palabras que escribí algunos años atrás, cuya relectura puede servir para ver el estado de la cuestión hoy:
«Nacimos como comunidad independiente con el proyecto de construir una Nación. Largas luchas fratricidas, incomprensiones de ambos bandos, pequeñez y miseria en el planteo político, privilegiar los intereses de sectores por encima de los de toda la comunidad, nos fue llevando a los tumbos a lo largo del siglo XIX y continuó con sus más y con sus menos en el XX. El siglo XXI ha tenido un comienzo abismal. El “que se vayan todos” fue un grito que nos alertó de que algo grave estaba sucediendo. Pero el ir vislumbrando la posibilidad de salida de semejante crisis, cosa que no se hubiera creído como posible en medio de ella, nos fue haciendo olvidar del pozo en el cual habíamos caído.
Si bien la "historia oficial" nos ha contado todo esto desde la versión de un solo bando, ya que las luchas habían cortado la Nación entre "bárbaros y civilizados" (división que con diferentes nombres se ha mantenido en gran parte), nuestra educación fue sostenida por ese discurso, ha llegado la hora de ponernos a pensar desde la unidad posible de la comunidad política, aunque esta unidad esté siempre transida por tensiones y contradicciones políticas, la intención estará puesta en ir resolviéndolas. La Historia es, precisamente, el proceso por el cual se van resolviendo esas contradicciones. Recorriendo nuestra historia podemos advertir que las soluciones buscadas, y a veces encontradas, muchas veces se pensaron y se ejecutaron desde el manejo del poder de uno de los bandos, y las más de las veces ese bando fue el de los pocos y poderosos».
Sin la menor pretensión de posar de profeta, casi una década después, cuando vuelvo a leer lo escrito, me surgen preguntas respecto de en qué medida hemos mejorado, cuánto hemos aprendido de todo ello como comunidad nacional, qué nos proponemos hacer para que aquellas historias no se repitan. A pesar de ello, sin que haya encontrado respuestas sólidas a tales preguntas, sigo leyendo lo que ya decía entonces:
«Estamos en el comienzo de la salida del abismo y no nos queda mucho margen para seguir avanzando desconociendo a "los otros". Nos ha tocado la suerte heroica de ser los protagonistas de una etapa histórica crucial, aunque esto sólo la perspectiva histórica lo mostrará con toda claridad. Esto que nos pasó puede verse como una desgracia colectiva o como una oportunidad imperdible. Nos encontramos en uno de esos recodos de la historia en los que se pueden definir las líneas generales del resto del siglo. Y porque se puede se debe. Cuando leemos la historia y, a veces, nos exaltamos con las grandes epopeyas, con las decisiones cruciales, con las definiciones certeras, que dieron un marco propicio a las realizaciones posteriores, nos parece que fue obra de titanes, de seres irrepetibles. Sin embargo, mirados desde la cotidianeidad, eran seres humanos como nosotros, con un compromiso y una decisión de participar que debiéramos recuperar y encarnar en esta hora. En la Historia, sin duda, ha habido hombres excepcionales pero fueron pocos. Las más de las veces fue el fruto de un largo trabajo colectivo que eclosionó en un momento produciendo resultados largamente preparados».
El haber vivido como comunidad argentina la gestación de un proyecto nacido de la confluencia de las más variadas voces, que culminó en una ley sobre los medios, debería servirnos para reflexionar. Una tal tarea pasa a nuestro lado sin que muchos hayan dimensionado la importancia de lo conseguido. Esto, que ha sorprendido a funcionarios internacionales por la convocatoria democrática y la participación colectiva, parece que no alcanza para preguntarnos por qué no sacamos de esa experiencia un modelo de participación ciudadana para las grandes decisiones, para que no queden sometidas al juego mezquino de los intereses de los profesionales de los partidos políticos. Creo que estamos en uno de esos momentos en los que la comunidad toda debe plantearse los problemas que enfrentamos, debatirlos en sus comunidades más inmediatas, comenzar a construir conducciones y dirigentes que se conviertan en los portavoces de los mandatos conferidos. Equivale a decir, comenzar un proceso educativo de abajo hacia arriba que privilegie la construcción de pensamientos comunes, que elabore un programa básico común que no deba ni pueda ser utilizado en las mezquinas contiendas electorales, y que sea de adopción obligatoria para todo aquel que se postule a lo que fuere. Todo ello sin ignorar la complejidad y la heterogeneidad política y cultural, aprendiendo a escucharnos atentamente, sabiendo resignar parte de lo que el interés particular nos señala en pos del logro del interés comunitario.

martes, 26 de enero de 2010

Miremos hacia adentro XI – La dimensión personal

El tema que venimos analizando ha merecido el estudio de la antropóloga Paula Sibilia, autora de los libros El hombre postorgánico, Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales (FCE, 2005) y La intimidad como espectáculo (FCE, 2008), es una atenta estudiosa de las metamorfosis de la cultura contemporánea. La cito como referencia para quien desee seguir profundizando lo que ha quedado señalado como problema. También puede consultarse mi trabajo Problemas que hoy enfrenta el humanismo en el que he analizado este tema con mayor detenimiento, en la página www.ricardovicentelopez.com.ar. La importancia del tema radica en que la dimensión personal, subjetividad de la persona, no puede ser separada del proceso de la cultura que la moldea. Son dos aspectos de un mismo fenómeno que merece un estudio serio para avanzar en su posible solución.
La invasión de los medios de comunicación en el espacio doméstico ha subordinado la comunicación familiar a la presencia impuesta de las temáticas que la agenda mediática define y privilegia. Aquí radica la novedad de estos tiempos. Somos en gran parte lo que la comunicación mediática hace que seamos, aunque esto suene a catastrófico. Por ello la contraposición con lo que sucedía no hace tanto tiempo es muy útil para medir y diferenciar los pasos de este proceso. Lo que quedó denominado como el paso de la intimidad a la publicidad de los actos personales. Sigamos leyendo a profesor:
«La tiranía de la intimidad es un fenómeno del siglo XIX. Fue una imposición sutil, placentera, fue el deseo intenso de encerrarse en la privacidad y cultivar las relaciones afectivas, las emociones. Su modo de expresión característico es la novela. Hoy hay una tiranía de la intimidad distinta, que no se apoya en el universo de la cultura letrada para alimentar la intimidad. Ahora, a la tiranía de la intimidad se le superpuso la tiranía de la visibilidad, una tiranía no dictatorial. O sea, nadie obliga a los chicos a que se muestren en el fotolog, o a que pongan una webcam en su cama o en su baño, o a que vean o estén en los reality shows. La tiranía de la intimidad actual promueve cultivar la intimidad, pero en tanto sea visible, porque si no es visible tal vez no exista. Nuestra lógica es la de la sociedad del espectáculo: sólo existe lo que se ve. No solamente es gente que quiere mostrarse, sino que hay gente que quiere verlo. Entonces, esos personajes que aparecen estereotipados toman visibilidad y es la pantalla la que les da existencia, y todo el mundo sabe quiénes son. Algunos logran seguir visibles un rato más. Pueden hacerlo como modelos, conductores, pero lo que interesa es mantener la visibilidad».
La práctica del pensar, la meditación de los actos, lo hecho y lo por hacer, se fue desplazando hacia la práctica de la exteriorización de la conducta y ello para que sea visto por otros. Vemos para ver a otros para seguirlos en esa tarea de la exhibición. Mostrarnos para que nos vean así como vemos a los otros. Pero lo que se ve y lo que se muestra es nada más que una superficialidad, una pátina que recubre la profunda oquedad de los vacíos interiores. Casi parce un juego de marionetas cuyo único objeto es ser vistas. Claudio Martyniuk avanza en el análisis:
«Por Internet, todos podemos ser emisores, todos podemos dar a conocer lo que hacemos, todos podemos mostrar nuestros videos, nuestras imágenes, podemos transformarnos todos en periodistas, todos en escritores. No todos tienen acceso a Internet, pero los que la tienen definen tendencias, son los mismos los que publican los fotologs y los que leen. Y de hecho, se forman cadenas: los que tienen blogs ponen, al margen del suyo, links a otros blogs, y esto se transforma en una especie de red, y unos leen a los otros. El hecho de que estén conectados entre sí es lo que permite que existan los comentarios. Un blog sólo existe porque se lo ve. Si no, no lo publicarían. No es como el diario íntimo que, al contrario, tenía que guardarse en el cajón. Si alguien escribe un blog o si alguien pone un video en Youtube, o publica fotos, es porque piensa que lo van a ver. Si se lo publica, si se eligen estos medios para dar a conocer algo, es porque se piensa que alguien lo va a ver. Pero si nadie lo ve, probablemente ese blog desaparezca. El rating de los blogs se mide por la cantidad de los comentarios. Lo que hacen los comentarios, aunque digan "qué linda salió la foto", es confirmar la existencia del autor del blog. No son autores de obras, por más que pongan fotos, textos, videos. Esas producciones están ahí en la mayoría de los casos para ornamentar el yo del autor. Los comentarios cumplen la función de confirmar la existencia de ese autor y su grado de visibilidad. Y ese autor que recibe los comentarios, comenta al comentador, y hay un régimen de correspondencias y reciprocidades. Entonces no hay una separación tan radical entre autores y lectores».
Este es en gran parte el mundo de una parte importante de los jóvenes. De esto debemos hablar con ellos.

sábado, 23 de enero de 2010

Miremos hacia adentro X – La dimensión personal

La comunicación humana fue una conquista, una obra, un logro, que colocó una bisagra en la historia de la construcción del género humano, dejando atrás los restos de animalidad que el homo todavía podía arrastrar. La conquista de la palabra permitió el desarrollo de un tipo de comunicación en la que, por un desdoblamiento de muy difícil explicación en sus detalles, se convirtió en un diálogo interno por el cual el yo debatió con su propia conciencia. Este diálogo de cada uno consigo mismo es la más exquisita creación humana. Abrió la dimensión personal dentro de la comunidad originaria, diferenció los "yo" de los "tú" y de los "nosotros" con lo cual la antigua comunicación de gestos y ademanes incorporó mediante la palabra una riqueza espiritual sin antecedentes.
Probablemente, todo ello se ha producido en un pequeño lapso de tiempo (en relación a los más de tres millones de años de presencia del género homo sobre el planeta) de tal vez nomás de cuarenta mil años. Este paso abrió un abanico de posibilidades humanas cuya producción se convierte en la historia del pensamiento de los últimos cinco o seis milenios. Toda esta introducción pretende colocarle un marco más amplio dentro del cual aparece el escenario que venimos analizando en estas notas y que se refiere a nuestra subjetividad.
Décadas atrás la conversación llenaba los momentos de encuentro y engalanaba la relación entre las personas, se valoraba a aquellas con las que se podía mantener diálogos fecundos. No es que esto haya desaparecido, pero está desvalorizado, cosa que se verifica en la pobreza del lenguaje que es utilizado en lo que queda de comunicación. Aquí se nos cruza otra pregunta de nuestro profesor cuando éste observa que predomina el monólogo aun frente al otro: «¿Estamos ante el eclipse de la cultura de la conversación?» no me atrevo a contestar pero por lo menos se podría aceptar que se ha debilitado. No es que no se habla, se parlotea constantemente en todas partes. Los teléfonos celulares se han convertido en un adminículo imprescindible que parecen haber llevado eso al paroxismo una comunicación que no expresa nada.
Sin embargo, esto no es un fenómeno tan reciente, como ya había señalado el filósofo francés Guy Debord (1931-1994) en su libro La sociedad del espectáculo, hace cuarenta años, «el arte de la conversación está muerto». Claro está que el arte de la conversación no es lo que se hace con el celular, menos aún con los “mensajitos”. Pero tiene que preocuparnos esa vieja advertencia. Si la conversación se va perdiendo y, como quedó dicho, ésta fue el cimiento de lo más humano de lo humano, ¿qué está pasando en la subjetividad del hombre actual? Dice nuestro profesor:
«El yo tiene que elaborar sus experiencias y comprender el sentido de lo que le sucede, y para eso requiere de ejercicios de introspección y de confesión íntima, diario íntimo, cartas, lectura, escritura. Esas prácticas tenían lugar en la interioridad; se guardaban dentro de cada uno, dando una riqueza enorme, pero también una atadura, ya que era aquello que estaba adentro de uno y uno no se lo podía sacar. Ahí quedaba, por ejemplo, aquella culpa nacida de chiquito; aunque uno se haya olvidado, permanecía y podía reaparecer; nos condenaba. Ahora hay un desplazamiento que desinfla la interioridad, sacando sus contenidos, y el eje y el centro de lo que somos deja de estar ahí adentro para mostrarse, para estar visible, y esto hace que la estabilidad del yo se pierda, con lo bueno y lo malo que esto implica. Se luchó mucho por no tener que estar condenado a una identidad impuesta, para poder autocrearse».
Si ese proceso construía a la persona dueña de sí misma, con sus más y con sus menos, y lo que se nos presenta es un vaciamiento interior que va desvaneciendo el sustento de esa persona ¿cómo pretender que se plantee los problemas estos, si su preocupación es la exhibición de un yo devaluado y hueco? Tomar conciencia de ello es parte de la tarea de la reconstrucción del hombre hacia un futuro diferente.

martes, 19 de enero de 2010

Miremos hacia adentro IX – La dimensión personal

Esta descomposición social, aclaro que utilizo el vocablo en el sentido de lo que se desarticula, se desordena, sin connotación moral, puesto que estamos en una instancia de análisis (en su sentido etimológico: separar en sus partes componentes), en la cual todo el orden existente no tanto tiempo atrás se ha ido trasmutando en un orden diferente. La historia se mueve en esta mecánica: es necesario la desestructuración de un sistema social para poder dejar paso al que comienza a reemplazarlo. Lo que hoy sorprende es la velocidad del cambio. No hay garantía en los tiempos cortos de que esto se dé necesariamente para mejorar, muchas veces los tiempos largos mostraron que el camino había encontrado un nuevo sendero de superación. Sin embargo, hoy estamos ante una situación abismal que puede ser inédita, dentro de lo que nos es dado ver, está en juego en el mediano plazo la subsistencia ecológica. Ello torna más grave las decisiones personales y colectivas que deberemos afrontar.
Dado este planteo estoy proponiendo revisar los diferentes ámbitos de nuestra pertenencia para intentar ver en ellos qué ha estado sucediendo y qué deberíamos, dentro de nuestras posibilidades, hacer. Retomemos el camino trazado en la nota anterior. Claudio Martyniuk se pregunta: «¿Qué pasó con la familia con este cambio de la intimidad?» y esta pregunta nos remite a mirar nuestra subjetividad en el seno de una intimidad ampliada: la casa, y señala:
«La familia cambió, como casi todo; está en crisis. Era una institución disciplinaria, un espacio cerrado, pero ya se abrió al cambio, no está formada de una vez para siempre. Antes el espacio familiar era típicamente el ámbito de la mujer, y era poco lo que se podía cambiar. Ahora hay un estímulo al cambio. Y mostrar la intimidad tiene que ver con el hecho de que es lo más valioso, aunque se trate de cosas banales: cómo uno se lava los dientes, cómo es la decoración de mi casa, mi estilo. Entonces, lo que más se valora es lo íntimo. Pero en algún punto dejó de ser íntimo, porque perdió su opuesto, lo público. Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet. Formaba parte de la definición de lo íntimo el pudor, lo oculto, había que cerrar las ventanas y puertas. Ahora se pone una webcam que muestra todo lo que se hace dentro de una casa. Lo que se muestra en Internet deja de ser íntimo».
El modo de privilegiar este espacio y otorgarle un valor superior, por el que se define que lo que allí sucede es lo más importante, replantea la jerarquía de cosas por las que cada uno de los ciudadanos se preocupa y se ocupa. Cada uno dice quien es en un juego que nuestro profesor llama confesión: «La confesión es un dispositivo de poder sumamente eficaz, más eficaz que la censura, porque la censura hace callar. La confesión es más sutil, porque es menos evidente, y porque hace hablar. Ella nace con la Iglesia, es desarrollada por la Justicia, y es usada en los siglos XIX y XX por la psicología, la psiquiatría y la medicina, y ahora se vuelve mediática, aparece exacerbadamente en los medios. Y esto hace que la confesión, que se hacía en un ámbito cerrado, ahora se haga pública. Antes predominaban los secretos de confesión y profesional. Ahora no sólo no se solicita esa reserva sino que se ruega que no se guarde el secreto. Hay sitios en Internet donde se pueden confesar secretos para que los vea todo el mundo. La gracia es confesar algo privado».
Es necesario, para la tarea que estamos intentado desarrollar, prestar atención a este proceso que, creo, nos permite entender más algunos fenómenos de la televisión que se convierten en hechos sociales trascendentes, dentro del espacio mediático. Este mecanismo remite a los márgenes del espacio público, a ese lugar casi invisible, todo aquello que hubiéramos considerado importante no hace tanto tiempo. Es así que lo superficial, banal, evanescente, luce como una llamarada poderosa por un muy breve tiempo para ser reemplazada por otra llama de la misma especie. También el tiempo pierde dimensión y densidad porque remite a un escenario repetitivo en el cual, con pequeñas variantes, sucede siempre lo mismo, con lo cual la dimensión de futuro desaparece. El escenario, su tiempo y su trama, está definido dentro del juego ficcional mediático.

sábado, 16 de enero de 2010

Miremos hacia adentro VIII – La dimensión personal

Voy a intentar recorrer un camino que nos permita meternos a bucear en lo más profundo de la realidad que nos rodea. Al titular estas notas dentro de lo que he denominado la dimensión personal he optado por una búsqueda que nos obligue a una reflexión más densa. Uno se pregunta si este medio que utilizo para comunicarme (el blog) es apto para tal tarea. Me digo que todo instrumento debe ser utilizado para comprender la época que nos ha tocado vivir, época a la que todos en diferentes medidas, hemos contribuido para que se configurara así, y que nos coloca ante el desafío de tener que comprender todo lo que esté a nuestro alcance para poder plantearnos una superación hacia otro mundo mejor. “Otro mundo mejor” es un concepto que se repite a lo largo de estas notas y eso se debe a una vocación mía que no puedo traicionar. Haber recibido todo lo que he podido llevarme de mis estudios en instituciones públicas me obliga a proponer aportes para superar la situación de crisis en las que estamos. Para ello voy a seguir de este modo.
La dimensión personal es el modo en que se recompone el dictado cultural de una época en cada uno de nosotros. No debe entenderse como una réplica mecánica de la cultura imperante, pero tampoco debe pensarse que somos lo que somos a partir de una absoluta libertad en la que hemos crecido como persona. Son dos extremos de un abanico en el que se juega una cantidad infinita de posibilidades, muchas de las cuales escapan a nuestra capacidad de detectarlas (se puede decir que esta es la dimensión del misterio, o freudianamente la de la del inconsciente, pero para este caso es lo mismo). Nuestra biografía es el resultado de un entrecruzamiento de variables y condicionamientos dentro del cual se realiza nuestra voluntad de ser lo que somos.
Entonces, para ir tratando de avanzar, hagamos una revisión de cómo se ha ido planteando le relación de estos dos espacios el personal y el cultural en estos tiempos dentro del espacio mayor que nos involucra que es la cultura occidental. Voy a recurrir a la ayuda de Claudio Martyniuk, ensayista y Doctor en Filosofía del Derecho, y profesor de Epistemología de las ciencias sociales y Filosofía del derecho en la Universidad de Buenos Aires. Si el tema al que estoy apuntando es ver qué nos sucede a los argentinos de hoy, hay en nosotros, o se da entre nosotros (las dos cosas se corresponden), una situación que no se daba unas pocas décadas atrás cuya mostración abre horizontes de comprensión. Nos dice nuestro profesor:
«Hay una crisis de la intimidad, la cual, como perteneciente al ámbito privado, ya no se opone al ámbito público, porque pasa a exhibirse. En el siglo XVIII se privilegió el espacio público; fue el siglo del hombre público. Y la privacidad, en ese contexto en el que empieza a configurarse la división entre lo público y lo privado, quedó como el ámbito de la familia y de la mujer. En el siglo XIX hubo una inflación del espacio privado, y el espacio público empezó a ser estigmatizado, temido por engañoso, hipócrita, y el espacio de la intimidad pasó a ser el de la verdad y la autenticidad, donde se podía estar sin máscaras, y era moralmente superior. La moralidad privilegiada era la del hogar, de las relaciones familiares, íntimas. Esa superioridad moral de la intimidad no terminó. El ámbito público está cada vez más estigmatizado, más asfixiado. En las décadas de 1960/70 algo empezó a cambiar de una forma compleja, desdibujando la frontera entre lo privado y lo público. Desde entonces, la intimidad pasó a mostrarse en el espacio público».
Esta forma de borrar límites entre lo privado e íntimo y el espacio público, potenciado infinitamente por la televisión, ha producido en la conciencia colectiva un desentendimiento con los problemas colectivos, puesto que se entiende por espacio público el espacio mediático, espacio de ficción, en el que todos los valores están trastocados, en el cual «vale Jesús lo mismo que el ladrón». La tarea, entonces, de debate en nuestra subjetividad es la separación de los elementos componentes, valorando, ordenando, categorizando, de modo tal de poder reconstruir nuestro fuero interno, nuestra mente, nuestra conciencia, par colocarnos en capacidad de análisis de qué es lo que nos está pasando como ciudadanos desertores.

miércoles, 13 de enero de 2010

Miremos hacia adentro VII – La dimensión personal

Esta serie de notas intentan lo que sus títulos dicen: mirarnos entre nosotros a los ojos y hacer un examen sincero y profundo respecto de lo que somos y lo que pretendemos ser. Tantas veces hemos oído decir que se han perdido los valores, de esto quedó ya dicho algo, pero cada quien dice u oye esto en la convicción de que el problema radica en la conducta de los otros. Entonces deberíamos plantearnos una categorización y una clasificación de temas que nos permitan ordenar nuestros pensamientos: a) una dimensión del problema debe ser colocada en la globalización de un capitalismo salvaje que no tiene otro objeto que el lucro, no importa como, podríamos denominar a esto la dimensión global; b) otra que debe incorporar todos los males y conductas fuera de norma que se repiten, con una constancia digna de mejor causa, en nuestras vidas cotidianas, lo llamaríamos la dimensión nacional, también ya se dijo algo antes; c) y una tercera que exige una revisión de conciencia de nuestros modos de pensar, sentir, valorar, actuar, en la cual el objeto de nuestra investigación somos cada uno de nosotros y el investigador sería el mismo, la llamaríamos la dimensión personal.
A lo largo de estas notas, que han entrado en el tercer año de publicaciones, estos temas han sido tratados en varias oportunidades por la importancia que, en mi opinión, tienen para pensar una Nación, una Patria, una Comunidad de personas, más humana. Y debo decir que lo que me empujó a la creación de un blog, después de vencer muchas resistencias mías, es poder trascender con mis palabras, mis ideas, mis análisis, mis propuestas, el espacio que ofrece el aula universitaria. Sobre todo al tomar conciencia clara, desde mis inicios docentes, que la formación de buenos universitarios es una tarea fundamental para la tarea de construir una sociedad distinta, más justa, más distributiva. Pero también el saber que el público universitario es un público restringido respeto del total de la población, puesto que son muchos más los que no ingresan, porque no pueden o no quieren, y que una institución pública, pagada por los dineros de todos, no puede desentenderse de ese problema.
De allí que en este intento de sistematización de nuestros pensamientos, dándole a cada dimensión el valor y el lugar que cada persona pensante quiera darles, me coloco en el lugar de un interlocutor más que quiere ofrecer lo suyo. Si esto ayuda a clarificar los pensamientos de quienes me leen he logrado, en parte, algo de lo que me propuse al comenzar esta tarea periodística. El espacio de la comunicación pública, hoy bastante bastardeado por los intereses mercantiles que han desplazado a la vocación de servicio de tantos, debe ser ocupado también por toda persona de bien (qué expresión vetusta y gastada) que tenga algo para aportar a este gran diálogo internético que posibilita este instrumento alternativo de comunicación. El tantas veces mencionado ciudadano de a pie, que somos la inmensa mayoría en cada uno de los países del planeta, debe sentirse convocado a la participación, que será siempre bienvenida por humilde que sea, pero que agrega una voz más a la pluralidad de ideas que debe conformar una sociedad moderna. Se ha dicho tantas veces la voz de los que no tienen voz y ese espacio ha sido invadido por los comunicadores que se han apropiado de una representación usurpada, que sólo el poder de las multinacionales les otorga, siempre y cuando respeten las reglas del negocio. Pareciera que pueden hacer todo menos decir la verdad.
En esta posibilidad de participación, en lo que se pone en juego con ella, comenzamos a revisar nuestra dimensión personal, puesto que asumir el compromiso de pensar teniendo en cuenta a los demás modifica nuestra conciencia y nos va obligando a caminar junto a otros, iguales pero diferentes a nosotros. En esa tarea aprendemos a reconocer que ellos tienen derecho a la dignidad de ser personas con una identidad propia y que con su cercanía y trato nos enriquecemos todos. Al mismo tiempo, podemos aprender que todos tenemos algo que aportar y que la construcción de una comunidad de personas dignas no puede dejar afuera a nadie.

domingo, 10 de enero de 2010

Miremos hacia adentro VI

Siguiendo en esta línea de pensamiento, mediante la cual he utilizado información de cómo se desenvuelve la política en otros países para colocarlas en espejo del nuestro, se nos presenta otra situación que también tiene mucho paño para cortar. En este caso es Bolivia. Se me dirá que son historias, culturas, circunstancias, actores políticos muy diferentes, bien, queda aceptado. Lo que debe hacernos pensar, en tiempos de globalización impuesta, es cómo se recurre a técnicas, modos, argumentaciones, etc. que se parecen bastante. En este caso voy a tomar como referencia un artículo publicado por el escritor y periodista boliviano Rafael Bautista S. que tituló Bolivia: El cinismo de la oposición suicida. Invito a leer sus palabras porque creo, que como yo, percibirán ecos de lo que está sucediendo en nuestro país. Y esto nos lleva a pensar que tantas similitudes deben tener algo que no es casual.
«Se hace casi imposible argumentar contra quien no argumenta. Es como hablarle a un muro. Pero este endurecimiento no genera seguridad, su fuerza dura radica en la inseguridad que propaga. No hay razones que puedan hacerle frente, porque la razón ya no es opción para quien invalida todo y abraza el suicidio. El suicidio es su amenaza, y lo es, porque en su suicidio pretende acabar con todo y con todos. Si la oposición pierde algo está dispuesta a que todos pierdan todo; amenaza con destruir todo si ella pierde algo. Su amenaza se convierte en su fuerza y esa fuerza se permite la soberbia que presume su ventaja: si acaba con todo, ¿quién podrá después demostrarle la insensatez de su apuesta? Por eso no cede nada, porque ceder es, para ella perder, y no está dispuesta a perder porque sólo quiere ganar. Su fuerza radica en ese chantaje; por eso expone su fuerza de modo abusivo. Se vuelve ciega. En esa ceguera, cree que sale ganando».
En una nota anterior comparando la actitud de los republicanos en los EE.UU. nos encontramos con una actitud muy similar: «si no obtengo lo que quiero no dejo hacer nada». Ahora nos encontramos que la oposición boliviana se maneja dentro de los mismos parámetros. Para obtener lo que se proponen no reparan en métodos, todos son posibles de usar puesto que el fin lo justifica. La descripción que realiza Batista está llena de ecos de nuestra tierra. Es claro que en los matices se pueden encontrar muchas diferencias, pero se debe leer la esencia de lo que está en juego y las semejanzas sorprenden, si uno no está atento a la reacción continental contra el avance de los pueblos. «El cinismo se regocija en su boca y, en ella, se invierte todo; la democracia ya no significa nada, porque el corrupto se hace el juez y el ladrón magistrado. El rico se hace el pobre, el agresor la víctima y el racista se queja de discriminación; habla en nombre de la democracia el dictador. Rapta a la democracia para que sus reclutados salgan a imponer el fascismo, en nombre de aquello que han raptado. La democracia es devaluada; ahora quiere el cínico que sea el respeto al disenso, es decir, si el criminal disiente del juicio, su voluntad debe ser respetada. Por eso la democracia ya no vale nada para el cínico; es un recurso más que usa como quiere. Si las mayorías quedan subordinadas a su disenso, entonces puede hacer lo que le conviene».
A través de este párrafo se puede repensar gran parte de los enfrentamientos sociales de nuestro país del 2008 y del año que termina. Con otra similitud importante: la prensa concentrada reproduce ese cinismo sin el menor pudor. «El que desea ganar siempre todo provoca que todos pierdan todo, incluso él mismo. Por eso ya no puede ofrecer razones; la amenaza se convierte en su razón de ser, es decir, en razón de fuerza mayor. Esta razón de fuerza ya no ofrece razones, se hace fuerza pura y su pureza consiste en limpiarse de toda razón. De esa fuerza proviene su poder. El poder de acabar con todo es el poder puro que no necesita de razón alguna. Su contundencia radica en la decisión misma… Esta nueva lucidez sabe de su poder y, por eso mismo, ya no le interesa dialogar; su poder lo expone su fuerza, es dominio puro que amenaza apocalípticamente. Se origina en el capitalismo salvaje y el neoliberalismo le abre fronteras insospechadas: la vida misma, el mundo, los seres humanos y la naturaleza, se convierten en puro negocio».
Me he limitado a las citas porque me parecen más que elocuentes para poder pensar desde dentro de un cuadro político mayor: Latinoamérica. Así es como piensan y planifican las fuerzas imperiales. Así deberemos aprender a pensar nosotros.

martes, 5 de enero de 2010

Miremos hacia adentro V

Eugene Luther Gore Vidal, más conocido como Gore Vidal, es un escritor estadounidense de 83 años que se ha convertido, a través de décadas en un agudo crítico de la vida norteamericana. Con una vasta producción literaria, de excelente calidad, en la que relata partes de la historia de su país, nos muestra una cara muy diferente del juego político y cultural que nos permite pensar mejor sobre el capitalismo salvaje desde una mirada novedosa. Portador de una cultura humanística sorprendente, cuando la comparamos con muchos de los personajes más conocidos y respetados, hace gala de una sabiduría en sus juicios que valen la pena leer para pensarnos a nosotros.
En una entrevista publicada en el diario "The Independent" sostiene que «el experimento de su país ha sido un fracaso y que pronto EEUU quedará relegado a algún lugar entre Brasil y Argentina, al puesto que le corresponde». No debemos ignorar el sesgo irónico que siempre utiliza en sus manifestaciones, lo que no debe impedir reflexionar sobre sus afirmaciones. Lo que propongo en esta nota es leerlo pensando desde nuestro país para comprender con mayor profundidad nuestra problemática. Vidal confiesa que cuando Obama fue elegido presidente «estaba ilusionado como todo el mundo, pero desde entonces he llegado a la convicción de que el primer presidente intelectual que hemos tenido en muchos años no está a la altura de la tarea. Es incompetente y le derrotarán en la re-elección» con este vaticinio el escritor, tan provocador como siempre, no oculta su enojo por el estado en que se encuentra su país.
En otras notas he hecho referencia a la muy baja calidad de nuestros dirigentes, Vidal dice «Obama quiere gustar a todo el mundo, y creía que para ello le bastaba hablar razonablemente. Pero el Partido Republicano no es un partido político. Es una mentalidad, como las juventudes hitlerianas. Rebosa de odio... no hay forma de convencerlos para sumar esfuerzos. No merece la pena siquiera intentarlo. La única forma de tratar con ellos es aterrorizarlos, pero [Obama] es demasiado delicado para ello. Él es el doble de intelectual de lo que era el presidente John Kennedy [Vidal era amigo suyo] pero Jack conocía el ancho mundo».
Aparecen acá dos referencias muy interesantes para nosotros: una, la alabanza a la formación intelectual de Obama como una excepción dentro del mundo de la política, lo cual pinta claramente en manos de quienes está la política de allá y de acá. Lo segundo, y esto nos debe hacer pensar detenidamente, el odio de la oposición como metodología política. Y frente al odio no conozco argumentos capaces de hacer cambiar una opinión sostenida desde ese talante. El método que sugiere, el terror, no puede ser utilizado cuando se posee un nivel intelectual sobresaliente. Esto coloca frente a frente dos posiciones casi irreductibles: la inteligencia frente a la necedad. Estoy tentado de escribir «Cualquier parecido con la vida política nuestra es mera coincidencia».
Todo ello lo lleva a Vidal a hacer pronósticos pesimistas sobre el destino de su país, lo cual nos debe hacer notar sus consecuencias: «Afganistán será lo que termine con el imperio estadounidense», y esto debe ser leído dentro de lo que ya quedó dicho respecto de los republicanos y los negocios armamentísticos. No es el único de los analistas en afirmarlo. I. Wallerstein, importante historiados norteamericano, dice en esa misma línea: «¿Por qué es tan difícil para Estados Unidos zafarse de intervenciones militares que tan patentemente está perdiendo? Algunos analistas de izquierda, en ese país y en otras partes, dicen que ocurre porque es una potencia imperialista y por tanto se involucra en intervenciones militares con el fin de mantener su poder económico y político en el mundo».
Pero Vidal le agrega lo que Benjamin Franklin (1706-1790) decía: «Él previó todo esto. Le cito porque la mayoría de los norteamericanos ni siquiera saben ya quién era. Cuando se elaboraba la Constitución en Filadelfia en 1781, Franklin se limitó al papel de observador. No quiso participar en ella», y lo explicó así: «Van ustedes a tener una república si es que logran mantenerla. Todas las constituciones como ésta han fracasado desde el comienzo de los tiempos por culpa de la corrupción de las personas». Según Vidal «Estados Unidos es un país que está amenazado sólo porque amenaza a otros. En geopolítica, como en la física, no hay acción sin reacción, los ataques terroristas del 11 de septiembre contra EEUU eran previsibles».
Acá nos deja otra idea negativa pero que no debe ser desechada. La democracia tiene su escollo más grave en la corrupción. Este es el peor mal que se ha diseminado junto con la globalización, ésta no la inventó pero la promocionó como método político. Éste es nuestro mayor desafío, empezando por casa.

domingo, 3 de enero de 2010

Miremos hacia adentro IV

La mirada hacia nuestro interior, individual y colectivo, está cargada de innumerables prejuicios que son difíciles de detectar y también eliminar. Por tal razón ayuda mirarnos a la luz de lo que nos dice un investigador extranjero, el economista italiano Giovanni Andrea Cornia que visitó el país invitado por Flacso y PNUD. Estas dos instituciones dan el aval científico y la seriedad de juicios del invitado. El tema que aborda es el tan delicado y conflictivo en estos últimos años: la redistribución de la riqueza que abarque a todas las capas de la población. En la entrevista que le realiza Tomás Lukin dice respecto de América: «el especialista advierte sobre los obstáculos políticos y económicos que enfrentan los gobiernos de la región. Contra el recetario neoliberal, Cornia remarca que crecer no es suficiente para reducir la desigualdad. Para lograr ese objetivo son necesarias reformas en el mercado laboral, en la política social y en el frente fiscal, estima que el impacto de la crisis financiera internacional sobre la distribución del ingreso es limitado y confía que un posible cambio en la orientación política de los gobiernos de la región no logrará revertir las mejoras en materia distributiva de la segunda mitad de la década».
Describe casi un programa de gobierno, pero no deja de advertir que no es fácil redistribuir por las resistencias que ofrecen los poderosos, y ayudan poco sectores importantes de la población que, con poco claridad sobre el tema, se alinean políticamente con los obstruccionistas de estas políticas. Por ello sigue diciendo: «La evolución de la desigualdad dependerá de la habilidad de los gobiernos para sostener las políticas implementadas en los últimos años en materia laboral, impositiva y gasto social. Las mejoras en la distribución del ingreso se estancaron el año pasado y en 2009 empeorarán entre dos y tres puntos por el impacto de la crisis financiera internacional. También subirá la pobreza. Un escenario muy similar se observa en Argentina. Más allá de la crisis global y pese a los avances registrados, los países latinoamericanos enfrentan grandes obstáculos para profundizar las reformas».
Preguntado respecto de salidas posibles, dice: «La reconstrucción de un Estado de Bienestar que ofrezca cobertura universal sin caer en los altos costos del modelo europeo. En este punto, es muy importante la universalización de las asignaciones familiares. También, es necesario diversificar el origen de los ingresos fiscales necesarios para financiar el gasto social. Además, como se ha visto recientemente en Argentina y Bolivia, las políticas redistributivas de los gobiernos enfrentan una importante oposición política de parte de algunos grupos. Por otro lado, el impacto de la crisis financiera internacional crea en algunos países brechas entre las respuestas esperadas y lo que pueden hacer en un escenario recesivo, erosionando así el apoyo electoral». Esto nos permite comprender algo de los que nos ha pasado. Se presenta una especie de círculo cerrado: la negativa a aceptar una mejor distribución de la riqueza niega al Estado los recursos necesarios para implementarla; esta dificultad se ve acuciada por medios de comunicación que acosan con el tema de la pobreza (medios que comparten intereses con los grupos que impiden); esta situación desmejora la imagen de los gobiernos en el plano electoral, situación que es aprovechada por la oposición para desgastar.
Entonces, las dificultades no son sencillas de superar: «El problema con los gobiernos democráticos de centroizquierda está en el largo plazo. Se puede vivir de la soja 10, 15 años más, pero es un proceso que se agota. El desarrollo económico no es un proceso sencillo y demora tiempo, pero hay que tomar decisiones». Aparece aquí uno de los puntos centrales de la problemática política: la crisis internacional deterioró las políticas distributivas, circunstancia que no aparece en el discurso opositor cargando las tintas sobre los gobiernos. Ante las exigencias de soluciones en lo inmediato se escoden las conquistas distributivas ya logradas. «Los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana, y algunos de derecha, aprovechando las condiciones externas introdujeron una serie de reformas económicas inspiradas en un paradigma de “redistribución prudente con crecimiento”. No se trató de reformas radicales, sino que privilegiaron los objetivos macroeconómicos ortodoxos aunque con una clara diferenciación de las políticas impulsadas en los ’90 por el Consenso de Washington. Mejoró la distribución del ingreso porque los distintos gobiernos produjeron políticas con ese objetivo».
Las medidas de política de Estado que destaca son: «Se acumularon reservas, que sirvieron para enfrentar salida de capitales, y se redujo la carga de la deuda pública. Se preservó un tipo de cambio competitivo y estable y se llevaron a cabo ciertas reivindicaciones en el mercado de trabajo: se subió el salario mínimo, creció la protección social, mejoraron las jubilaciones, se fortaleció a los sindicatos y se incentivó la formalización, aunque los niveles de informalidad siguen siendo elevados. Se empezaron a reconstruir Estados de Bienestar». La región avanzó, pero no es suficiente. Parte de esto último sostiene la oposición y oculta lo primero.
La prudencia en el avance tal vez no conforme a los más necesitados con razón. Pero no debe perderse de vista quiénes son los que más exigen y que hay detrás de ellos.