miércoles, 8 de enero de 2014

La inseguridad es una paranoia construida por los medios V



El Profesor Tizón se refiere a algunas teorías, en particular las que aparecen en el comienzo de la Modernidad (Europa, siglo XVII), que le atribuyen al miedo el origen de lo que se ha denominado la sociedad política organizada:
La teoría dominante del contrato social, de Hobbes[1], afirma que nos unimos en sociedad precisamente por el miedo. Y que el miedo es el cohesionador social fundamental. El estado debe ser el gran Leviatán[2], el monstruo más poderoso, que impida los atentados contra el orden establecido. Es una teoría dominante, pero no la única. También nos juntamos  por otras emociones, como el deseo de conocimiento, de obtener placer, alegría. No solo nos unimos para evitar la soledad, sino porque nos gusta conversar, compartir.
Si bien el miedo es un componente de nuestra psiquis, necesario para la sobrevivencia, no por ello debe ser pensado como un componente muy importante de nuestra conducta sociopolítica. Por otra parte la evidencia científica ha desmentido con creces los fundamentos de las teorías de los “pensadores contractualistas”[3] que sostenían una hipótesis como la mencionada. El hombre (sapiens-sapiens) habita el planeta desde hace unos doscientos mil años, en una primera etapa muy comunitaria, con grandes muestras  de ayuda mutua[4]. La hipótesis del salvaje originario ha quedado desmentida.
En el siglo XX hemos sido testigos y protagonistas de la manipulación del miedo para el control del conflicto social emergente, resultado de las diferencias sociales y de la injusta distribución de la riqueza. Por ello continúa diciendo:
El miedo a perder la seguridad económica, provoca situaciones de gran alteración social, de profunda  manipulación de las conciencias y voluntades. Es un miedo omnipresente que dificulta nuestro desarrollo social e individual. Pero no siempre somos conscientes de que es así. El miedo es una forma de conocimiento, pero tiene sus limitaciones. En referencia al ejemplo anterior, el miedo a perder el trabajo difícilmente hará que  trabajaremos mejor: trabajaremos y nos esforzaremos más, pero para trabajar mejor hará falta que se impliquen otras emociones. Sin embargo, cuando es excesivo limita nuestro pensamiento, nuestra capacidad de captar el mundo, la naturaleza, las relaciones sociales, el placer o el conocimiento.
La utilización política del miedo se ha convertido en una pieza fundamental del modelo estadounidense de control social. Su historia ha mostrado que a partir de su independencia del Imperio Británico (siglo XVIII) siempre se utilizó la imagen de un enemigo peligroso como instrumento de cohesión social. Aparecía justificado por una población muy heterogénea de origen extranjero diverso (los primeros enemigos fueron los internos: los habitantes originarios; los segundos fueron externos y variados: comunismo, nazismo, terrorismo, etc.). Los estudios e investigaciones sobre el control social han aportado un arsenal de técnicas hoy en plena utilización:
Históricamente el miedo lo han utilizado tiranos, conquistadores, demagogos. Hoy aparece en formas más sutiles. Actualmente existen métodos más sofisticados de difundirlo, como la publicidad, el marketing, y los medios de comunicación masivos, convirtiéndolo en arma de destrucción masiva. Los gobiernos intenta controlar esos medios porque conocen su poder; el poder de controlar a sus ciudadanos. Si el miedo a perder el empleo nos llega a dominar, este dará lugar a pensamientos aterradores y a una predisposición contraria al cambio, a la sorpresa.
Nos vamos aproximando a una comprensión más abarcadora y, al mismo tiempo, más profunda del tema. Sus múltiples manifestaciones, su manipulación, sus posibles modos de defenderse de ello, etc. El problema del mundo moderno en este tipo de fenómenos es el resultado de la destrucción de los lazos fraternales de la sociedad tradicional. El hombre se ha encontrado desamparado en una especie de jungla tecnológica, en la cual el consumo, sustituto de la búsqueda de paz y bienestar, se compra en el mercado. Sus mercancías nos constituyen como consumidores quedando en un segundo plano nuestra condición de ciudadanos libres. La pérdida de esa libertad surge justificada por los grandes riesgos que aparecen en esta sociedad global. La cantidad de “enemigos” obliga a las medidas de seguridad que van apareciendo en la necesidad de una vida social protegida: cárceles de lujo, como los barrios cerrados o los edificios con seguridad policial, como protección de la inseguridad que se percibe en un mundo abierto al exterior.


[1] Thomas Hobbes (1588-1679) fue un filósofo inglés cuya obra Leviatán (1651) influyó mucho en el desarrollo de la filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político.
[2] Es una bestia marina del Antiguo Testamento. El término ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo o criatura. Es el título del libro de Hobbes sobre el contrato social y la creación de un estado ideal - la Commonwealth. Es una justificación política a la necesidad de un Estado poderoso para gobernar y someter el conflicto social.
[3] El contractualismo (derivado de contrato) es una corriente moderna de filosofía política y del derecho, que piensa el origen de la sociedad y del Estado como un contrato original entre humanos, por el cual se acepta una limitación de las libertades a cambio de leyes que garanticen la perpetuación y ciertas ventajas del cuerpo social (propiedad privada).
[4] Sugiero consultar sobre el tema mi trabajo El hombre originario en la página www.ricardovicentelopez.com.ar.

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