domingo, 19 de enero de 2014

La inseguridad es una paranoia construida por los medios VII



Es necesario desarmar el juego perverso que utiliza la existencia del delito para crear la necesidad de su eliminación, como si esto fuera posible, como no lo ha sido en la abultada experiencia internacional disponible. Desde la información de los medios nacionales, a la que se le suma una campaña sistemática de Holywood y de las productoras de series de los países centrales, que demuestran que el delito se puede combatir con un éxito asombroso, se contrapone la incapacidad de las fuerzas de seguridad locales. Esto queda grabado en la conciencia colectiva y hace más imperioso una solución inmediata. Como una muestra del ocultamiento de datos e informaciones quiero citar al investigador estadounidense Jeremy Rifkin[1] (1943), quien sostiene a mediados de los noventa:
Recientes estudios han mostrado una clara correlación entre el crecimiento del desempleo y de los crímenes violentos. En el estudio de Merva y Fowles los investigadores encontraron que, en los Estados Unidos, un crecimiento de un 1% en el desempleo se traduce en un crecimiento del 6,7% en los homicidios, de un 3,4% en los crímenes violentos y de un 2,4% en los crímenes contra la propiedad. Justo a las puertas de la nueva aldea global de base tecnológica encontraremos un creciente número de seres desesperados y sin futuro, muchos de los cuales se veránn abocados a entrar en una vida de crimen, colaborando de esta forma a la creación de una vasta subcultura criminal. La nueva cultura “fuera de la ley” está empezando a plantear una seria e importante amenaza para la capacidad de los gobiernos a la hora de mantener el orden y de garantizar la necesaria seguridad a sus ciudadanos.
El Profesor Hayward, dos décadas después, sigue sosteniendo esta línea investigativa respecto de las causas de la inseguridad social:
La gente, los sociólogos o criminólogos renuncian a la tarea de buscar las causas que derivan en la ocurrencia de delitos, los fundamentos culturales, sociales y económicos que se esconden detrás de ellos, o aquellas cuestiones que hacen que la delincuencia sea diferente en distintos lugares. La cuestión es tratar de entender las causas del delito en individuos y grupos, y explicar por qué sus niveles son diferentes en diversos lugares, culturas, países y ciudades. Estos son los objetivos originales de la criminología como disciplina. Y creo que en las últimas dos décadas hemos visto que se ha renunciado a ello.
Recurro a otra fuente académica seria, para que no queden dudas de las concordancias en las investigaciones y las causas señaladas en este tan debatido tema en nuestra sociedad. Me refiero al Doctor Lester C. Thurow[2] quien ya en los mismos noventa presagiaba:
Nadie puede saber exactamente qué sucederá en nuestra sociedad si la desigualdad continúa en aumento y una gran mayoría de nuestras familias experimentan una caída de los salarios reales. Pero justo es suponer que si el capitalismo no ofrece salarios reales crecientes para una mayoría de sus participantes, en un período en que la economía se está expandiendo, no mantendrá durante largo tiempo la adhesión de la mayor parte de la población. Del mismo modo, si el proceso político democrático no puede remediar lo que está generando esta realidad capitalista, con el tiempo también se habrá desacreditado. Un gran grupo de votantes con una hostilidad cambiante, que no obtiene beneficio del sistema económico y no cree que el gobierno se preocupe, no es una receta para el éxito político ni económico.
Volviendo al Profesor Hayward podemos encontrar una posible respuesta respecto de los porqués se encuentran tal disparidades respecto de un tema tan candente como el que estamos investigando, que está en la preocupación de los más importantes países del mundo desarrollado. 
Muchos piensan que es demasiado complicado o no están interesados en estas diferencias culturales. Lo que les interesa es controlar el crimen y aceptar el hecho de que tengamos que adjudicar grandes presupuestos para hacer frente a los altos índices de delincuencia, sosteniendo que es parte del vivir en una sociedad capitalista. Esa es la posición oficial, desde la cual se dice: “¿Qué vamos a hacer? Vamos a controlarlo usando técnicas de vigilancia y prisiones pobladas, ampliando los presupuestos destinados a la prisión, la militarización de la policía, mediante técnicas dirigidas a controlar la situación”.


[1] Sociólogo, economista, escritor, asesor político y activista estadounidense. Investiga el impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, la fuerza de trabajo, la sociedad y el medio ambiente. Uno de sus libros de más éxito y reconocimiento es El fin del trabajo, de 1995.
[2] Economista estadounidense político, recibió un doctorado en Economía de la Universidad de Harvard, Decano de la Sloan School of Management del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

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