miércoles, 25 de diciembre de 2013

La inseguridad es una paranoia construida por los medios I



Partiendo de esta frase del Ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni[1] voy a abordar el tema de la inseguridad social y proponer un análisis que contemple las diferentes facetas del tema, lo que nos impondrá diversas ópticas que nos ayuden a comprender mejor, y con mayor claridad todas las perspectivas que presenta. Ya el enunciado del título  contiene una afirmación fuerte expuesta a contrapelo de las ideas del sentido común dominante. Nos está señalando un primer problema. Además no lo plantea ofreciendo una opinión personal, sino como el resultado de una investigación desarrollada por el equipo del Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema de la Nación.
Para encuadrar este trabajo me parece necesario formular alguna definición aceptable sobre la inseguridad social: es aquella sensación que nos hace considerar expuestos o indefensos ante el peligro generado por robos, hurtos, asesinatos, violaciones, etc. Una tarea necesaria será diferenciar como causas los hechos delictivos y el relato de estos hechos. En el relato de los hechos, podemos distinguir que no siempre las fuentes son fidedignas, ni confiables. No debe escaparse, entonces, en este análisis esas dos dimensiones: 1.- es innegable la existencia de una realidad objetiva; 2.- el hombre es un testigo y un generador de impresiones y expresiones subjetivas, a partir de las cuales expresa su versión según su propia concepción de la realidad o sus propios intereses. Distinguir entre la realidad objetiva y la registración subjetiva no es una tarea sencilla, pero no debe ser dejada de lado.
Agreguemos un poco de historia para iluminar mejor el cuadro que se nos presenta. Debemos distinguir la inseguridad de la vida primitiva en un marco natural con la presencia de depredadores. La especie humana encontró una solución a su desprotección y vulnerabilidad personal viviendo en comunidades, con lo cual suplió su impotencia física con la ayuda mutua, fenómeno demostrado por la investigación científica. La herencia animal ha dotado a las especies vivientes de una capacidad de alerta para el logro de su supervivencia, capacidad heredada por los primeros hombres y permanente hasta hoy como modo de protección.
Por lo tanto, las sensaciones de seguridad e inseguridad son propias de todo ser humano, estamos estructurados por ellas y son las que nos ayudan a tomar decisiones: movernos o a quedarnos quietos, comenzar un proyecto o no. Sin embargo el hombre anhela la seguridad, ya que cuando se siente inseguro no actúa, y llega a paralizarse.
Debemos destacar un punto de la historia que produjo una revolución en la estructura social, al tiempo que desorganizaba las formas anteriores, tradicionales: la Revolución industrial del siglo XVIII. Los grandes cambios sociales, consecuencia de los cambios técnicos en los métodos de producción, generaron aglomeraciones urbanas nuevas, migraciones del campo a la ciudad. La sociedad comenzó a dividirse en clases sociales, estratos que diferencian y/o encasillan, incluyen y excluyen. Justamente la miseria extrema que allí comienza, desconocida en las poblaciones rurales, es un factor clave a la hora de hablar de inseguridad. Una parte nada despreciable de los delitos, de acuerdo a investigaciones serias, se producen como consecuencia de carencias generales, educativas, sanitarias. La necesidad desesperada por saciar esas carencias conducen a delinquir y muchas veces a la violencia.
Debemos preguntarnos cómo se va hoy formando en el ciudadano de a pie la sensación de inseguridad. Esto se desprende en los datos que ofrecen investigaciones internacionales comparadas que muestran que la relación entre los índices reales de inseguridad y el registro subjetivo que de ellos hace el público no mantiene una correlación directa: países con índice más altos muestran un percepción muy baja, y se puede presentar lo contrario. Una investigación publicada en el blog www.taringa.net/posts/info se afirma:
Existen dos formas de caer en la sensación de inseguridad. Por un lado tenemos a aquellos que interpretan los hechos y legan esta interpretación convirtiéndola en relato (por el hecho mismo de relatarlo o con el fin de informarnos) y una segunda interpretación, que entra en juego solo cuando somos protagonistas de un hecho de inseguridad, cuando podemos apreciarlo de cerca. Generalmente los medios de comunicación, que teóricamente tienen la finalidad de mantenernos informados sobre los hechos que ocurren dentro del territorio argentino y en el mundo (por el simple hecho de que el ciudadano no es un ser omnipresente), buscan establecer verdades, aquellos discursos que se ajustan a sus intereses económicos y/o empresariales.



[1] Eugenio Raúl Zaffaroni (1940) - Se graduó de abogado y escribano en la Universidad de Buenos Aires (1962) revalidado por la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay, 2003) y es Doctor en Ciencia Jurídicas y Sociales por la Universidad del Litoral (1964). Es profesor titular y Director del Departamento de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Fue becario de la OEA en México y de la Max Planck Stiftung en Alemania. Con posterioridad fue Director General del Instituto Latinoamericano de prevención del delito de las Naciones Unidas (ILANUD), San José, Costa Rica. Doctor “honoris causa” por varias universidades internacionales.

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