domingo, 28 de octubre de 2012

El mito de la juventud mejor preparada II



 Esa juventud mejor preparada que antes, con formación y títulos que eran inalcanzables para muchos en décadas anteriores no tiene cabida para todos en el mundo laboral. Esta situación acarrea graves riesgos y consecuencias de lamentar: emigración, depresiones, suicidios, etc., sin contar los que se ven empujados hacia la delincuencia y/o las drogas. Roitman Rosenmann agrega una serie de datos que pinta la gravedad de la situación:
El nivel de paro que afecta a la población entre 15 y 25 años, en los países de capitalismo occidental, aumenta de manera continua y la tendencia no presenta visos de revertirse. En la Europa comunitaria, las cifras del desempleo juvenil siguen creciendo. Para hacerse una idea, en un informe de la Unión Europea, redactado en 2011, la media del paro juvenil se sitúa en 21.4 por ciento. Quince países la superan. La primera, España, con 46.4 por ciento; tras ella, Lituania (35.1), Letonia (34.5), Eslovaquia (33.6), Grecia (32.8), Estonia (32.9), Portugal (29.2), Irlanda (28.9), Italia (27.8), Bulgaria (26), Polonia (25.9), Hungría (25.9), Rumania (23.5), Francia (23.2), Suecia (22.9) y Chipre (22 por ciento). Sólo 11 miembros de la Europa de los 27 tienen tasas por debajo de la media: Islandia (20.1), Bélgica (19.9), Reino Unido (19.6), República Checa (18.2), Eslovenia (15.3), Luxemburgo (14.8), Dinamarca (14.4), Malta (13.6), Alemania (8.5), Austria (8.3) y Países Bajos (7.6 por ciento).
Cita también un informe de la OIT Tendencias mundiales del empleo juvenil en él se mide el desempleo juvenil en un total de 75.1 millones de jóvenes. En América Latina la tasa es de 14.4 por ciento. Estos datos, además, no hablan de la calidad y el tipo de empleo al que tienen acceso los jóvenes. Si nos aproximamos a América Latina podemos encontrar en otro informe de la OIT «el carácter precario, estacional y sin protección social del empleo, alcanzando a 67 por ciento del total del empleo juvenil». Y un dato que los medios internacionales no mencionan y que pone en cuestión «el elevado nivel de formación de la juventud como rasgo diferencial». Las investigaciones sobre este subcontinente muestran que en América Latina: «de los 104 millones de jóvenes latinoamericanos sólo 13 por ciento estudia y trabaja, otro 33 por ciento sólo trabaja y un 34 por ciento sólo estudia». A lo mencionado, la directora regional de la Organización Internacional del Trabajo, la investigadora Elizabeth Tinoco, le agrega al informe «otro 20 por ciento de jóvenes que no estudian, no trabajan y no buscan empleo. Más de 20 millones de jóvenes pertenecen a la llamada “generación ni-ni”, [ni estudian, ni trabajan]».
En los informes se subraya lo que comenta el profesor Roitman Rosenmann:
La tesis de una juventud más preparada y dotada para enfrentarse al mundo real se considera incuestionable. Hoy un joven de 15 años, se dice, sabe más física que Newton y más filosofía que Aristóteles. Es probable, en términos absolutos, el conocimiento avanza y es acumulativo. Pero dudo mucho que los jóvenes tengan la misma capacidad de razonamiento. Lamentablemente estas afirmaciones, extendidas en determinados ambientes, son una caricatura que distorsiona la realidad. Mirar con esta lente supone construir una imagen llena de aberraciones. Tener acceso a Internet, y no todos, gozar de teléfono móvil, twitter y participar de redes, supone estar mejor formado.
Se muestra escéptico al afirmar:
No creo que la juventud de hoy esté mejor formada que sus antecesoras. Tiene especificidades, eso sí, propias de la época, pero ni peor ni mejor preparada, ni más tonta ni más inteligente. Incluso, si me apuran, el nivel de ignorancia funcional de los actuales licenciados y doctores en cualquier disciplina es cuando menos alarmante. En una reciente encuesta realizada en la facultad de biología de la Universidad Complutense, 76.8 % de estudiantes de cuarto y quinto curso reconocieron no haber leído a Charles Darwin. Y por experiencia, los futuros graduados en ciencias políticas y sociología no conocen a Mills, Sorokin, Adorno, Aron, Marcuse o Popper, ni pensar en la lectura de los clásicos, a lo más resúmenes de Marx, Weber o Durkheim. Desconocen corrientes y escuelas de pensamiento. No saben citar bibliografía o situar países en el mapa. Los errores gramaticales y ortográficos son mayúsculos. Lo dicho, sin ánimo de molestar, es extensible a todas las áreas del conocimiento humano. Y si hubiese estudios comparados entre diferentes generaciones de universitarios con las de hoy, no creo que las actuales salgan mejor paradas que sus iguales de antes. Hoy el sistema educativo en el neoliberalismo es un cascarón vacío.
Aunque parezcan conceptos muy negativos de parte del profesor no deben tomarse como una actitud negativa, son una denuncia de la educación globalizada que no prepara ciudadanos, no forma para ser mejores personas, sólo le interesa tener mayor control sobre la población y entre más ignorantes mejor. La experiencia que tiene de dar clases en diversas universidades puede ser acompañada por cualquiera de nosotros en nuestro país. «Poseer una licenciatura o posgrado no da conocimientos, otorga título y estatus. Esa es su lógica, no lo olvidemos».

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