domingo, 30 de enero de 2011

I.- La codicia es buena; es necesaria y funciona

En una excelente película de Oliver Stone, Wall Street -1987- (altamente recomendable para entender mejor el mundo actual de la especulación financiera y sus crisis), el personaje central Gordon Gekko, un agresivo financista que amasa fortunas especulando en la bolsa, pronuncia un famoso discurso en una asamblea de accionistas: «La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amor, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad». Estas palabras denuncian un aspecto esencial del capitalismo liberal que sólo se hizo más visible a partir de la Segunda Guerra y la expansión final del sistema. Este proceso adquirió el encubridor nombre de globalización.
Es necesario decir, una vez más, que la globalización había comenzado más de cuatro siglos antes con el descubrimiento del continente americano por parte de los españoles (aceptando la historia oficial). En 1848, en el Manifiesto comunista, Marx y Engels denunciaban: «La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial imprimió un gigantesco impulso al comercio, a la navegación, a las comunicaciones por tierra. A su vez, estos progresos redundaron considerablemente en provecho de la industria, y en la misma proporción en que se dilataban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, crecían sus capitales». Por lo tanto, la expansión del sistema capitalista es consustancial con su estructura de producción y explotación. Lo que se produjo a partir de la década del setenta del siglo pasado fue un reordenamiento y perfeccionamiento de estos métodos.
La competencia tan proclamada como un dogma fundamental del funcionamiento libre de los mercados tampoco es una novedad, estaba inscripta en las primeras páginas del libro del capitalismo y fue la piedra basal de la enseñanza de la economía liberal durante los últimos siglos. «La competencia, cada vez más aguda, desatada entre las burguesías, y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez más inseguro el salario del obrero; los progresos incesantes y cada día más veloces del maquinismo aumentan gradualmente la inseguridad de su existencia» agregaban en el Manifiesto. Esta competencia desembocó en luchas de todo tipo por el dominio de mercados para vender bienes o para comprar insumos. «La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de la industria, y siempre contra la burguesía de los demás países». Por lo que vemos la competencia, y sus formas derivadas de lucha, fueron los instrumentos del desarrollo del capitalismo internacional que se fueron haciendo más evidentes cuando el planeta fue repartido entre dos grandes potencias. El acuerdo de dominar sus territorios correspondientes se plasmó en lo que se llamó la “guerra fría”.
La década de los ochenta, con la imposición de un liberalismo que abandonaba parte de su herencia doctrinaria para concentrarse en la libertad de hacer negocios, fue convirtiendo en “verdad” lo que sólo era la justificación ideológica del ansia desmedida de lucro del capital concentrado. Esta vez, los centros de poder no despreciaron el terreno ideológico y se lanzaron a una batalla cultural que ganó en poco tiempo considerables sectores de la opinión pública, avalada por la opinión académica. El evangelio neoliberal pasó a ser bibliografía básica de los medios de comunicación y un “discurso único”, como lo bautizó inteligentemente Ignacio Ramonet, y cubrió gran parte del planeta hasta conquistar el “sentido común”. Fue tan fuerte su prédica que oponerse a él era como negar la ley de gravedad.
Lo que antecede puede funcionar como una explicación del los por qué he venido tratando, en este blog en los últimos meses, temas muy cercanos a los problemas económicos, y sobre todo a la sagrada sabiduría de los mercados que no requiere la intervención humana para no contaminarla con el pecado mortal de perturbar la infabilidad de la “mano invisible”. El intento de las notas anteriores fue ir mostrando las ferocidades de los modos de ese capitalismo y de sus instituciones fundamentales: los bancos. Hacer visible la delincuencia que se adueñó de los resortes primordiales y que se cobijó bajo la supuesta avaloratividad del funcionamiento del sistema, para desestimar el respeto de los valores esenciales de la cultura occidental que le dio cabida. La corrupción penetró como un óxido altamente corrosivo los recovecos más escondidos de su funcionamiento haciendo desaparecer todo vestigio de honestidad: «Business is Business».

miércoles, 26 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XVI

Alguien que se mueve «dentro de las entrañas del monstruo», la periodista Amy Goodman nos informa sobre las maniobras más perversas de los bancos que sobrevivieron a la crisis pero que nada les ha cambiado su modus operandi. Veamos que nos informa:
Los grandes bancos que ocasionaron la crisis del mercado financiero mundial y que recibieron decenas de miles de millones de dólares en subsidios financiados por los contribuyentes se encuentran posiblemente involucrados en un sin número de fraudes contra propietarios y tribunales. Esta semana, sin embargo, ha sucedido algo prometedor. Los fiscales generales de los cincuenta estados del país anunciaron una investigación bipartita conjunta sobre los fraudes llevados adelante en los juicios por ejecuciones hipotecarias. Bank of America, JPMorgan Chase, GMAC [financiera de General Motors] y otros grandes bancos que otorgan préstamos hipotecarios suspendieron los juicios de ejecución tras haberse hecho público que los procesos de ejecución se llevaban a cabo como si se tratara de una “fábrica de ejecuciones hipotecarias” en la que decenas de miles de documentos eran firmados por personal subalterno con escaso o ningún conocimiento de lo que firmaba.
La señora Goodman hace una sencilla cuenta para demostrar las injusticias que se cometen:
Según un informe, Jeffrey Stephan debió procesar diez mil documentos relacionados a juicios hipotecarios en un mes. Tomando en cuenta una jornada laboral de ocho horas, habría tenido que leer, verificar y firmar en presencia de un escribano aproximadamente un documento por minuto. Stephan admitió haber firmado documentos sin leerlos ni comprobar si efectivamente los propietarios habían caído en mora. Y Stephan fue sólo uno de los tantos “firmantes robotizados”. Es importante tener presente que General Motors recibió 51 mil millones de dólares del rescate financiero pagado con dinero de los contribuyentes, que su subsidiaria GMAC recibió 16,3 mil millones y que la subsidiaria de Ally Financial, GMAC Mortgage, recibió 1.5 mil millones de dólares como “incentivo para la modificación de los préstamos hipotecarios.”
La conclusión de nuestra periodista es de una sencillez y claridad inmejorables. Razona de este modo: cada contribuyente aportó con sus impuestos al salvataje del Banco que ahora termina ejecutándole su propiedad de manera fraudulenta. Y, ¿cómo hace el contribuyente para enfrentar esto? El caso es realmente extraordinario y muestra la delincuencia en sus intimidades. Los bancos han comprado paquetes de hipotecas sin revisar por el sólo hecho que representaban, en apariencia, un negocio fantástico. El problema que los bancos tienen ahora es que «aunque esas compañías aseguren ser beneficiarias de las hipotecas, si los abogados no pueden ver y tocar los documentos hipotecarios, es como si la hipoteca no existiera. Ya verán que esas compañías no pueden encontrar los documentos allá en Wall Street. Por todo esto le digo al pueblo estadounidense: “Ocupen sus propias casas. ¡No se vayan!”».
Como consecuencia de la demanda presentada por los fiscales «la mayoría de los bancos que suspendieron las ejecuciones hipotecarias lo hicieron en veintitrés estados solamente, porque fue en esos veintitrés estados donde los tribunales emitieron sus fallos en relación a los juicios hipotecarios. Uno de los jueces que se ocupa de las ejecuciones hipotecarias es Arthur Schack, Ministro de la Corte Suprema del Estado de Nueva York.
El juez Schack fue noticia en los medios de todo el país por haber rechazado docenas de demandas de ejecución hipotecaria. Schack declaró al noticiero de “Democracy Now!”: “Mi trabajo es hacer justicia… Hay demandas por ejecuciones hipotecarias que apruebo, para ello, quien otorgó el préstamo debe hacer tres cosas: debe demostrarme que hay una hipoteca, que es beneficiario de esa hipoteca a la fecha de inicio del juicio y que hay un deudor que ha caído en mora. El mayor problema para estas compañías parece ser el poder comprobar que son beneficiarias de la hipoteca a la fecha de inicio del juicio. Y es entonces que nos encontramos con muchos problemas a la hora de verificar la asignación de hipotecas, nos encontramos con declaraciones juradas de mérito dudosas y, en general, con papeleo administrativo desordenado.
Según Realty Trac , los bancos recuperaron la propiedad de 102.134 viviendas en el mes de septiembre, a grandes rasgos, una casa cada treinta segundos. Cada treinta segundos, los bancos –muchos de los cuales recibieron fondos del programa de rescate financiero del gobierno de Bush conocido como TARP y que podrían estar realizando maniobras fraudulentas – ejecutan el sueño de la casa propia de una familia estadounidense. Entretanto, GMAC informó que durante la primera mitad del año 2010 sus ganancias se han incrementado. Ganancias que se realizan sobre el despojo de los que aceptaron de buena fe las hipotecas que ahora no pueden pagar.
Pregunto ante lo ya leído en esta serie de notas: el título que las encabezó ¿está justificado?

domingo, 23 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XV

Avancemos con la investigación del periodista Holman W. Jenkins Jr. La mirada que dirige al panorama bancario de el año 2009 lo lleva a comprobar que de los cinco mayores bancos de inversión que existían sólo sobrevivían dos: Goldman y Morgan Stanley (Lehman Brothers Holdings Inc, fundado en 1850 estaba quebrado; Bear Stearns, uno de los más grandes fue absorbido por J. P. Morgan, y Merrill Lynch & Co. Inc., fundado en 1914, también). Nuestro periodista entrevista al presidente ejecutivo de Goldman, Lloyd Blankfein, quien debe afrontar las duras críticas que le realizan por ser uno de los sobrevivientes, sin que quede muy claro cómo lo consiguió. Las ironías ante mencionadas hablan de la estrecha relación con funcionarios de alto nivel. Nos comenta:
Sí, admite, la presencia de tantos ex ejecutivos de Goldman en puestos altos del gobierno a algunos les da la impresión de que la firma está moviendo conexiones (algo que él desmiente). «Pero –señala- apuesto a que cuando las aguas se calmen, volverá a considerarse como algo positivo que la gente deje de lado su búsqueda de riqueza personal y se dedique al servicio público». Sin embargo, la pregunta de si él y sus colegas le deben sus fortunas —que se han vuelto a expandir— al rescate gubernamental, no es fácil, ni para él ni para nosotros. También es un interrogante que podría convertirse en menos académico en momentos en que Goldman, en parte gracias al pánico que estremeció los mercados, se prepara para entregar bonificaciones vergonzosamente grandes a sus más altos ejecutivos, a fin de año. Esto podría o no provocar otra ronda de ataques políticos a la firma. En tanto, el propio salario del jovial Blankfein tras el año burbuja de 2006 —unos US$53 millones— ha regresado para perseguirlo en muchos informes periodísticos.
Blankfein afirma que agradece las intervenciones del gobierno que estabilizaron la crisis, pero se resiste a confesar lo que es evidente: en medio de las recientes revelaciones sobre los formidables esfuerzos de Washington para mantener activos a Goldman y Morgan Stanley. El corolario es muy repetido: «Washington considera que Goldman es demasiado grande para quebrar». Sin embargo es difícil justificar que con dinero de los contribuyentes se hayan otorgado bonificaciones espléndidas a sus ejecutivos. Lo que llama la atención hoy es la importancia acumulativa de esos esfuerzos. «Al intentar salvar al sistema, el gobierno buscaba salvar a Goldman; al intentar salvar a Goldman, buscaba salvar al sistema. Goldman = sistema, es un buen resumen».
Si AIG , un jugador enorme en toda clase de mercados, hubiera quebrado, el impacto en la economía hubiera sido incalculable. Al día de hoy, se afirma que el rescate de AIG era un rescate encubierto de Goldman. AIG había emitido gran cantidad de garantías respaldadas por hipotecas de alto riesgo; Goldman había comprado gran cantidad de esas garantías. AIG fue rescatada, aunque eso quiso decir que el dinero de los contribuyentes, en cierto sentido, fue a parar al bolsillo de Goldman para cumplir con las obligaciones de colateral de AIG. Las teorías de la conspiración siempre surgen cuando ocurren eventos de grandes consecuencias. No cabe duda que Blankfein estaba cuidando su firma y que Paulson y compañía intentaban evitar un colapso económico.
Entretanto, ¿qué pasa con las bonificaciones de Goldman? Con franqueza, Blankfein afirma que si tiene que decidir entre satisfacer las iras políticas y mantener contenta a su gente, optará por lo segundo. «La columna vertebral del desempeño, el éxito y la longevidad de Goldman durante este período, además de la suerte, es que nos empeñamos en tener más suerte, debido a nuestra gente. Y tengo la obligación de mantener la firma y la franquicia intactas». Es una buena manera de justificar que en plena crisis bancaria la remuneración de los altos ejecutivos no sólo no decreció, sino que aumentó en un porcentaje muy considerable. Ante ello el profesor Juan Torres López comenta:
Los Bancos y entidades financieras que causaron la crisis han logrado salir de ella reforzados, sin que se hayan puesto en cuestión sus privilegios y con mucho más poder económico y financiero gracias a que los Gobiernos y los Bancos Centrales asumieron el principio de que eran demasiado grandes para caer. Con ese criterio se han podido justificar las ayudas multimillonarias de todo tipo que se han puesto en sus manos a pesar de que así se ha dejado sin sancionar los comportamientos irresponsables, se incentiva que se vuelvan a dar y se hace a los grandes bancos más grandes aún, lo que hará que la próxima crisis que provoquen sea más dura y difícil de gobernar que esta.
Lo que no merece comentarios de la prensa internacional, ni de los altos funcionarios públicos y privados, es el tendal de gente que ha quedado a la intemperie. Partiendo de esta realidad Torres dice:
En los dos últimos años se ha empezado a comprobar que docenas de miles de personas y pequeñas y medianas empresas han sido sencilla y llanamente engañados por los Bancos que les ocultaban la letra pequeña de los contratos, que disimulaban los riesgos de los seguros que les vendían con otro nombre u ocultos en fórmulas incomprensibles y que, en suma, establecían condiciones leoninas en los préstamos o créditos que les ofrecían como si fueran un regalo de la providencia. Las autoridades miraron entonces a otro lado y les dejaron hacer y ahora que cientos de miles de personas han perdido sus viviendas o se enfrentan a obligaciones de pago de las que nunca fueron advertidas, siguen disimulando y protegiendo a los privilegiados causantes de todos estos abusos.
El sistema financiero ha demostrado palmariamente que no todos somos iguales ante la Ley, la Justicia espía por debajo del vendaje de los ojos.

miércoles, 19 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XIV

El docente e investigador José Manuel Naredo plantea una especie de paradoja para entrar en el análisis del manejo de las grandes fortunas. Se refiere a sus poseedores como los “Millonarios homeless”, es decir personas que manejan cifras de muchos ceros pero que pareciera no tienen domicilio propio. Sin duda es muy difícil de creer, pero algo debe haber detrás de esta “anomalía” que es necesario investigar. Nos dice:
En los últimos tiempos proliferan los millonarios que carecen de vivienda, de yate e, incluso, de coche en propiedad, aunque disfruten a diario de todo ello. Y no es que vivan en hoteles de lujo, como Al Capone, sino que los automóviles, jets, yates y fastuosas mansiones que utilizan no son propiedad suya, sino de sus empresas, para evitar impuestos y desgravar lo que en otro caso serían gastos suntuarios. Es una consecuencia lógica de la globalización financiera, unida a la existencia de paraísos fiscales. Pues es lógico que a la empresa nómada trasnacional, que vaga por el planeta buscando negocios ventajosos y ocultando su riqueza donde mejor le convenga, le siga un empresariado nómada, que pone a buen recaudo su patrimonio escapando a la fiscalidad de los países. Algunos de estos millonarios homeless, que engrosan hoy la lista Forbes de los más ricos del planeta, evitan los domicilios fiscales metropolitanos controlando su inmensa riqueza a través de empresas domiciliadas en paraísos fiscales.
Por lo que venimos a descubrir que una de las maneras de ganar mucho dinero es estafando al fisco. Es lo mismo que decir “estafando a todos los ciudadanos contribuyentes” que aportan sus impuestos para que el Estado cubra las necesidades que se le exigen por lo general. Nuestra Argentina no está exenta de este tipo de maniobras. Lo que aparece como tema muy interesante es la relación de los evasores, los fondos buitres, los fondos de inversión, los bancos y los medios de comunicación. El profesor Naredo continúa informándonos:
Este es el caso del empresario sin domicilio fijo Nicholas Berggruen que, junto a su socio Martin E. Franklin, pretende reflotar y controlar el grupo Prisa a través de la sociedad de inversiones Liberty Acquisition Holdings, domiciliada en el paraíso fiscal estadounidense de Delaware. Sería un triste destino para ese diario vocacional y militante de la libertad que en su día fue El País acabar siendo devorado por el capital financiero en estado puro. El problema estriba en que a la globalización financiera no le corresponde una globalización tributaria que dé un tratamiento homogéneo y equitativo a las personas y empresas que pueblan la economía-mundo. Esta globalización sesgada acentúa la regresividad impositiva al facilitar vías de escape a los más ricos, ya sea recurriendo a paraísos fiscales o a empresas instrumentales que, como las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV) que mantienen nichos de evasión legal dentro de los países. Los episodios recientes de corrupción que afloran en los tribunales completan esta saga de pobres millonarios que, tras haber hecho el agosto con comisiones y especulaciones diversas, consiguen cuantiosas fianzas para evitar la prisión, pero carecen de medios con los que hacer frente a sus responsabilidades.
Esto nos una exclusividad de España, también tenemos entre nosotros uno de esos bancos poli-rubros de macha fama, pero no de la buena, que posee una parte de un medio, muy conflictivo en estos tiempos, el multi-medio Clarín. El prestigioso periodista, Holman W. Jenkins Jr., columnista del The Wall Street Journal, nada menos, se ha encargado de contarnos las andanzas de Goldman Sachs, uno de los pocos bancos que sobrevivieron a la crisis financiera actual. Se refiere a esta banco en estos términos:
Para bien o para mal, de vez en cuando una empresa es elegida por el destino para representar "el rostro inaceptable del capitalismo", un término acuñado por el fallecido primer ministro británico Edward Heath. Para mucha gente, Goldman Sachs es hoy ese rostro. Los chistes más suaves se refieren a la legendaria firma de inversión como "Gobierno Sachs", debido a sus conexiones con el ex secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos Henry Paulson (que en su momento fue presidente ejecutivo de Goldman) y otros ex alumnos, quienes, al desempeñarse como funcionarios en Washington, participaron en el rescate financiero del año pasado. Algo menos amable, un periodista de la revista Rolling Stone comparó a Goldman con un "gran calamar vampiro que envuelve la cara de la humanidad y que dirige sus tentáculos de forma implacable hacia cualquier cosa que huela a dinero".
Aparece nuevamente el entrelazamiento de las instituciones antes mencionadas con el sólo propósito de ganar todo el dinero posible sin importar los métodos. Este entrelazamiento cruza con sus negocios la totalidad del planeta. Sus andanzas, como una plaga, arrasa todo por donde pasa.

domingo, 16 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XIII

El economista de la Universidad de Málaga, Alberto Garzón Espinosa sostenía en Marzo de 2009: «La crisis económica por la que atraviesa el mundo desarrollado no tiene en modo alguno una naturaleza azarosa. No ha sido un suceso impredecible y tampoco ha sorprendido a todos los economistas. La actual crisis es, de hecho, producto de decisiones económicas concretas que son fácilmente identificables y que responden a ideologías muy bien definidas. Sin embargo, pocos economistas han sido capaces de alertar acerca de los peligros que se gestaban en las economías desarrolladas, mientras que sí han sido muchos los que se han pasado años repitiendo que en realidad todo iba viento en popa. No obstante, si atendemos a los desiguales efectos que en las distintas capas sociales han provocado las políticas de los últimos años, comenzamos a comprender por qué algunos prefirieron mirar hacia otro lado a sabiendas de lo que podía ocurrir. Más aún, si analizamos la composición de los planes de estudio que se siguen en las facultades de economía encontramos la razón que explica el resto, es decir, la absoluta incapacidad de la mayoría de los economistas a la hora de analizar la realidad económica y de prever que una crisis de la magnitud de la que estamos empezando a sufrir pueda tener lugar».
Para consultar a alguien cuya trayectoria y prestigio no dé lugar a la menor duda, nada mejor que el premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, quien escribió en setiembre de 2009 un artículo que le publicó el New York Times que llevaba por título “¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?” teniendo como referencia la crisis financiera de 2007-08 que no tuvo las voces de alarma que hubieran sido necesarias para evitar los males producidos. En él decía: «Es difícil creerlo ahora, pero no hace tanto tiempo los economistas se felicitaban mutuamente por el éxito de su especialidad. Estos éxitos -o al menos así lo creían ellos- eran tanto teóricos como prácticos y conducían a la profesión a su edad dorada. Olivier Blanchard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), actualmente economista jefe del Fondo Monetario Internacional, declaraba que había habido "una amplia convergencia de puntos de vista". Y en el mundo real, los economistas creían que tenían las cosas bajo control: "El problema central de la prevención de la depresión está resuelto", declaraba Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso inaugural como presidente de la American Economic Association en 2003. En 2004, Ben Bernanke, un antiguo profesor en Princeton que ahora preside la Reserva Federal, celebraba la Gran Moderación del comportamiento económico comparado con las dos décadas precedentes, y que atribuía en parte al mejorado desempeño de la política económica».
Sostuvo que la economía, nacida 160 años atrás, se sostenía sobre la fe: «¡Confía en el mercado!». Y sus certezas lo corroboraron hasta el fatídico 1929 y sus consecuencias inmediatas, ya vistas. A partir de allí comenzaron a imponerse las ideas de Keynes quien «Quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo. Pero cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones». Estas ideas encontraron detractores que se volcaban hacia las viejas ideas. Algunos pocos economistas no las aceptaban y cuestionaban la creencia de que los mercados financieros merecieran confianza y mostraban la larga historia de crisis financieras que tuvieron devastadoras consecuencias económicas. Pero fueron incapaces de hacer muchos progresos frente a una complacencia que, vista retrospectivamente, era tan omnipresente como insensata. «La aparente utilidad de la nueva teoría produjo una sucesión de premios Nobel para sus creadores, y muchos profesores de escuelas de negocios se convirtieron en ingenieros espaciales de Wall Street, ganando salarios de Wall Street».
Bien, ahora nos acercamos a lo increíble e inaceptable. Dice Kugman: «¿Cómo no se dieron cuenta de la burbuja? Puede ser que Greenspan y Bernanke también quisieran celebrar el éxito de la Reserva Federal en sacar a la economía de la recesión de 2001; conceder que buena parte de tal éxito se basara en la creación de una monstruosa burbuja debiera haber puesto algo de sordina a esos festejos. Pero había algo que estaba sucediendo: una creencia general de que las burbujas sencillamente no tienen lugar. Lo que llama la atención, cuando uno vuelve a leer las garantías de Greenspan, es que no estaban basadas en la evidencia, sino que estaban basadas en el aserto apriorístico de que simplemente no puede haber una burbuja en el sector inmobiliario». Creo que se puede comprender una parte de las razones de la miopía.

miércoles, 12 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XII

Lo narrado hasta aquí no fue un proceso inesperado, sorprendente, imprevisible. Hubo voces que antes y ahora advirtieron sobre los peligros que se enfrentarían con la libertad de los mercados sin control alguno. Y eso tenía ribetes más graves en una actividad que se mueve, desde las últimas décadas, en un mundo virtual. La velocidad de la circulación del dinero que le imprimió este modo operativo potenció sus posibilidades al tiempo que demostró una capacidad creativa por la variedad de instrumentos que puso a disposición de los agentes y operadores. Vamos a recurrir a una de esas voces que, por sus antecedentes académicos e investigativos, acredita experiencia y seriedad suficiente para ser leída atentamente. Me refiero a la doctora Susan Strange (1923-1988) quien en 1986 publicó un libro cuyo título es toda una denuncia: Capitalismo Casino. Doce años después vuelve sobre el tema insistiendo en sus advertencias y reclamando una mayor atención sobre el tema, dado que los riesgos habían crecido en forma alarmante: Para ello publica otro libro que tituló: Dinero loco – el descontrol del sistema financiero global.
En este segundo trabajo comienza ofreciendo una explicación: «¿Por qué loco? Porque a mi parecer fue, y es, “disparatado e imprudente” (sinónimos de loco según el diccionario) dejar a los mercados financieros ir tan lejos, mucho más allá del control del Estado y de las autoridades internacionales. En un hombre o una mujer asociamos la insensatez o la locura a un comportamiento voluble, impredecible e irracional que es potencialmente peligroso para quien lo padece o para otros. Y es exactamente así como se han comportado los mercados financieros en los últimos años: unas veces con irregular frenesí y otras con injustificado abatimiento… Su comportamiento ha afectado gravemente a otros actores. Su estado requiere con urgencia algún tipo de tratamiento». Esto está escrito en 1998, lejos de los peor que se desencadenó a partir de 2006-2007.
Es muy revelador el cuadro que describe, que deseo compartir por su claridad: «Toda esta insensatez se presentó ante mí a finales de 1997. Los periódicos reproducían fotos de operadores de Wall Street con botellas de champán y copas en la mano, con rostros desbordantes y sonrisas eufóricas, celebrando las suculentas primas de fin de año recién recibidas. No eran los únicos generosamente recompensados en los mercados financieros: algunas de las primas de banqueros inversores y de gestores de fondos eran de una cuantía inimaginable y obscena. En Asia, entre tanto, no había nada que celebrar. Millones de personas afrontaban la pérdida de sus puestos de trabajo y el desempleo. El futuro aparecía sombrío para los otrora “tigres económicos” del sur de Asia. Fue una casualidad que el libro del que éste es una especie de continuación, Capitalismo Casino (1986), acabase precisamente con una imagen tan gráfica como la de operadores financieros bebiendo champán, mientras fuera de las oficinas de los rascacielos mucha gente lo pasaba tan mal».
Esta profesora británica tiene una peculiaridad extraña entre las personas que se dedican a su especialidad, Economía Política Internacional, que es la de mirar y profundizar sus investigaciones sobre las consecuencias sociales de las políticas implementadas. Este aspecto de sus preocupaciones es digno de ser subrayado porque es, precisamente, por esa sensibilidad social que su mirada se dirige hacia ángulos que la mayoría de los investigadores ignoran. Se podrá pensar que es una cuestión de conveniencia profesional, sin embargo, yo me atrevo a afirmar que es una miopía fundamentalmente técnica o académica, la de subordinarse a pensar desde una matriz intelectual resultado de la formación que han recibido. Sobre este tema sostiene el doctor Alberto Montero Soler, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga: «Ya en el año 2000 un grupo de estudiantes franceses de economía respaldados por algunos profesores lo habían advertido: la economía se aleja cada vez más de la realidad y está convirtiéndose en una rama de las matemáticas aplicadas. Iniciaron entonces un movimiento con un nombre muy expresivo, “Post-Autistics Economics” (o economía post-autista, en español), en clara alusión a la necesidad de superar lo que ellos consideraban que era el estado de autismo en el que había caído la economía, completamente ensimismada y alejada de los problemas sociales… el dogmatismo en el que han incurrido los estudios de economía como consecuencia de la carencia de pluralismo en la presentación de los enfoques sobre lo económico. En las facultades de economía no se enseña a mirar la realidad desde distintos prismas, desde distintos enfoques económicos (no digamos ya desde distintas disciplinas), a pesar de haberlos, sino que se suele presentar un único enfoque al que se le atribuye capacidad explicativa omnímoda».

domingo, 9 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno XI

Es importante recordar los efectos de esa la ley porque su modificación, y casi abolición, abrió la puerta a la etapa posterior que llegaría a producir las mismas consecuencias que detuvo en la década del treinta. Un breve resumen ilustrativo para entender este tiempo podemos verlo en los siguientes puntos: 1- Total separación de la actividad bancaria de la bursátil. 2- Creación de un sistema bancario conformado por bancos nacionales (por ejemplo, Citibank), bancos estatales (por ejemplo Texas Commerce Bank) y bancos locales (por ejemplo Laredo International Bank). Para evitar la competencia desleal entre entidades, se aplicó la Ley anti-monopolio (Sherman Act) del presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) que permitía sólo un 18 por ciento de control por parte una institución financiera nacional, estatal o local. 3- Impedimento a los bancos para evitar que participen en el manejo de los fondos de pensiones. 4- Prohibición a los banqueros para evitar que entren en consejos de administración de empresas industriales, comerciales y de servicios. 5- Prohibición a los bancos de suscribir acciones conjuntas con otras empresas y participar directamente del mercado bursátil. 6- Creación de una comisión de vigilancia autónoma, la Securities and Exchange Commission, que fue autorizada a aplicar sanciones en los bancos y casas de bolsa que se unieran para especular con los recursos públicos. Su primer director fue Joseph Kennedy (padre de JFK). Y fue famosa su persecución contra Prescott Bush (abuelo del presidente George W. Bush), por haber establecido negocios con el Tercer Reich de Adolf Hitler. 7- También se creó la FDIC (Federal Insurance Deposit Corporation), un órgano autónomo e independiente que vigilaba el "comportamiento" de los depósitos públicos en los bancos.
Si bien esta síntesis es demasiado técnica en sus disposiciones, creo necesario hacer el esfuerzo de comprender lo que se proponía como intento de evitar que se repitiera la catástrofe financiera pasada. Lo que aparece como incomprensible, o lo que se debe pensar como miopía, avidez, mezquindad, avaricia, del sistema financiero es que arriesgue hasta la estabilidad del propio sistema que los cobija y le permite sus maniobras. Esa inconciencia lo lleva a jugar al borde del abismo hasta que se desmorona. Claro que ya han encontrado dentro de ese juego algunos reaseguros.
La aplicación de esta ley no fue un lecho de rosas. Se vio en la necesidad de enfrentar a poderosos enemigos en el sector bancario a lo largo de toda su existencia. «En 1985, bajo la presidencia de Ronald Reagan, la Glass-Steagall recibió un primer golpe importante cuando el entonces presidente permitió que los bancos se convirtieran en asesores de inversión en la captación de recursos públicos. Reagan también facultó la puesta en marcha de instrumentos financieros no atados directamente a los bancos pero sí a sus fondos de inversión. Comenzaba el camino del deterioro de las disposiciones de la ley y su paulatina decadencia. La presión del lobby bancario hizo que, en 1999, el presidente norteamericano Bill Clinton (1993-2001) y su secretario del Tesoro, Robert Rubin - asesor económico de Obama- derogaran, con la aprobación del Congreso, la Ley Glass-Steagall haciendo posible que todo aquello prohibido dejara de serlo».
Se retornó entonces a una situación similar a la que provocó el crack de 1929. A raíz de la supresión legislativa nace otra vez una actividad financiera desregulada que posibilita operaciones antes prohibidas. «Así el Banco Citicorp se fusiona con el gigante asegurador Travelers. Esta nueva entidad absorbe Salomon Brothers y Smith Barney y entra en el terreno de la gestión de activos y de la banca de inversión. Empiezan a formarse los hedge funds , fondos que las nuevas mega-corporaciones utilizan para expandirse y que incluyen inversiones en emisiones de bonos en dos bancos especializados en hipotecas (que ahora han caído en bancarrota): Freddie Mac y Fannie Mae, dos entidades cargadas de riesgo y alta rentabilidad». Estamos ya cerca de la hecatombe 1007-1008 y de ahí a la actual crisis crediticia, financiera e hipotecaria, con sus terribles afectaciones en la economía real y en el mundo del trabajo, fue sólo un paso.

miércoles, 5 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno X

Si bien, como ya vimos, la rentabilidad de la inversión de dinero en la actividad productiva padecía de una curva descendiente y eso se intentaba recuperar sobre la rebaja de la porción de riqueza que correspondía a los trabajadores (tanto en salarios como en seguridad social). A ello apuntaron las políticas neoliberales (lamentablemente con mucho éxito). Nada de ello podía competir con los rendimientos superiores que ofrecía la actividad financiera. Dice Rapoport: «Tuvieron mucho que ver con ello los bancos transnacionales, que crearon un espacio particular de circulación monetaria y aseguraron el financiamiento del comercio y de la producción deslocalizada de empresas y corporaciones. Al mismo tiempo, las actividades en el conjunto de mercados monetarios y financieros de corto y largo plazo, y en los mercados de bonos y títulos, se ampliaron rápidamente». El final de la década de los setenta y comienzo de los ochenta fue el tiempo y el escenario de esta mutación interna del sistema capitalista. Si la libertad de mercado para la producción y el comercio era ya una bandera que ondeaba bien alto en el mástil del sistema, esta libertad para el dinero se convirtió en un reclamo y en una presión sobre el sistema político que no pudo impedirlo, o no quiso, o no comprendió todo lo que significaba, o le resultó también mucho más rentable personalmente, porque finalmente fue concedida.
Un poco de historia. El antecedente obligado para comprender este proceso hay que buscarlo en el Crack de 1929 que provocó el pánico de perder los ahorros. Una estampida de depositantes corrió a recuperar sus dineros por lo que se produjo una retirada masiva de depósitos de los bancos, lo que llevó a numerosas entidades a la quiebra. Una situación que se volvió a repetir. Nuestra memoria puede recurrir al 2007 para recordar escenas parecidas en gran parte del planeta. En nuestro país esto se resolvió con el “corralito” de 2001. En 1933 la Comisión de los Asuntos Monetarios y Financieros del Senado estadounidense, condujo de una forma bastante violenta y espectacular una investigación que involucró a varios directores bancarios respecto de sus actuaciones infames y criminales en ese episodio. Otro caso similar pero sin las mismas consecuencias hemos vivido en la Argentina, acá nadie fue preso. Los resultados crearon en la opinión pública estadounidense la convicción de la necesidad de una regulación del sistema bancario.
Como consecuencia de esa experiencia nefasta, el presidente de los EEUU, Franklin D. Roosvelt (1933-1945), al asumir su primera presidencia comenzó por limitar la libertad excesiva de los banqueros. Expresó una frase que hoy debiera recordarse. Dijo: «Prefiero rescatar a los que producen alimentos que a los que producen miseria», en clara alusión al sistema financiero. Entonces, el gobierno absorbió la gigantesca deuda de los agricultores y ganaderos, empezando a subsidiar al campo; así, la primera acción de su gobierno fue la de promulgar la Ley Bancaria más revolucionaria de todos los tiempos. El senador Henry Steagall era en ese momento presidente de la poderosa Comisión Bancaria del Senado y siempre estuvo apoyando a los agricultores y a los bancos rurales, que sufrían fuertemente los embates de la Depresión de 1929. La respuesta ante la situación fue la aprobación de ley que elaboró con el senador Carter Glass, ley que lleva sus nombres, o Ley Bancaria del 16 de Junio de 1933. Por ella se efectuó un reordenamiento del sistema financiero. El Presidente Roosevelt siempre creyó que un sistema bancario basado en la especulación era perjudicial para el Sistema de la Reserva Federal (Banco Central de los EEUU).
Esta Ley Glass-Steagall que se la conoce generalmente como el Banking Act de los Estados Unidos fue impulsada por la Comisión Bancaria del Senado y apuntó a evitar que se volviera a producir una situación como la del quiebre de la Bolsa de Wall Street de 1929. Dispuso, entre otras medidas, la separación entre la banca de depósito y la banca de inversión (bolsa) y prohibió a los banqueros acceder al mundo de la especulación bursátil. Esta ley sirvió para recuperar la economía de EEUU.

domingo, 2 de enero de 2011

La mejor forma de robar un banco es ser dueño de uno IX

Llegados a este punto de la historia, los setenta, debemos analizar las consecuencias de esa crisis que se han sentido hasta hoy, como remezones de un terremoto que afectó a todo el globo. Es muy interesante como hipótesis a pensar la que sugiere nuestro profesor, que quedó antes anotada, respecto de cuánto de esa crisis fue provocada con el propósito de revertir el proceso de distribución de la riqueza que venía avanzando, por lo menos, en occidente y que con diferencias según países y regiones habían reconocido treinta años de prosperidad. Estas décadas dieron lugar a la idea de que era posible un “capitalismo con rostro humano” como comenzó a pensarse entonces. La reacción de los sectores del capital concentrado para evitar el avance de políticas redistributivas está dentro de la hipótesis mencionada.
Es necesario recordar que esas políticas habían tenido como propósito detener “el avance del comunismo” en el mundo, ante el fracaso de la suposición que sostenía que la Unión soviética no resistiría los embates de las fuerzas armadas alemanas en la Segunda Guerra. Colocar esta hipótesis en el centro de la mirada que se proponga el análisis de esta conflagración mundial posibilitará una lectura más adecuada de las causas de ese conflicto. Las condiciones de posguerra habían dejado a una Unión soviética ocupando la mitad de Europa, cuya otra mitad requirió la ayuda del Plan Marshall para su reconstrucción y el combate de la pobreza. Era ésta la causa del temor al avance del comunismo frente a las elecciones que se estaban preparado para reconstruir las instituciones del “mundo libre” como se lo llamó durante algún tiempo.
Veamos otras consecuencias. Como quedó dicho los EEUU heredaron el centro del poder mundial que el agotamiento de Gran Bretaña dejaba vacante. El proceso iniciado anteriormente de la expansión global del capitalismo se encontraba en mejores condiciones al estar bajo la conducción de un país que no había soportado el conflicto dentro de sus fronteras y que, por el contrario, se había convertido en el gran acreedor del mundo. El tema que vamos a abordar, y que estará por debajo de la investigación siguiente, es la gran expansión de las formas financieras del capitalismo que transformaron las décadas posteriores, que se convirtieron en la causa estructural de las crisis que soportó el mundo de allí en más.
Rapaport describe esta etapa en estos términos: «La crisis del sistema monetario internacional, la caída de las tasas de rentabilidad, la inflación y la enorme oferta de fondos prestables fueron impulsando uno de los aspectos fundamentales de la nueva etapa de internacionalización del capital: el llamado proceso de globalización financiera». Para fundamentar esta afirmación se apoya en lo dicho por John Eatwell y Lance Taylor: «La escala y los flujos financieros en el nuevo orden financiero internacional destruyeron las fronteras existentes entre los mercados de capital nacionales y el mercado financiero internacional». Se fue consolidando un predominio del sistema financiero sostenido por una rentabilidad mayor que ofrecía esa libertad de operar en un espacio que comenzaba a convertirse en virtual, aunque en la década siguiente adquiriría una velocidad impensada entonces. La “economía real” quedaba sometida a la imposición de los avatares de la especulación financiera, modalidad que se asentaría en el sistema con pretensiones de exclusividad. Las tasas elevadas eran altamente atractivas lo que imponía políticas que se pensaban y se ejecutaban al compás de las necesidades de este tipo de capital.
Leamos al profesor: «Pero la globalización financiera implicó, sobre todo, un cambio significativo en las reglas del juego permitiendo a los agentes económicos tomar o colocar su dinero, gracias al conjunto de instrumentos que les ofreció el mercado, y facilitando las prácticas especulativas. En poco más de treinta años el sector financiero creció en todos sus indicadores varias veces más que las actividades productivas». Lo que puede sorprender desde la mirada que habilita este presente sobre aquel pasado es cómo se pudo creer, hacer creer, pensar, imaginar (o lo que el lector le quiera agregar), que una vieja evidencia que sostenía, basada en larga experiencia: «el dinero no produce dinero», podría haberse desvanecido sin sospechar que la timba podía ser un aumento de las riquezas. Cómo se pudo olvidar que en ella lo que alguien gana lo pierde el otro, pero la riqueza creada no se movido ni un milímetro. Esta fascinación está en la base del mundo que habitamos hoy.