domingo, 30 de septiembre de 2012

La mercancía humana IV



 Los autores del artículo del semanario Der Spiegel agregan:
El mundo del tráfico de órganos se reduce a un esquema muy simple. Hay países importadores y países exportadores: Israel, Arabia Saudí, los Estados Unidos y Canadá pertenecen a los países importadores. China, India, Filipinas, Egipto y Moldavia a los países exportadores. No hace falta ser miembro de Attac[1]  para ver en el tráfico de órganos una parábola de los desequilibrios de poder mundial: los órganos se trasplantan de pobres a ricos, de gente con piel negra o atezada a gente de piel blanca. Los receptores regresan a sus países de origen, donde los médicos no plantean muchas preguntas y la atención sanitaria, por lo general privada, les está garantizada. A los “donantes”, por el contrario, no les espera una buena vida: la atención médica escasea, las posibilidades de infecciones y hemorragias post-operatorias son elevadas.
El tráfico de órganos tiene también una dimensión política. Agrega Àngel Ferrero que el caso de la clínica de Priština está bien documentado por Jonathan Ratel, un fiscal que llegó a Kosovo en el 2010 como  miembro de EULEX[2], la misión de la Unión Europea que tiene como objetivo la construcción de un estado de derecho. Lo que EULEX encontró en Kosovo es cualquier cosa menos un estado de derecho. Según las investigaciones de Ratel, en la clínica de Beer se han trasplantado de 20 a 30 riñones a clientes multimillonarios. El cirujano responsable, Yusuf Sönmez, apodado por la prensa como “Dr. Frankenstein”, ha declarado, no sin cierto orgullo colegial, haber trasplantado 2.200 riñones en total (además de Kosovo, se cree que este tipo de clínicas ilegales operan también en Kazajstán y Chipre), y se jacta de haberlo hecho a un ritmo industrial. Si el sistema ha podido funcionar tan bien es porque cuenta, por supuesto, con la complicidad de los médicos y autoridades.
Y si el caso ya resulta repugnante, aún hay neoliberales, como el indio R. R. Kishore o el ya mencionado Víctor Grífols, que intentan justificar con toda suerte de sofismas este negocio criminal y acusan a los críticos de “hipocresía” y “paternalismo”:
La venta de órganos podría equipararse con la prostitución, y debería ser en consecuencia perfectamente legal, pues incluso ayuda a mejorar la situación económica de estas personas. Si el paralelismo con la prostitución es a todas luces exagerado, nada más lejos de la realidad que la vida de las víctimas de las redes de tráfico de órganos en realidad mejore. Como recuerdan los autores del artículo del semanario, se han llevado a cabo encuestas en los arrabales de la India, Bangladesh, Egipto o Filipinas entre los “donantes” de órganos y los resultados hablan por sí solos: la mayoría se queja de que su vida no sólo no mejoró, sino que empeoró desde entonces.
Lo que puede parecer una noticia de las páginas amarillas de algún pasquín debe ser tomado como un emergente del grado de deshumanización que conlleva cierto modo de pensar desde el mercado. Cuando éste es librado a su propia dinámica le pone precio a todo y nada lo detiene en su avance de incluir en él cuanto puede ser reducido a mercancía. Si bien la explotación del capitalismo clásico ya anunciaba estas posibilidades la consolidación del neoliberalismo en las décadas de los ochenta y los noventa llevó esta posibilidad hasta límites impensados.
Si la utopía de mundos mejores está hoy adormecida a la espera de mejores tiempos, no por ello debemos renunciar a la defensa de las reglas más elementales que preserven la dignidad humana, en la medida de lo posible. Si nos unimos tras objetivos menos pretensiosos es posible que mañana podamos debatir sobre aquellos aspectos que no son compartidos por todos. Hoy por lo menos podemos intentar poner un freno a este avance despiadado. Para ello la divulgación de este tipo de noticias podrá alertar sobre los riesgos que nos rodean.


[1] La Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) es un movimiento internacional altermundialista que promueve el control democrático de los mercados financieros y las instituciones encargadas de su control mediante la reflexión política y la movilización social.
[2] El EULEX (European Union Rule of Law Mission in Kosovo es una misión civil de la Unión Europea para el imperio de la ley) es una misión de la Unión Europea que tiene como objetivo hacer un despliegue planificado de recursos policiales y civiles en Kosovo tal como está previsto.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La mercancía humana III



 Si hablábamos antes de egoísmo, la frase final de la nota anterior está apuntando a una sociedad que privilegia el placer y el confort personal aun por sobre, lo que podríamos definir desde estas tierras, los deberes familiares. La solución parece ser siempre una cuestión de dinero. Sigamos leyendo:
Los hijos de Walter consiguieron ponerse en contacto con la reportera, quien, haciendo gala de esa moral que tanto honra a la profesión periodística, les entregó sin muchos problemas de conciencia el contacto de uno de los traficantes de órganos entrevistados. En julio de 2008 Walter viajó con destino a Estambul, donde se reunió con un mediador israelí, y desde allí viajaron a Priština, la capital de Kosovo. En esa misma avioneta viajaba el “donante”. Esa otra persona era Vera Schevdko, una trabajadora de limpieza de hogaes, israelí de origen ruso. Schevdko, como muchos judíos rusos, emigró a Tel Aviv esperando encontrar una vida mejor y se encontró pronto superada por el elevado costo de la vida en Israel. Divorciada, madre de una hija adolescente de la que tuvo que hacerse cargo, las deudas no tardaron en comenzar a acumularse. Vio en una parada de autobús un anuncio en ruso que buscaba “donantes de riñón” prometiendo una elevada recompensa. Finalmente llamó y le prometieron 10.000 dólares, de inmediato y en efectivo. Viajó a Priština, desde donde la llevaron a una clínica en los suburbios, propiedad de un urólogo alemán llamado Manfred Beer. Vera Schedvko despertó de la anestesia, se le entregó el sobre con el dinero y fue despachada sin demora a su país.

Los órganos como capital humano
Este es un negocio multimillonario. De hecho, gracias a la crisis se trata de un negocio floreciente y con numerosas ramificaciones. Nos informa nuestro periodista que
En febrero la policía ucraniana descubrió casualmente un cargamento de huesos y tejidos humanos metidos en congeladores en un minibús. Los restos humanos en sobres y cajas venían acompañados de los correspondientes informes forenses traducidos al inglés. Su destino, como finalmente se descubrió, era una factoría en Alemania propiedad de RTI Biologics, una empresa estadounidense que se dedica a transformar esos restos en implantes dentales además de “reciclar” los tendones y los tejidos de personas fallecidas para trasplantes y otras operaciones médicas. Las autoridades ucranianas sospechaban desde hacía tiempo que los tejidos y huesos se extraían con regularidad de los cadáveres sin el consentimiento de los familiares.
Esta aparentemente inocente aparición del concepto capital humano ha tenido ramificaciones y repercusiones en la conceptualización del cuerpo humano como mercancía: el pasado mes de abril Víctor Grifols, presidente y consejero de una multinacional farmacéutica especializada en hemoderivados, líder en  Europa y desde 2006 cotiza en bolsa– propuso en una conferencia en la escuela de negocios ESADE[1] la legalización de la donación de plasma:
En Estados Unidos tenemos 147 centros de donación, en épocas de crisis, si pudiéramos tener centros de plasma podríamos pagar 60 euros por semana, que sumados al paro son una forma de vivir», dijo Grífols. Con su propuesta de sacarle, literalmente, la sangre a los trabajadores y desempleados de España se rompería el actual sistema universal filantrópico de los bancos de sangre españoles y se abriría la puerta a la legalización en España de la venta de órganos para trasplantes, rompiendo también nuestro sistema publico gratuito en base a donaciones.
La conversión del cuerpo humano en mercancía resuelve lo que podría parecer un comercio siniestro. Sin embargo es un negocio altamente profesionalizado: los mediadores de órganos ofrecen a sus clientes “paquetes” por hasta 160.000 euros en los que está todo incluido, desde los costos del viaje y la operación hasta los sobornos para que las autoridades policiales y sanitarias hagan la vista gorda. Los “donantes” sólo reciben una pequeña fracción de esa suma, que en países como la India o Bangladesh se reduce incluso a sólo 750 euros.



[1] Executive Education ESADE Business School, con filial en Buenos Aires, tiene como misión principal la formación de personas con un alto nivel de competencia profesional y con plena conciencia de su responsabilidad social. Por ello, impulsa la docencia y la investigación a través de su Facultad de Derecho y su Business School, mediante un compromiso firme con el rigor intelectual, el espíritu crítico y la excelencia académica.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La mercancía humana II



 Continuando con el comentario de la nota anterior, agrega:
Alemania necesita –lo sabemos por su oficina de empleo– plomeros, electricistas, personal de cuidados intensivos y (algunos) ingenieros. Para estos puestos la mayoría de emigrantes está, por utilizar esa aberración ideológica que lentamente se ha ido imponiendo a fuer de repetirla, “sobre-cualificados”.
Se manifiesta en estos aspectos muy parciales y puntuales la contradicción entre la formación especializada que toda sociedad capitalista compleja necesita para funcionar y la cantidad de puestos de trabajo que esa misma sociedad puede realmente ofrecer. «En el caso alemán cuesta imaginar por qué un licenciado universitario, apellídese Cabanski o García, va a estar dispuesto a aceptar trabajar el resto de su vida cambiándole los pañales a un anciano alemán, porque sus hijos prefirieron internarlo en un asilo antes de que su decrepitud les arruinara el picnic dominical junto al lago, aunque ese sea el único trabajo que se le ofrece».
Necesidades sociales y actitudes individualistas, egoístas, debe enfrentar ese inmigrante. «Alemania es sólo para los alemanes», consigna que hace explícito que las buenas remuneraciones están reservadas para los privilegiados. La clase media alemana que todavía recibe altas remuneraciones pretende que personas de otros países de la comunidad europea se hagan cargo de tareas que ellos no están dispuesto a hacer, pero esa necesidad y esa búsqueda no disimula los prejuicios y el racismo contra los emigrantes del sur y del este de Europa que comienza lentamente a echar raíces en Alemania, una cultura tan fértil para estas actitudes en tiempos de crisis.

El concepto: capital humano
Este debate se encuadra en el significado de un concepto: capital humano, que se ha presentado en el tratamiento que las ciencias sociales vienen haciendo de temas como estos. En su último libro publicado en España, El fin del capitalismo tal y como lo conocemos, Elmar Altvater analiza este concepto y parte de la genealogía del término:
El concepto [de capital humano] fue introducido por vez primera por William Petty en el siglo XVII. Entonces la palabra pertenecía a la rama de los seguros, entonces floreciente en el capitalismo. Se debía conocer «el valor de los hombres» para poder calcular los bonos de las pólizas de seguros. También los militares utilizan el concepto de capital humano para decidir racionalmente si es más barato enviar a la muerte a los cañones o a la carne de cañón, el capital humano. Más tarde continuó la racionalización económica como “economía humana”. […] cuando todo es calculado como capital –capital real, capital inmobiliario, capital medioambiental, capital social, capital humano– el “inversor” racional puede comparar los beneficios de su inversión de capital. La racionalidad capitalista del cálculo económico en el sentido de Max Weber es ahora total: por principio todo es capital, imponiéndose así la racionalidad económica de los neoclásicos.
Todo es capital. Las personas son capital humano. Si se comete un delito en la “fuga de capitales”, dentro de esta lógica puede pensarse que el emigrar es también un modo de esa fuga convertida en capital intelectual. Nos encontramos con otra de las formas que puede conceptuarse el capital humano, entendido como la persona integral, convirtiéndose toda ella en capital humano en el sentido más crudo y más literal del término. No se exporta sólo la capacidad intelectual sino la persona humana o parte de ella. Veamos lo que nos revela nuestro periodista, según una historia que publicó el semanario Der Spiegel:
Un empresario del estado de Renania-Westfalia [Walter], debido a complicaciones renales tuvo que comenzar a someterse a diálisis, un proceso que, con el trascurso del tiempo, empeoró su estado de salud. La familia de Walter vio en televisión un reportaje sobre el tráfico de órganos. Y aquí empieza de verdad la historia. Los familiares pensaron que quizá ahí estuviera la solución para su anciano padre. Una idea bastante peculiar, porque a ninguno de sus hijos se le ocurrió donar su propio riñón en una demostración de altruismo y amor filial (de hecho, según una encuesta reciente sólo el 30% de los alemanes está dispuesto a donar órganos).

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La mercancía humana I





 La década de los noventa pretendió colocarle un epitafio a las ilusiones de un mundo más equitativo. En el mejor estilo del pensamiento único[1] decretó que el socialismo había fracasado, la implosión soviética lo había demostrado, y que sólo restaba aceptar con crudo realismo el triunfo y el imperio del sistema capitalista. No voy a ingresar acá en el debate, bastante complejo por cierto, acerca de qué es capitalismo, lo dejo para otra investigación. Pero, me parece imprescindible salir al cruce de un escepticismo que se ha ido extendiendo por el mundo como una espesa capa de niebla: sin la utopía de un mundo mejor sólo quedaba la resignación de aceptar éste, tal cual es.
Lo que propongo, como marco conceptual para leer estas líneas, es partir de la aceptación de que el sistema global se desarrolla dentro de las normas de un sistema económico regido por las leyes del mercado. Aceptando esto como hipótesis, y sólo para este análisis, podemos acordar qué es lo que no toleramos, y no toleraremos, de esta versión del capitalismo que varios analistas, incluido el papa Juan Pablo II, definieron como salvaje. Será necesario plantearnos cuáles son los recursos institucionales disponibles para poner ciertos límites a los desbordes actuales, morigerando en alguna medida sus aristas más feroces. Esta es una tarea posible hasta tanto la Historia no nos ofrezca un escenario que habilite a soñar con otros modos de vivir y relacionarnos.
Durante las últimas décadas, en las cuales la peor parte de este esquema brutal caía con todo su rigor sobre los pueblos de la periferia, todo debate sobre esas injusticias parecía caer en el vacío ya que no había oídos disponibles en los dirigentes y teóricos de ese Primer Mundo que nos acompañara en esos reclamos. La doctrina del neoliberalismo parecía haber ocupado todos los espacios políticos. Pero el comienzo del siglo XXI nos sacudió con una crisis financiera (2007-8) de enormes repercusiones, cuyas consecuencias más profundas las estamos observando todavía en países centrales de economías capitalistas desarrolladas. Aparecen ahora con toda claridad y a la vista de todo el planeta las peores consecuencias sociales, culturales, políticas y económicas, que habían sido patrimonio exclusivo del padecimiento de los pueblos de la periferia.
Entonces se podría pensar que hemos avanzado en la comprensión política del problema. Por lo menos, una porción muy importante de la población mundial está comenzando a tomar conciencia de la necesidad de ponerle límites al capitalismo salvaje. Si bien esto es muy poco, comparándolo con las demandas revolucionarias de décadas atrás, es por lo menos un camino posible hoy para comenzar a recuperar parte de lo perdido y trazar nuevos senderos hacia un futuro más vivible. Prestemos atención en cómo se ve y se denuncian estas consecuencias desde los, hasta no hace tanto tiempo, los ricos del Norte.
El periodista Àngel Ferrero, miembro del Comité de Redacción de SinPermiso[2], ha publicado una nota en que reflexiona sobre la Europa actual. Cita en ella lo siguiente que apareció en una reciente publicación alemana:
Después de terminar los estudios les resulta cada vez más difícil encontrar un trabajo. La solución para  muchos: es emigrar. Cada vez más ingenieros, médicos, académicos y trabajadores cualificados hacen las maletas […] Sus destinos son sobre todo Gran Bretaña, los Países Bajos, Alemania y Noruega.
Después de esta cita, aclara: «El texto no se refiere a Grecia ni a España, ni tampoco a Portugal, sino a Polonia. Los flujos migratorios que están teniendo lugar en Europa desde el estallido de la crisis refuerzan la tensión entre centro y periferia y alimentan todo tipo de recelos hacia los alemanes».



[1] El periodista y profesor de la Universidad de París, Ignacio Ramonet, lo definió como: “Hay un solo tipo de problemas y hay una única solución para ellos”.
[2] SinPermiso es una revista electrónica semanal, un proyecto político de crítica de la cultura, material e intelectual, del capitalismo contra-reformado, desregulado, re-mundializado y re-liberalizado del siglo XXI.