miércoles, 5 de noviembre de 2014

La juventud - ¿esperanza o peligro? V



 Esta especie de doble avenida por la que circulan los jóvenes es, al mismo tiempo, un campo de disputa, una batalla cultural, en la que se juega la recuperación del sentido de la vida, de los valores de solidaridad, fraternidad, y la promesa de un futuro más vivible y humano para todos.
En páginas anteriores, hemos leído sobre la irrupción en el mundo —en las décadas de los sesenta y setenta— de un nuevo sujeto histórico cuya presencia revolucionó la cultura occidental: la juventud. Las consideraciones de Frei Betto estaban dirigidas al cuadro dominante de la juventud de los ochenta y noventa. Como señalé anteriormente, el siglo XXI fue el anunciante de un nuevo despertar de los jóvenes, y eso pudo apreciarse en diversos escenarios internacionales: desde los Estados Unidos con los occupy Wall Street (‘Ocupa Wall Street’), los indignados de España y las convulsiones sociales de Italia, Grecia y Francia, la denominada Primavera Árabe, etc.
Es muy interesante y enriquecedor pensar ese proceso como una politización de los jóvenes que comienzan a buscar las causas más profundas de los males padecidos. El doctor en Filosofía Samuel Cabanchik[1] (1958), de la Universidad de Buenos Aires, publicó un artículo en el que se refiere a los jóvenes como Una juventud inquieta. En él analiza las características de estos tiempos:
Lo político se caracteriza por una pasión que moviliza a la sociedad. Las inflexiones históricas son consecuencia de una exacerbación de la pasión política por excelencia: la inquietud. El movimiento político es, en efecto, un desplazamiento operado en el campo de lo social por su intensificación. Vivimos un momento histórico donde globalmente esa inquietud se encuentra tensionada por estas potencialidades diversas. Hombres y mujeres, en promedio menores de 30 años, que se cansaron de las conductas de sus gobernantes, decidieron tomar la política con sus propias manos. Jóvenes inquietos, formados, disconformes con el destino que las generaciones precedentes les han legado. La juventud global ha irrumpido en la escena política internacional, sin pedir permiso, para exigir medidas que respondan a sus necesidades: protección y seguridad laboral, acceso gratuito y universal a la educación, profundización de los derechos civiles y políticos. Y es que la juventud constituye un colectivo sumamente expuesto y vulnerable; sus necesidades son observadas sin que se formulen verdaderas políticas públicas orientadas a la mejora integral de su condición.
Se podría afirmar que la juventud se ha caracterizado por su disconformismo. Sin embargo, el rechazo a las condiciones imperantes no siempre encontró un encausamiento que los orientara hacia alguna solución. Recuperar las experiencias de las décadas mencionadas (sesenta y setenta) como expresiones de respuestas orgánicas es el resultado de un alto grado de excepcionalidad. Cabanchik ve un proceso similar en estas dos últimas décadas. Por ello afirma:
Hoy, las iniciativas se canalizan a través de la dinámica de la militancia, que abre una dimensión posible para la imaginación política. Como pocas veces en la historia, son los jóvenes los que están construyendo la sociedad civil y los que, con su labor diaria, la repiensan y transforman. Esta nueva generación, que nació en los últimos años de la dictadura, o directamente no la vivió, no tiene miedo de involucrarse y perseguir lo que quiere: se moviliza a la Plaza de Mayo, organiza grupos solidarios, estudia, produce, milita y hasta ocupa puestos de gestión. Hija del regreso de la democracia y de la crisis socioeconómica de 2001, la juventud argentina emerge políticamente renovada y dotada de una potencia transformadora que muestra que aquel viejo temor de que las nuevas generaciones están perdidas no sólo es falso, sino también infundado: con ellas se hace hoy la nueva política.



[1] Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina y profesor de las materias Filosofía Contemporánea y Fundamentos de Filosofía, en la Universidad de Buenos Aires.

No hay comentarios: