En nuestra investigación, nos
hemos encontrado con un obstáculo o una restricción contra el pensamiento,
señalada por Mateo Aguado, que nos impone pensar la felicidad o el bienestar
humano, dentro del marco de la ciencia económica. La rigidez de su
metodología cuantitativa le impide profundizar en el alma humana (individual
y/o colectiva), al enfrentar la insondable complejidad de sus manifestaciones y
su actividad. Colocarse en una posición ética reflexiva, que observa el reparto
injusto de bienes más las limitaciones del planeta Tierra, lo llevan a decir:
La asunción por parte del actual modelo hegemónico de que
el crecimiento de la economía y su asociada capacidad de consumo es la clave
para mejorar nuestro bienestar es una gran falacia. Esta falacia constituye además
uno de los mayores obstáculos para alcanzar un bienestar humano sostenible y
bien repartido en el mundo, pues a medida que determinadas naciones se hacen
más y más ricas no solo no logran mejorar su bienestar, sino que encima –y bajo
una realidad planetaria de recursos finitos e de inequidad– contribuyen a un
aumento en la privación de recursos para el resto del mundo. Por todo ello,
aspirar hoy a lograr un mundo mejor significa trabajar por que las naciones más
ricas reduzcan su opulencia aceptando estilos de vida menos ambiciosos y
derrochadores en aras de la felicidad global, la sostenibilidad ecológica y la
justicia social.
Este investigador publicó una
aguda nota cuyo título anticipaba un modo de plantear el problema que nos
enfrenta a repensar el tema que venimos tratando: ¿Somos muchos o es que algunos tragan demasiado? (junio de 2014).
Préstese atención a cómo logra involucrarnos personalmente evitando que el
problema se convierta en un mero juego intelectual. Utiliza como base su
comentario sobre un libro de reciente publicación La cuenta atrás (2014) cuyo autor es un científico reconocido, Alan
Weisman[1]
(1947). Su objetivo central es «alertarnos sobre los peligros que podrían tener
para el ser humano y el planeta el desenfrenado crecimiento poblacional que
nuestra especie está experimentando»:
Weisman nos avisa que los seres humanos estamos viviendo
hoy el más grande y acelerado crecimiento poblacional experimentado en toda la
historia de la humanidad. Estamos próximos a alcanzar ya la cifra de 7.200
millones de personas y, según sus propias palabras, cada cuatro días y medio
añadimos un millón de personas al planeta, con lo cual podríamos llegar a los
11.000 millones de personas para finales del presente siglo. Sin embargo, antes
de dejarnos impactar por esta clase de datos demográficos es conveniente
hacerse la siguiente pregunta: ¿realmente somos demasiados? Para responder esta
cuestión es necesario remitirse a dos conceptos clave (y profundamente
conectados). El primero es la escala; es decir, considerar el espacio sobre el
cual esa población en crecimiento se asienta. En nuestro caso nuestro espacio
es el planeta Tierra, el único lugar habitable que hasta la fecha conocemos. Y
dado que el planeta no crece (es una esfera de unos 12.700 Km de diámetro y así
seguirá siendo), resultará imposible para la especie como el Homo sapiens que
sí lo haga –indefinida y exponencialmente–. Y es que nada puede crecer sin
parar sobre algo que no crece (al menos no sin experimentar durante el proceso
un tajante colapso).
Nos encontramos nuevamente ante
el debate, ya tratado en páginas anteriores, entre Thomas Malthus y Karl Marx,
a mediados del siglo XIX. Ahora el debate adquiere otras características debido
al avance de la ciencia. Por tal razón, con los nuevos datos, Aguado nos
entrega este análisis:
El segundo aspecto clave para comprender si
verdaderamente somos o no demasiados es la presión ejercida; es decir, la
presión que sobre la naturaleza de nuestro planeta ejercen esos 7.200 millones
de seres humanos. Este asunto tiene que ver, en última instancia, con nuestros
comportamientos como especie, con nuestra manera de relacionarnos con el resto
y con los ecosistemas. Es decir, más importante que el cuántos somos es el cómo
somos (el cómo vivimos).
[1]Licenciado en Literatura en la Northwestern
University. Profesor asociado de Periodismo y Estudios Latinoamericanos en
la Universidad de Arizona, y de la maestría de Periodismo Internacional.
También, profesor de Periodismo en la Universidad de Prescott y en la
Universidad de Williams.
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