miércoles, 19 de marzo de 2014

¿Qué se oculta debajo de ciertos debates? X



Una investigadora dedicada al tema del hambre en el mundo, al que califica de opción política, promueve la necesidad de descorrer el telón que oculta lo peor de este mundo a la mirada del ciudadano de a pie. Esther Vivas (1975) —española, licenciada en Periodismo y máster en Sociología— forma parte del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS) en la Universidad Pompeu Fabra, y colabora con el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha presentado en España su último libro Sin miedo (Ed. Icaria) del cual es coautora Teresa Forcades (1966). Esta monja benedictina y teóloga, doctora en Salud Pública, es conocida por sus posiciones feministas y sus manifestaciones críticas de denuncia contra las manipulaciones de las multinacionales farmacéuticas.
En una entrevista sobre su libro, Esther Vivas afirma que, según Jean Ziegler[1] (1934):
Actualmente se producen en el mundo alimentos para 12.000 millones de personas (en el planeta viven 7.000). Por lo tanto, habría alimentos suficientes para toda la población y para garantizar la soberanía alimentaria. Pero, en cambio, una de cada siete personas pasa hambre. Esta es la gran aberración del hambre en un mundo de abundancia. No falta comida sino que "sobra". Ahora bien, el hambre no es sólo patrimonio de los países del Sur, sino que en el presente también golpea la puerta de los países centrales. Según datos del Síndic de Greuges, en Cataluña hay 50.000 niños y niñas que padecen malnutrición, lo que significa que no ingieren los suficientes nutrientes para desarrollar su actividad diaria. Hay, aquí, una espiral que vincula paro, pobreza, desahucios y hambre.
A este panorama le añade sus reflexiones: se nos quiere hacer creer —sostiene— que el hambre en el planeta es consecuencia de factores como guerras o sequías:
Sin embargo, el hambre tiene causas políticas, que tienen que ver con quién controla las políticas agrícolas y alimentarias y quién controla los recursos naturales (tierra, agua y semillas). El hambre en el Sur es fruto del expolio de los recursos naturales que durante décadas se ha llevado a cabo en estos países por parte de empresas multinacionales extranjeras. Hemos visto cómo las instituciones internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio), mediante sus políticas, han apoyado este modelo de agricultura industrial en manos de unas pocas empresas. Se ha fomentado el hambre mediante el comercio desigual y facilitando la entrada de productos del Norte subvencionados, de grandes multinacionales, en los países del Sur. Estos productos se venden por debajo de su precio de coste, y acaban así con la producción local autóctona (países como Haití, que en los años 70 del siglo XX producía suficiente arroz para dar de comer a toda su población, mediante las políticas citadas se ha convertido hoy en uno de los principales compradores de arroz de las multinacionales estadounidenses).
Habiendo colocado estas notas con la sospecha del ocultamiento de información, la lectura de estas citas me exime de mayores explicaciones. Muestra tal lógica, que le permite relacionar datos tantas veces presentados como dispersos y que en su engañosa ingenuidad impiden apreciar las perversidades puestas en marcha por esa angurria infinita de ganancias. ¿Qué hace que los grandes medios no publiquen este tipo de información? Algo muy sencillo: los millones de dólares en avisos en periódicos, en apoyo a programas de radio y televisión, son el pago por el silencio de lo sostenido por nuestra investigadora:
Hay un puñado de empresas de la agroindustria que monopolizan el mercado de la producción,  transformación y distribución de alimentos. Me refiero a empresas como Monsanto, Cargill, Dupont, Kraft, Nestlé, Mercadona, Eroski o El Corte Inglés. Está claro que si nuestra alimentación está en sus manos, no tenemos la seguridad alimentaria garantizada. El objetivo de estas empresas es hacer negocio y ganar dinero con los alimentos.



[1] Es suizo, doctor en Derecho y Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad de Berna. Relator Especial de ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008. Actualmente, es vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y profesor de Sociología en la Universidad de Ginebra y en la Sorbona de París.

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